Con los tipos de interés más altos en décadas, guerras en Europa y en Oriente Medio, elecciones en países tan importantes como EE. UU. y la India la economía mundial volvió a dar resultados sólidos en 2024. Según datos del FMI el PIB global creció un 3,2%.
En los mercados desarrollados la inflación disminuyó, el crecimiento del empleo se mantuvo estable y las bolsas subieron más de un 20% por segundo año consecutivo. Aunque, como siempre, el panorama global esconde una amplia variación entre países.
Si atendemos al crecimiento del PIB, una de las medidas más fidedignas de la salud de una economía, el PIB global se vio impulsado por la economía estadounidense y la capacidad de gasto de sus consumidores.
En España, el crecimiento anual del PIB está encaminado a superar el 3% principalmente, por un fuerte mercado laboral y sus altos niveles de inmigración que elevan mecánicamente la producción económica. Además de la intervención estatal en los procesos de producción con un incremento importante del gasto público.
Sin embargo, en otros lugares de Europa el crecimiento ha sido decepcionante. Alemania e Italia se han visto perjudicados por los altos precios de la energía y la desaceleración de sus industrias manufactureras. Japón se espera que registre un triste 0,2% de crecimiento por culpa de una bajada del turismo y una industria automovilística en crisis. Hungría y Letonia entraron en recesión.
Si miramos a las bolsas, las acciones estadounidenses han reportado unos retornos ajustados por inflación del 24% gracias a unas valoraciones de las tecnológicas que, aunque ya eran elevadas han seguido subiendo.
El Nikkei japonés alcanzó un máximo histórico incluso aunque su evolución anual general fue mediocre y por supuesto hubo perdedores. En términos reales, los precios de las acciones de la bolsa de Finlandia están en territorio negativo y la bolsa surcoreana se desplomó tras el intento de autogolpe de su presidente el 3 de diciembre.
Atendiendo a la inflación subyacente, que no toma en consideración componentes volátiles como la energía o los alimentos, observamos que los precios de los servicios se mantienen altos en muchos países.
En Gran Bretaña el crecimiento de los salarios sigue aumentando el precio de los servicios lo que mantiene la inflación subyacente incómodamente alta. En el caso de Australia el aumento en el coste de la vivienda es el principal causante de su aumento. Por contraste, Francia y Suiza han logrado mantenerla controlada.
Un marcador clásico de los problemas de una economía es el desempleo, que es lo que muchos predijeron que aumentaría cuando los banqueros centrales anunciaron las subidas de tipos. Los mercados laborales siguen creciendo con tasas de desempleo en mínimos históricos.
El Sur de Europa, que sigue teniendo el desempleo como su punto débil, ha visto una mejora considerable. El desempleo en Grecia, Italia y España ha descendido a su nivel más bajo de la última década. Con esto y con todo España, Italia y Grecia, en su día menospreciados por sus vecinos del norte pueden celebrar que 2024 ha supuesto un resurgimiento en sus economías.
