Gestión de fondos de Inversión FeelCapital
Es pensar en la Navidad y multitud de elementos nos vienen a la mente: árbol, calcetines, muérdago, bastones de caramelo, villancicos, chimenea, pavo, frío e incluso nieve. Quizá no vivimos o disfrutamos de todos ellos pero son asociaciones con la Navidad que creamos de forma inconsciente, bien por películas, series o libros, pero ahí están y nos asaltan cada vez que pensamos en la dulce Navidad. Ni siquiera se libran los anuncios en esta época de tener bien presente alguno de estos elementos, sobre todo la nieve.
El pavo es un clásico de la Navidad y si nos fijamos en él nos damos cuenta de que es cuidado, mimado y alimentado durante toda la vida por su dueño y nada le hace presagiar que ese magnífico cuidador, que tanto amor le ha dado, lo degollará en Navidad. Pensemos durante unos minutos que ese pavo podría ser perfectamente un inversor; sí, un inversor.
Como si de una granja se tratara, las entidades bancarias despliegan todo un alarde de servicios para tener bien contentos a los inversores. Les cuidan, les miman, les aconsejan… no se preocupan de nada porque todo parecía sencillo y seguro al oír “¡firme aquí y aquí y ya nos ocupamos nosotros de su dinero! “. Es en ese momento, en su inicio de vida bancaria o en momentos de cambios de vida, cuando el inversor, como si de un pavo se tratara, se va tranquilo y confiado en estar bien cuidado en el corral durante muchos años.
En caso de que los bancos “asesoren” al inversor un Fondo de Rentabilidad Objetivo o Fondo Garantizado, el pavo estará feliz con su vida al ver que está rodeado de pavos en su misma situación, cada uno engordado por un dueño diferente quizás, pero todos bien cuidados y aparentemente a falta de nada, además ” ¡han sido los fondos más vendidos!“, sabiendo esto, ¿qué inversor no va a pensar que es imposible que exista peligro si van todos en el mismo barco? Ese tipo de Fondos de inversión prometen una alta rentabilidad con bajos tipos de interés y una garantía, durante su vida no se le exige al pavo gran esfuerzo y, sin embargo, vive en opulencia de cuidados mientras, además, ve como otros animales siguen en la granja y se hacen mayores, “¡qué dueño más bueno, cómo nos cuida!”.
La realidad es bien distinta, hay intereses y comisiones ocultas y esa vida supuestamente tan rentable que vive el pavo es inferior a la que saca el dueño debido a los gastos que ceban al pavo sin tener éste conocimiento de ello. Esa garantía que promete el fondo sólo sería útil en caso de que España entrara en quiebra o impagos, es decir, las posibilidades de que cierre la granja son súper remotas, pero, y si pasara ¡en menuda situación dejaría al pavo!
Hay otros pavos que invierten en Bolsa y cuando están más obesos y lujuriosos, es decir, cuando sus acciones estén más sobrevaloradas, tendrán también su particular día de Navidad, será una situación insostenible en el tiempo y las pérdidas serán irrecuperables.
Hay que sospechar de aquel que pretenda vender únicamente productos propios, ya que obtiene incentivos por su venta, y dejarse asesorar por quienes aconsejan desde una lente objetiva seleccionando los productos que sean más adecuados a cada inversor de entre todos los disponibles. Para ser un buen inversor no hay que correr por los mercados como un pavo sin cabeza, no se debe perder de vista el dinero a invertir, la rentabilidad esperada y el horizonte temporal. Ante todo, hay que contar con sentido común y conocimientos de mercado para no ver pronto al dueño con el cuchillo preparado para el día de Navidad.