El Exchange Trade Fund (ETF) es el producto financiero del que más se está hablando últimamente. Nacen en EEUU, donde han tenido mucho éxito entre los inversores jóvenes. Este vehículo financiero mezcla el concepto de los fondos de inversión con las acciones. Veamos cuáles son las diferencias entre ETFs y fondos de inversión.
Por un lado, decimos que mezcla el concepto de fondo de inversión tradicional porque ambos poseen una cesta de valores que ayuda a diversificar la inversión. Por el otro, lo asemejamos a las acciones porque a diferencia de los fondos de inversión, en un ETF los inversores deben comprar y vender en un mercado bursátil, de la misma forma que si quisieses comprar acciones. En cambio, en un fondo tradicional los inversores compran sus participaciones a una gestora al precio del cierre del día en curso. Es decir, los ETFs cotizan y es por esto mismo por lo que en España también se les conoce como fondos cotizados.
Estos dos vehículos financieros tienen estrategias diferentes. Los fondos de inversión activos buscan superar su índice de referencia (generar alfa) y, para ello, el gestor debe tomar decisiones de inversión que crea convenientes, todas ellas analizadas profundamente por su equipo de analistas. Esto es lo que se conoce como gestión activa. Sin embargo, los ETFs, al igual que los fondos de inversión indexados, buscan la coincidencia entre las rentabilidades generadas por el índice y la del fondo.
En cuanto a las comisiones, generalmente son más bajas las de los ETFs ya que el coste de gestionar activamente una cartera de activos es mayor que el de replicar un índice. Pero existen muchos costes ocultos que analizamos con más profundidad en el post: Los costes ocultos de los ETFs.
La diferencia clave que repercute directamente en los beneficios del cliente es la de la fiscalidad. El tratamiento fiscal de los ETFs el mismo que el de las acciones. Lo más importante aquí es que, a diferencia de los fondos de inversión, con los ETFs no será posible hacer traspasos sin un impacto fiscal. Si queremos cambiarnos de un ETF a otro tenemos que vender y luego comprar, generando unos costes fiscales a los que debe hacer frente el partícipe y que lastran la rentabilidad acumulada.
MiFID II también abarca ETFs. Actualmente, algunos brókeres han tenido que dejar de comercializar ETFs que no cotizan en Europa debido al marco regulatorio que ha supuesto la normativa y que se irán solucionando durante el 2018. Por tanto, la entrada en vigor de la normativa europea trae varios cambios que afectan directamente a estos productos. Como hemos dicho, están de moda, sin embargo, tienen aún muchos retos en España por delante. Y, con todo esto, habrá que esperar y ver cómo van evolucionando durante este año.