La pandemia está resaltando el papel central que la tecnología jugará en el futuro de la sociedad. Pero después de una subida tan pronunciada, los inversores se preguntan inevitablemente si el mercado ha ido demasiado lejos.
George Saffaye, Gestor del BNY Mobility Innovation Fund, piensa que, para muchas empresas, las cosas apenas están empezando.
Entre los muchos cambios inducidos por la pandemia en nuestros patrones de vida y trabajo, uno de los más visibles es el aumento del uso de la tecnología. Quién nos diría que en el cuarto trimestre de 2020, casi todas nuestras reuniones se llevarían a cabo en dormitorios, trasteros o en las habitaciones de los niños.
Esta transformación digital, a la que ya llaman la Cuarta Revolución Industrial, se basa en la aparición de sistemas ciberfísicos. Esto nos permite, por primera vez, gestionar y controlar el mundo físico usando herramientas digitales. “La mayoría de nosotros ya nos sentimos cómodos con un cierto grado de digitalización en nuestras vidas, pero comprender la escala de lo que queda por llegar puede ser un poco abrumador”, dice Saffaye.
“Estamos viendo cómo la evolución ocurre justo ante nuestros ojos”, continúa. “Hemos presenciado grandes transformaciones en la última década, pero lo que ocurra en los próximos 10 años podría eclipsar al último medio siglo de progreso tecnológico”.
Como ya hemos dicho, la muestra más obvia de esto es la capacidad de realizar nuestros trabajos completamente desde casa. Algo que, en realidad, habría parecido extraordinario hace 15 o 20 años. Pero Saffaye dice que esto no es nada comparado con lo que va a llegar.
“Una de las transformaciones más subestimadas que vamos a ver es el cambio de las redes 4G a 5G”, dice Saffaye, “El 5G no es solo una evolución, sino más bien una revolución. Y lo cambia todo, desde la infraestructura a la densidad y la velocidad, es completamente diferente.” En 4G, por ejemplo, tienes 30-400 milisegundos de latencia (retardo). En una red óptima de 5G, hay menos de 1 milisegundo.
Cuando empezamos a pensar en aplicaciones como la cirugía robótica, las operaciones de fabricación, o el envío de información esencial para la toma de decisiones a vehículos autónomos, podemos empezar a ver cuán transformador será el 5G. La tecnología es tan poderosa que “ni siquiera sabemos qué podremos construir con ella hasta que esté completamente desplegada”, continúa Saffaye.
“Se trata de una plataforma única que puede dirigir toda una empresa”, dice. “Y con Edge Computing puedes procesar y analizar datos en el nodo donde llega la información, en lugar de depender de centros de datos. Esto significa un procesamiento más rápido de la información. Las redes 5G y la automatización de las fábricas ayudarán a reorientar las cadenas de suministro, con robots autocontrolados que utilizan análisis predictivos que pueden decirte cuando hay una disminución en la eficiencia de una máquina o cuando se necesita mantenimiento. Y ahora estamos al borde de este precipicio”.
Aún así, todavía queda mucho trabajo por hacer. La longitud de onda corta de 5G requiere estaciones base más pequeñas y más numerosas en lugar de grandes torres. Y el acceso a Internet de alta velocidad todavía tiene que ser más accesible antes de que pueda surgir una economía auténticamente digital.
También ha habido una gran evolución en Edge Computing (la sucesora de la Cloud Computing). La ciberseguridad es cada vez más vital, ya que asegurar estos sistemas tan robustos pronto será “extremadamente crítico”, dice Saffaye. La electrificación de los servicios públicos y el transporte también va a hacer que la tecnología de las baterías sea enormemente significativa. Luego está la aparición del Internet de las Cosas y la tecnología de las ciudades inteligentes, con sensores integrados en edificios, carreteras y otras infraestructuras.
Fundamentalmente, la atención debe centrarse en los avances tecnológicos que pueden eliminar fricciones de la economía. “Las empresas que han prosperado en este entorno son aquellas que tenían lista la infraestructura digital para anticiparse a estos cambios, y buscaban un compromiso digital efectivo con los clientes”, observa Saffaye.
¿Pero está el mercado sobrevalorado? “Es tentador pensarlo, pero los inversores solo se han fijado en estas empresas por la forma en la que operan en la transformación digital”, señala.
“Las valoraciones de las empresas tecnológicas han subido, pero lo importante es recordar que, a diferencia de la
burbuja de las puntocom, estas empresas tienen grandes modelos de negocio”, dice Saffaye. “Generan ingresos y tienen negocios reales que están transformando el mundo en el que vivimos, y solo estamos en las primeras etapas”.
“Así pues, una forma mejor de analizar estas empresas es, en primer lugar, comprender el potencial de sus modelos de negocio, su P.I., la amplitud de sus fosos económicos y, a continuación, analizar las valoraciones al final de ese proceso. A menudo, el mercado no reconoce cuán diferenciadas son las perspectivas de una empresa, por lo que aunque ahora parezcan caras, dentro de tres años puede que no lo sean”, concluye Saffaye.