Recientemente el Ecofin, tras dos años de negociaciones, ha publicado una lista negra de “jurisdicciones no cooperativas en materia fiscal”. Esta lista ha levantado ampollas, ya que no incluye a Suiza, Andorra, Gibraltar, ni las islas del Canal de la Mancha. Los parámetros que se utilizan para calificar a un Estado como un paraíso fiscal son varios, pero intentemos simplificar lo que es un paraíso fiscal.
Los paraísos fiscales son territorios en los que la tributación fiscal es especialmente favorable y de la que se aprovechan personas y empresas no residentes, pero a efectos legales domiciliados allí. Estamos hablando de exenciones fiscales desorbitadas, nada que ver con la traspasabilidad de los fondos de inversión. Los paraísos fiscales permiten que personas físicas y privadas tributen en territorios en los que no se encuentran su centro de actividades, pero sí su domicilio social. Burlando, de este modo, sus obligaciones tributarias en el país en el que realmente centran su actividad económica.
A modo de ejemplo, imaginemos una empresa de limpieza cuya sede social esté en Gibraltar, pero que los servicios los presta en las localidades contiguas al Peñón y en suelo español. Este empresa pagará el impuesto de sociedades en Gibraltar (10%) en lugar de pagar el de España (25%), que sería el que le correspondiese debido a que su centro de operaciones se encuentra en territorio español.
Del mismo modo ocurre con las personas físicas. Se compran un inmueble en un paraíso fiscal y establecen allí su residencia habitual. Con tal de que residan un determinado número de días al año (varía en función de cada país), pueden tributar allí aunque su trabajo y su residencia el resto del año se encuentre en un país con mayores cargas fiscales.
No existe una lista cerrada de paraísos fiscales. Hay mucho dinero e intereses en juego. Dependiendo de cada país, se reconocen unos y se protegen otros. Al tratarse de un tema de cargas fiscales es complicado clasificarlos, ya que cada Estado es soberano de establecer las tasas fiscales que crea conveniente. Los paraísos fiscales existen y, aunque públicamente se condenen, son muy difíciles de controlar.