Aunque escribir sobre la situación del mercado siempre es un ejercicio recomendable, lo es más aún cuando asistimos a un período como el actual, donde la volatilidad y la incertidumbre plantean dudas a los inversores sobre el futuro de los mercados.
En este sentido, los dos últimos meses ha habido varios acontecimientos que han despertado esa volatilidad que parecía adormecida a lo largo de 2017. El repunte de los tipos a largo en EEUU, las amenazas y contramedidas de una guerra comercial o el desplome de las compañías tecnológicas han sido argumentos más que suficientes para que veamos repuntes en la percepción de riesgo y, en algunos casos, empezar a cuestionarnos los fundamentales de un mercado que empezaba el presente año con síntomas muy positivos.
En un escenario así, el gestor tiene ante sí el no siempre fácil reto de separar lo que podemos calificar como “ruido” (entendido como las distorsiones de un mercado excesivamente corto- placista) de los fundamentales que deberían guiar siempre nuestras decisiones de inversión.
En ese análisis de los fundamentales, seguimos viendo como el crecimiento económico coordinado sigue siendo la tónica general para el presente año, los beneficios empresariales siguen manteniendo crecimientos notables, y las valoraciones de las bolsas son ahora más atractivas de lo que lo eran a principio de año.
En el caso de España, el IBEX 35 se ha situado en 12.86, muy por debajo de la media 16.89 en la que el índice se ha movido en los últimos diez años.
Por supuesto siguen existiendo riesgos para los mercados, pero quizás estos se localizan en algunas circunstancias que no tienen mucho que ver con lo que se está cotizando estos días. El enorme volumen de deuda sobre el que se están asentando las economías desarrolladas, el desacoplamiento existente entre la política monetaria europea y la economía real o la posibilidad de un repunte de la inflación, en absoluto descontado por los mercados, nos parecen amenazas más preocupantes que las amenazas de una guerra comercial que, en el fondo, nadie quiere.
Por supuesto que cualquier circunstancia que ponga en riesgo el libre comercio debe ser tomada en cuenta, pero por ahora el impacto real de las medidas anunciadas no es tan relevante como para justificar las caídas vistas, como tampoco lo son las amenazas de difícil aplicación. Para comprobar la dimensión de esta posible guerra comercial más que mirar a las Bolsas (mucho más nerviosas y sensibles) deberíamos centrar el foco en mercados como el de divisas o el de deuda pública que han recibido este proceso con mucha mayor frialdad que los de renta variable. Esta circunstancia nos lleva a dudar razonablemente de la probabilidad de que asistamos a una escalabilidad de las actuales tensiones.
Por lo tanto, seguimos manteniendo nuestras ideas de compañías como Europac, Cie Automotive o Dominion. En el caso de la primera, creemos que Europac se aprovecha de un escenario en el que algo que hasta ahora era coyuntural, el consumo de cartón, ha pasado a ser estructural gracias a factores demográficos y nuevos patrones de consumo. En este contexto, una compañía como Europac sigue siendo, a pesar de los avances, una excelente oportunidad.
Por otra parte, Cie Automotive se beneficia no sólo de la recuperación económica a nivel global (donde capitaliza su diversificación geográfica y de clientes), sino también de una industria en transformación (la automovilística), donde la necesidad de I+D de los ensambladores va a seguir favoreciendo el negocio de los fabricantes de componentes como Cie Automotive.