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El capital riesgo como motor de la innovación

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En los últimos 50 años el capital riesgo ha financiado ideas innovadoras que han transformado la industria y la economía mundial. Si miramos a las diez empresas más grandes, siete recibieron financiación de capital riesgo.

El mundo del capital riesgo está creciendo y transformándose como lo atestiguan los 340 mil millones de euros que este año han inundado las arcas de estas empresas. Este crecimiento no viene exento de riesgos, desde emprendedores que no siguen sus planes de negocio y queman capital indiscriminadamente hasta inversores institucionales tradicionales que quedan atrapados en startups sobrevaloradas. Pero este crecimiento también es una promesa para convertir el capital riesgo en un sector global. Esto permitiría a empresas potencialmente valiosas de distintos sectores acceder a esta financiación y a pequeños inversores poder acceder a los retornos que estas ofrecen sin tener que destinar grandes sumas de su capital.

Con los tipos de interés todavía en niveles muy bajos, los grandes inversores institucionales como los fondos de pensiones, fondos soberanos y grandes empresas están poniendo sus ojos en los altos retornos que ofrece este sector y están asignando cada vez mayores cantidades de efectivo a montar sus propias empresas de capital riesgo. A pocos días de cerrar el año, se han desplegado 530 mil millones de euros en operaciones, diez veces más de lo que se alcanzó hace una década.

El capital riesgo se ha centrado históricamente en el prototipo de empresa tecnológica enfocada al consumo como Airbnb o Deliveroo, pero los nuevos flujos están llegando a áreas con menor tasa de disrupción. Las inversiones de capital riesgo en energías limpias, espacio y biotecnología doblaron las de 2019.

Es obvio que no todo son bondades, también existen riesgos. El más obvio es que el dinero corrompe. Valoraciones al alza y abundante capital puede volver a las empresas y sus fundadores autocomplacientes. Otro de los peligros, como con cualquier clase de activos, es que los retornos se diluyan cuando fluye el dinero abundantemente.

Aun así, es mejor que un dólar acabe en una empresa de reciente creación a que contribuya a aumentar el precio de la vivienda o que acabe en el distorsionado mercado de los bonos.

Por otra parte, no hay riesgo de que un crack en el mercado del capital riesgo por culpa de una subida de tipos de interés desestabilice el sistema financiero ya que las startups, por normal general, tienen un nivel de deuda muy bajo. Mientras tanto, las barreras de entrada a la creación de nuevas empresas se están reduciendo gracias, en parte, al descenso de los precios de la “nube” y al teletrabajo. Si el capital riesgo se hace realmente global podemos esperar que en el futuro próximo aumente la innovación.

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