Desde finales del pasado año la tasa de ahorro de las familias no para de decrecer y ya se ha situado en los niveles mínimos históricos, situando la tasa en torno al 5,4%, un descenso de alrededor de 7 puntos porcentuales respecto a los años primeros posteriores a la crisis y del nivel de la tasa de ahorro media de los países de la Unión Europea.
Estos datos comienzan a ser preocupantes debido a que, en caso de una nueva recesión o desaceleración económica, puede comprometer seriamente el futuro de las familias. A esto hay que unirle el aumento en las tasas de créditos al consumo, que no para de crecer en los últimos meses y el problema, aunque este algo más a largo plazo, que se está generando con la viabilidad de las pensiones, como comentó nuestro CEO Antonio Banda en este artículo. Todo ello hace que el futuro de la economía y las finanzas de las familias queden en una difícil situación.
Es cierto que la teoría económica nos pide que hay que consumir para que la economía fluya y siga girando la rueda, pero ¿dónde está el límite mínimo entre el consumo y el ahorro?, ¿cuál es la tasa ideal de ahorro? No hay una cifra exacta para responder a estas preguntas pero lo que sí está claro es que si la tasa de ahorro es baja, para que la economía siga funcionando, se debe recurrir al endeudamiento. Y crecer por la vía del endeudamiento va ligado a unos riesgos y costes que pueden hacer peligrar la economía en caso de desaceleración o recesión económica.
Ahí es donde entra el sistema financiero y su principal tarea, que no es otra que intentar canalizar ese ahorro de las familias hacia los agentes productivos de la economía y que el crecimiento económico vía endeudamiento sea el más bajo posible.
Bien es cierto que los bajos niveles de educación financiera que ostenta nuestro país no ayudan a que las familias gestionen su dinero de una manera más racional, económicamente hablando. Ello deriva en que muchas familias, al no estar familiarizados con las inversiones, ya sea en fondos de inversión, acciones u otro tipo de activos, debido al miedo que les puede generar tomar ciertas decisiones de inversión, opten en muchos casos por no ahorrar y gastar esas rentas disponibles.