Apple y sus inversiones en renta fija

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Apple y sus inversiones en renta fija

Apple es una de la empresas más grandes del mundo y cuenta con una caja de 257.000 millones de dólares. La compañía ha decidido invertir más de la mitad de su caja en bonos corporativos y títulos del tesoro de EE.UU, concretamente 148.000 millones de dólares. Esto supone superar al fondo de inversión de renta fija más grande del mundo (Vanguard Total Bond Market Index Fund – 145.000 millones de dólares), una operación que tiene mucho sentido y ahora vamos a explicar por qué.

Durante los últimos años, Apple ha llevado a cabo un plan de remuneración del accionista que combina la recompra de acciones propias y el pago de dividendos. Pero el problema surge a la hora de repatriar el dinero extranjero a EE.UU. De la caja que antes comentábamos, Apple gana solo 16.600 millones dentro de las fronteras de EE.UU, y 214.900 millones en sus filiales en el extranjero. El impuesto de sociedades en EE.UU es del 35%, por lo cual, si repatrian el dinero directamente el tesoro americano, se quedaría con un buen pellizco de sus ganancias extranjeras. La solución a este problema lo han encontrado en la renta fija.

Con las perspectivas que existen de que el presidente estadounidense, Donald Trump, bajará el impuesto de sociedades, lo único que necesitaban era tiempo. Y para ganar tiempo se han dedicado a comprar deuda con un rating muy alto, con el fin de tener el dinero a buen recaudo sin que esté inmovilizado. Nos referimos a operaciones muy seguras y a corto plazo, fáciles de deshacer, por lo que no tendrán ningún problema a la hora de repatriarlo una vez que se haya reducido el impuesto de sucesiones.

Este es un claro ejemplo de finanzas corporativas y de cómo las grandes empresas ahorran miles de millones con sencillas (y a veces mas enrevesadas) operaciones financieras que repercuten, en gran medida, en el balance final de la empresa.

La eleccion de Macron y las reacciones internacionales

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La elección de Macron

Por fin se terminó el culebrón francés. Emmanuel Macron ha sido elegido nuevo presidente francés y espanta los fantasmas del “Frexit”. La mayoría de capitales europeas aplaudían la victoria del candidato independiente. Aunque todavía no sabemos cómo afrontará los problemas en los que se encuentra inmersa Francia, al menos apoya el proyecto europeo y su continuidad.

La gran mayoría de gobiernos europeos respiraron tranquilos con el resultado electoral. Incluso la canciller alemana Angela Merkel celebró la victoria de Macron, aunque con cierto recelo, ya que no le gustan las ideas del nuevo presidente galo para la eurozona. La presidenta alemana ha dejado claro que las propuestas que persigue Macron para la eurozona no son discutibles actualmente. Se refiere al lanzamiento de eurobonos para compartir la deuda europea, la reducción del superávit comercial alemán o la reforma del pacto de estabilidad.

Algunas de estas controversias, como el superávit comercial alemán, han sido criticadas con dureza por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los representantes alemanes han preferido culpar al resto de Europa que a ellos mismos. La canciller alemana, mientras, se muestra cauta. En septiembre aspira a conseguir su cuarto mandato y es consciente de que estas medidas que propone Macron no van a ser populares en su país.

Por otro lado, hemos podido entrever que Macron no era el candidato favorito del presidente ruso, Vladímir Putin. El Kremlin quería una victoria de la nacionalista Marine Le Pen. Pensaban que si la ultraderechista salía elegida se desentendería de las crisis de Siria y Ucrania y apoyaría que se levantaran las sanciones económicas que sufre el Kremlin. Pese a la derrota de Le Pen, los medios rusos hicieron una lectura positiva con el ascenso del Frente Nacional, añadiendo que “se coloca en la mejor posición para convertirse en un verdadero movimiento de oposición a Emmanuel Macron”.

En su programa electoral, Macron aseguraba que los europeos teníamos un enfoque ingenuo de la globalización, y defendía el concepto de “reciprocidad”; es decir, que las empresas exportadoras asiáticas son bienvenidas siempre que las empresas europeas sean recibidas del mismo modo en su territorio, algo que actualmente no ocurre.

El nuevo presidente galo trae un aire fresco para la economía europea. Quiere que las cosas cambien a mejor y trae ideas nuevas para intentar conseguirlo. Por ahora son solo palabrería, acaba de llegar y le queda un largo camino por recorrer.