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Entre el temor y la esperanza

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Tras un año 2018 para olvidar, cabe señalar que, de momento, la recuperación espectacular de los activos de riesgo no ha venido acompañada de una mejora de los indicadores económicos. De hecho, la Comisión Europea acaba de revisar sus previsiones de crecimiento europeo del 1,9% al 1,3% para 2019. La desaceleración del crecimiento del comercio mundial y la incertidumbre provocada por el pulso entre Donald Trump y Xi Jinping ha frenado a la locomotora alemana, que a punto ha estado de entrar en recesión. Por su parte, China aún no ha adoptado medidas que puedan tranquilizar al mercado sobre la evolución de crecimiento y el impacto del cierre del Gobierno Federal siembra la confusión en la economía estadounidense.

En Estados Unidos, una de las principales conclusiones es que, si bien el impacto de las medidas fiscales de Trump se está desvaneciendo, el mercado laboral sigue igual de dinámico. En este sentido, los datos de enero han sido dispares, con un excelente informe de empleo, pero unos indicadores de confianza del consumo a la baja, afectados probablemente por el cierre del Gobierno federal. Además, la Fed dio un giro sorprendente al tomarse una pausa y mantenerse a la espera, lo que calmó los temores de los mercados sobre una inminente subida de tipos. No obstante, las subidas salariales de más del 3% podrían ser el factor de estímulo en el segundo semestre para una nueva subida de tipos. Por lo que respecta a las empresas, la temporada de resultados está sorprendiendo por la calidad y la magnitud de los beneficios.

En la zona euro, todos los países, excepto España, se han vuelto a debilitar y es que en el mes de enero el índice PMI compuesto de la zona euro (51) sitúa en el mejor de los casos el crecimiento anualizado en el 1%. Los índices de Francia e Italia, 48,2 y 48,8 respectivamente, muestran una contracción de la actividad durante el periodo. En Alemania, preocupan el alcance y la duración de la ralentización. La economía aún no ha empezado a estabilizarse, pero confiamos en la capacidad de la región para recuperarse. En este sentido, es probable que la actividad repunte, ya que la mayoría de los efectos no recurrentes están desapareciendo. Además, el conjunto de las políticas ha mejorado, con políticas expansivas que deberían incrementar en casi un 1% el poder adquisitivo de las familias francesas e italianas. Por su parte, el BCE perdió la oportunidad para subir los tipos y probablemente no modificará su política monetaria, lo que contribuye a la estabilidad de los mercados.

Por último, la actividad económica ha seguido cayendo en China durante el mes de enero y el último índice PMI de fabricación chino siguió decepcionando con un dato de 48,3. El sector de la construcción da escasas muestras de recuperación, si bien es cierto que tampoco empeora. En cuanto a las valoraciones de los mercados emergentes, se mantienen en mínimos históricos, con un perfil de riesgo rentabilidad especialmente atractivo en un contexto de estabilización macroeconómica. Además, la moderación de la Fed, el atractivo relativo y los flujos positivos dieron un impulso a todos los segmentos de los mercados emergentes globales.

¿Qué hacer en este contexto?

En el universo de renta variable seguimos siendo prudentes, ya que después de estos choques sísmicos suele haber nuevas sacudidas. Así pues, mantenemos un posicionamiento neutral en nuestras asignaciones a renta variable, con una sobreponderación de los sectores cíclicos como los valores tecnológicos o algunos valores petroleros, y una infraponderación del sector químico. Los niveles de las valoraciones no justifican una recogida de beneficios, sin embargo, la magnitud del repunte y la reducción de la volatilidad reactivan la adopción de medidas protectoras mediante opciones (puts). Además, apostamos por los mercados emergentes, siendo la única sobreponderación geográfica en nuestras carteras. Rusia, Turquía, Brasil… ¡Oportunidades no faltan! Solo prevemos una vuelta a la temática value si los tipos suben, pero de momento es un poco pronto para ello.

En el crédito, hemos detectado dos ejes, dependiendo del apetito de riesgo: los bonos de alto rendimiento a corto plazo con un tipo de rentabilidad superior al 2% y los fondos con fecha de vencimiento de bonos high yield con un rendimiento de casi el 6%.

Por último, el perfil de los convertibles refleja nuestro estado de ánimo del momento, es decir, poder beneficiarnos de las subidas del mercado, limitando el riesgo. Sus valoraciones son razonables, con una volatilidad implícita inferior al 30%, y el rendimiento actual, salvo el perfil de la acción, ha vuelto a casi cero. Por ese motivo, pensamos que es el momento de reforzar esta clase de activos.

 

Laurent Denize, Director de inversiones adjunto global de ODDO BHF AM

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