Los bonos convertibles contingentes (CoCos) nacieron con el propósito de mejorar la capitalización de la entidad que los emite. Estas entidades son bancos o aseguradoras. Suelen ser comparados con las preferentes y, aunque funcionan de forma parecida, la gran diferencia es que las preferentes eran accesibles para clientes pequeños, mientras que a los CoCos solo pueden acceder inversores institucionales (grandes patrimonios, fondos, etc.).
En los últimos años bancos y aseguradoras han utilizado los CoCos de forma muy habitual, y esto se debe a que suponen una fuente de capital mucho más barata que las acciones. Estos bonos están a medio camino entre deuda y capital. ¿Por qué decimos esto? Porque a pesar de que son emitidos como deuda, los inversores tienen el riesgo de pasar a ser accionistas del banco que los ha emitido en caso de que haya problemas con este. Es decir, los inversores de este tipo de producto asumen el riesgo de una quiebra del banco y tener que asumir las pérdidas (caso Popular). Sin embargo, este riesgo es compensado por los altos cupones que la mayoría de estos bonos otorgan.
¿Cuando se fija esta conversión de bono a acción? La norma general es que las entidades emisoras fijen un porcentaje en el ratio de capital. Cuando este ratio se encuentra por debajo del establecido, la entidad podrá convertir y, de este modo, mejorar su solvencia. Es la diferencia clave entre los bonos convertibles contingentes y los bonos convertibles normales. El inversor en estos últimos es donde tiene el poder de decidir cuándo convertir, además de que estos últimos pueden ser emitidos por cualquier empresa.
Esta es la mayor crítica hacia este producto financiero, el poco poder de decisión que tiene el inversor. Como hemos dicho antes, se trata de un producto complejo y solo al alcance de pocos inversores. Pero, supongamos que invertimos en CoCos. ¿Cuando saldrá ganando el inversor? Sin duda, en escenarios donde la dinámica económica sea positiva, ya que el riesgo de conversión será muy bajo y se recibirá el interés resultante del bono. Y como hemos señalado, el gran riesgo que supone esta inversión es que lo más probable es que la conversión se lleve a cabo cuando la entidad pase por una situación adversa, afectando a las acciones de esta.
Todo esto está regulado por los Acuerdos de Basilea III, que nacieron en 2010 con el fin de fortalecer el sistema financiero tras la crisis económica internacional. Y, sin duda, los bonos convertibles contingentes cumplen ese cometido, ya que su principal propósito, como mencionábamos al principio, es el de mejorar la capitalización de entidades bancarias y aseguradoras.