La economía post pandemia está en un momento de tal incertidumbre que cada vez que se analiza arroja previsiones completamente antagónicas. Tras el caos del sector bancario, muchos analistas están convencidos que la economía mundial se aproxima a una recesión con “aterrizaje duro”. Algunos parecen esperar un escenario “sin aterrizajes” en el que la economía se mantiene sin dificultades por la subida de los tipos de interés. Una opinión mucho más aceptada hace tan solo unas semanas.
Por resumir, pronosticar nunca ha sido más complicado. La palabra “incertidumbre” aparece más de 60 veces en el último informe de perspectivas de la economía mundial del FMI, casi el doble de veces que en los informes de abril y de octubre del 2022. Cuando saltó el pánico en el sector bancario nadie intuía que haría la FED in marzo. En la reciente reunión de política monetaria del BCE, Christine Lagarde, su presidenta, declaró que “no es posible determinar en este momento cuál será el camino a seguir”.
A los estadistas oficiales les está costando entender toda la foto. De manera rutinaria actualizan todas sus estimaciones, desde el PIB al empleo, a medida que reciben más datos; pero algo ha cambiado. Las revisiones del PIB en la zona euro son cuatro veces mayores de lo normal.
¿Qué es lo que pasa? Puede que simplemente la economía post pandemia sea más volátil. El año pasado en Europa hemos visto la mayor guerra en los últimos 70 años, problemas en las cadenas de suministros, una crisis energética y pánico bancario.
Pero también existen cambios más profundos que explican esta incertidumbre. El primero se refiere a las disrupciones por culpa del covid19. El mundo pasaba de un momento económico duro a despegar conforme los confinamientos iban y venían lo que ha hecho estragos en los ajustes estacionales habituales en la mayoría de los datos económicos.
El segundo cambio se refiere a los tamaños de las muestras. La pandemia ha acelerado una tendencia en el que cada vez menos personas responden a las encuestas oficiales. Esta falta de respuestas conduce a sesgos. Las personas que dejan de contestar a las encuestas suelen ser por motivos negativos, lo que arroja en las encuestas un sesgo positivo que altera la imagen real de la situación.
El tercer cambio tiene que ver con la disparidad entre los datos “duros” (medidas objetivas como el desempleo) y “blandos” (medidas subjetivas como las expectativas). De manera habitual, ambos tipos se movían de manera sincronizada, pero actualmente divergen. Los datos “blandos” apuntan a recesión mientras que los “duros” apuntan moderadamente a una expansión.
Tanto inversores como estadistas mejorarán a la hora de leer la economía global durante tiempos de volatilidad e inflación como la que estamos viviendo post pandemia. A medida que los efectos del covid19 se desvanezcan, la distorsión de los datos estacionales se ajustará, pero todavía nos queda bastante tiempo hasta que podamos volver a ver pronósticos unánimes.