Casi cualquier grupo puede dividirse en dos facciones opuestas: conservadores y progresistas, pensadores y emprendedores, búhos y alondras… Si agitamos un poco ambas facciones probablemente generaremos un conflicto y la economía no es ajena a esta clasificación y, por ende, a los conflictos que esta deriva: Economistas y Operadores.
Los economistas usan modelos formales basados en la teoría, suelen ser rigurosos y tienden a la pedantería. Los operadores, traders y gestores, suelen anteponer los beneficios monetarios y tienden a ser demasiado laxos e intuitivos.
En el caso de la economía lo que ha agitado a economistas y operadores es la política monetaria de los Bancos Centrales, el Quantitative Easing (QE). Para un gran grupo de operadores, las políticas de los bancos centrales han distorsionado enormemente los mercados financieros durante una década. Para los bancos centrales y sus economistas los precios de los activos son algo secundario.
¿Cuál de los dos tiene razón?
Para los economistas mucha de la charla de los mercados es vacua e ingenua. Hace una década la principal acusación de los operadores al QE es que produciría hiperinflación. No tenían en cuenta que el QE necesitaba ir contra las fuerzas deflacionarias que empujaban la economía y el aumento de las reservas de los Bancos Centrales respondía únicamente a la profunda necesidad de los mercados financieros de encontrar activos seguros y líquidos. Los economistas no paran de recordar a todos que acertaron en esa decisión.
Por otra parte, la gran mayoría de las declaraciones de los Bancos Centrales resultan ser poco sinceras. Uno de los mayores talentos del ex presidente del BCE, Mario Draghi, consistía en mantener su cara de póker cuando proclamaba que el programa de compra de bonos del BCE se debía exclusivamente a su mandato de inflación. La realidad era que se buscaba limitar el coste de los préstamos de los países más endeudados y la devaluación del euro. Pese a todo, el señor Draghi hizo lo correcto ya que sus políticas mantuvieron la euro zona intacta.
El último conflicto
A finales de 2017 la FED (Reserva Federal estadounidense) decidió revertir el QE. No tuvo problemas en poner el proceso en piloto automático eliminando un número de bonos de su balance de manera mensual. El problema es que los mercados se habían acostumbrado a operar con la amplia liquidez de los Bancos Centrales y en septiembre de 2018 los mercados monetarios se quedaron cortos de cash, lo que disparó los tipos de interés obligando a la FED a reaccionar prestando más dinero. ¿Vuelta al QE?
La respuesta es NO. Cuando se inició el programa de compra de bonos, la FED se había quedado sin margen para bajar los tipos de interés a corto plazo así que decidió reducir los tipos de interés a largo plazo comprando bonos de larga duración. La idea era extender el estímulo del efecto de la política monetaria reduciendo la prima de duración, intercambiando efectivo por activos.
En este caso, la FED está intercambiando efectivo (reservas del Banco Central) por su sustituto más próximo (letras del Tesoro estadounidense) para mantener el instrumento clave de la política monetaria (los tipos de interés a corto plazo) al nivel deseado. Esto es política monetaria de manual, nada que ver con el QE.
Está claro que esta situación anómala de tipos de interés rondando el cero genera ansiedad porque nunca antes se había visto y el futuro es incierto, pero lidiar con ella echándose los trastos los unos a los otros no es la solución.