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Qué ha pasado con los ETFs del petróleo la pasada semana

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Antes de meternos de lleno con lo que ha pasado con los ETFs del petróleo es conveniente poner en contexto qué ha ocurrido en el propio mercado del petróleo para poder entender cómo esto ha perjudicado a los ETFs del crudo.

¿Qué ha ocurrido en el mercado del petróleo?

Para poner un punto de partida podemos estimar, según datos históricos, que, en mayor o menor medida, el mundo necesita alrededor de unos 80 millones de barriles/día. Debido a la crisis del COVID-19 la demanda de crudo cayó en febrero 4 millones de barriles/día y en marzo 20 millones de barriles/día. En esta situación, lo lógico era reducir la producción y de esta manera tratar de estabilizar el precio en el mercado, pero la cosa no ha sido tan fácil debido a problemas geopolíticos.

Por un lado tenemos a Arabia Saudí que propuso reducir la producción de petróleo, pero por otro lado está Rusia, que se negó viendo la oportunidad de hundir a las empresas de fracking americanas. Ante esto, Arabia Saudí lanzó un órdago a Rusia y no solo no recortó la producción, sino que la aumentó, obligando de manera velada al resto de países de la OPEP a seguir bombeando petróleo para no perder cuota de mercado, a sabiendas que Rusia no podría producir a dicho precio.

De esta manera llegamos a una situación que nunca se había conocido. Por un lado, tenemos un shock en la oferta provocada por el exceso de producción; y por otro lado, tenemos un shock en la demanda provocado por la crisis del COVID-19. Si a esto le unimos el coste que tienen las empresas, tanto de producción como de almacenaje del petróleo, en caso de que se decida guardarlo para venderlo más adelante cuando el petróleo recupere los precios, nos encontramos ante la “tormenta perfecta”.

Y ahí está el problema, porque normalmente los shocks de producción se solían resolver almacenando el petróleo y vendiendo a un precio mayor a posteriori, pero nadie reparó en que se juntaran a la vez problemas por parte de la oferta y por parte de la demanda.

El problema viene porque todas las vías para almacenar los excedentes de producción de crudo ya están a rebosar, dejando al mercado del petróleo físico totalmente fuera de juego. Y así llegamos a la situación ocurrida el pasado día 20 abril, cuando el precio del barril WTI cerró a – 37,63$/Barril, consiguiendo algo insólito, ya que además de hacernos entrega del barril, “virtualmente” nos pagaban por llevárnoslo.

Esto es algo que, aunque paradójico, no atendía a la realidad, ya que esta anomalía se debe al vencimiento de un contrato de futuros de inversores que habían comprado y aguantaron la posición hasta el último momento; y como no querían la entrega del barril (básicamente porque no tenían dónde meterlos) vendieron los contratos antes de que llegaran a vencimiento y, como no había volumen ni demanda en el mercado del petróleo, provocó que el precio cayera a niveles negativos fijándose ese precio de cierre el pasado lunes.

¿Qué ha ocurrido con los ETFs del petróleo?

Conociendo el contexto en el que se mueve el mercado debemos entender que los ETFs del petróleo nacieron con la idea de dotar al inversor minorista de un vehículo que le permitiera invertir en ciertos mercados a los que obtener exposición de una manera directa es prácticamente imposible para él.

Muchos de estos ETFs son de réplica sintética, lo que quiere decir que no compran los barriles de manera física, sino que replican la rentabilidad de los barriles mediante derivados, generalmente mediante contratos de futuros. Para seguir manteniendo sus posiciones, las gestoras de ETFs van haciendo ‘rollover’ de las posiciones, es decir, renuevan los contratos del futuro del mes que acaba por los nuevos del mes que entra. El problema ha venido cuando el mercado ha entrado en contango (el precio actual del activo está por debajo del precio a futuro de ese mismo activo), lo que ha provocado que los rollover que hacen las gestoras de ETFs se hagan vendiendo más barato a mes vencido y comprando más caro el contrato futuro, debido a que, como hemos contado anteriormente, nadie quería la entrega del petróleo físico dado que no era posible almacenarlo.

Ante esta anomalía, las gestoras de los ETFs se han visto obligadas a introducir cambios importantes en la gestión para que los ETF no se fueran a pique, como por ejemplo aumentar los plazos de los contratos de los futuros y no ligarlos a vencimientos próximos.

Esto es lo que ha tenido que hacer por ejemplo el ETF sobre el petróleo más importante de EE. UU., el The United State Oil Fund. Este fondo perdió en solo dos jornadas dos tercios de su valor, dando una visión de cómo un producto indexado y sin aparente complejidad puede causarle más de un susto a los inversores minoristas que desconocían que estas anomalías se pudiesen dar.

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