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Nuevo capítulo en la guerra comercial entre EE. UU. y China

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La guerra comercial que empezó con un ojo por ojo entre Washington y Beijing en 2018 lleva en marcha ya casi siete años. Se espera que este 2025, con las políticas de Trump, se recrudezca, aunque en lugar de ser un cara a cara cada vez son más los países que se ven arrastrados a este conflicto.

Donald Trump ha propuesto aranceles de entre el 10% y el 20% sobre las importaciones de todo el mundo y elevado los de China hasta un 60%. Este aumento de los aranceles sobre bienes chinos hará que una amplia de gama de productos sean demasiado caros para el consumidor estadounidense.

Las exportaciones chinas a EE.UU. sumaron un total aproximado de 500.000 millones de dólares en 2023 y, si la subida de aranceles se llevase a cabo en su totalidad, se estima un descenso de éstas de un 85%.

Estas medidas no limitarán su impacto a los dos países ya que es muy probable que los dirigentes chinos permitan depreciar el yuan para amortiguar el impacto entre sus fabricantes lo que implicaría que muchos bienes chinos fuesen especialmente atractivos para el resto de países del mundo.

Los vehículos eléctricos han surgido como nueva y principal fuente de disputa y una que parece que se seguirá agrandando. En 2018 China exportó alrededor de 1 millón de vehículos mientras que en 2024 dicha cifra alcanzó los 5 millones. Lo que le convierte en uno de los mayores exportadores de este tipo de vehículos gracias a su capacidad de producción de bajo coste.

Algunos países se han posicionado a favor del Departamento de Comercio de EE.UU. que ha prohibido el uso de software chino en coches que circulen en el país norteamericano. Canadá ya impuso el 100% de aranceles sobre coches eléctricos chinos mientras que para la Comisión Europea está resultando un asunto políticamente más difícil.

La propuesta de la Comisión del establecimiento de aranceles del 45% para estos vehículos ha sido celebrada por Francia, Italia y Polonia mientras ha encontrado oposición en Alemania y Hungría. Que la industria automovilística alemana se oponga a dicha medida es relativamente normal ya que teme represalias por parte de China, el principal cliente de sus exportaciones. Este es solo un ejemplo de como la guerra comercial no sólo afecta a estos dos gigantes, sino que arrastra a otros países a un conflicto en el que poco pueden mediar y se espera que estos efectos se vayan agrandando a medida que los planes de la administración Trump se vayan llevando a cabo. Intentar evitar mojarse no va a ser una opción.

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