La importancia de la infraestructura y por qué no debe pasarse por alto

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Autor: Alex Araujo, gestor de fondos en M&G Investments

Le remitimos al glosario para una explicación de los términos de inversión empleados en este artículo.

En lo que ha sido el peor trimestre para la renta variable global desde 1987, muy pocas áreas del mercado han logrado sustraerse a la oleada de ventas generalizadas. Ni siquiera el sector de la infraestructura, que con frecuencia ha mostrado solidez durante fases bajistas, ha sido inmune a la preocupación sobre los efectos de la pandemia de coronavirus en las empresas y en la economía mundial.

Resulta chocante ver aeropuertos o autopistas vacíos debido a las políticas de confinamiento implementadas por los gobiernos para combatir la propagación del virus. Al mismo tiempo, sin embargo, ciertos activos de infraestructura nunca habían experimentado tanta demanda como en las últimas semanas.

La infraestructura en evolución demuestra su valor

Mientras que el tráfico en las carreteras se ha desplomado, el de las redes subterráneas de fibra óptica que transmiten datos se ha disparado, pues cientos de millones de personas se han visto confinadas en sus hogares.

Ello demuestra cómo dependemos tanto de esta infraestructura invisible que apuntala a la economía digital como de la más familiar que constituye la columna vertebral de la economía tradicional. Sin la infraestructura que permite la actividad digital, no podríamos trabajar desde casa o realizar pagos en línea.

Esta infraestructura «en evolución» ha demostrado el papel crucial que juega en la sociedad, y creo que en los próximos años necesitaremos más activos de este tipo. Cuanto más utilicemos nuestros dispositivos móviles para gestionar la banca electrónica, hacer compras y visualizar contenido, más mástiles telefónicos se requerirán para transmitir los datos, y más centros de datos se necesitarán para procesarlos.

La infraestructura crítica sigue siendo vital

Entre las acciones de infraestructura más afectadas por la oleada de ventas de marzo de 2020 figuraron las del sector del transporte. Para las compañías propietarias de tales activos, una menor demanda se traduce en menores ingresos; a su vez, es probable que esto limite su capacidad para repartir dividendos en los próximos meses.

De cara al futuro, no obstante, estos activos de transporte siguen siendo de crucial importancia como las arterias de la economía. Una vez se haya superado este periodo tan difícil —es solo cuestión de tiempo—, las carreteras y los aeropuertos jugarán un papel esencial en la recuperación.

No cabe duda de que el panorama a corto plazo del sector gasista y petrolero es más incierto. Las acciones de estas compañías se han visto afectadas indirectamente  por una «tormenta perfecta» de oferta abundante y descenso de la demanda, que ha hundido los precios del petróleo por debajo de los 20 dólares por barril, su nivel más bajo desde 2002.

Dicho esto, activos como los gasoductos y oleoductos suelen verse respaldados no solo por flujos de ingresos contractuales, sino también por barreras de entrada. Los activos de infraestructura física no son fácilmente reproducibles, y los que jueguen un papel crítico para la economía mantendrán su valor estructural para sus propietarios.

En busca de flujos de ingresos a largo plazo

Pese a lo difícil que puede ser mantener una perspectiva largoplacista ante un entorno de mercado tan incierto, no debemos perder de vista los objetivos que perseguimos a través de nuestras inversiones, ni olvidar que se miden en años, no en meses. La adopción de una perspectiva a largo plazo nos permite aprovechar las oportunidades que crean las distorsiones de los precios en los mercados.

Yo pienso que esta crisis ofrece la posibilidad de invertir en compañías cuyos flujos de ingresos están respaldados por la propiedad de activos de infraestructura físicos y por giros estructurales a largo plazo en la economía.

Las tendencias favorables no solo propician una demanda creciente de infraestructura digital, sino también de energías renovables. Con el papel crucial que juega la generación de energía eólica y solar en el descenso de las emisiones de dióxido de carbono, se necesitarán cada vez más activos de este tipo.

No creo que la pandemia, ni el declive de los mercados que esta ha provocado, vayan a hacer descarrilar la demanda estructural de infraestructuras de este tipo. En mi opinión, la caída indiscriminada de las cotizaciones ha creado oportunidades para inversores con horizontes a largo plazo en busca de acciones con dividendos crecientes, que ahora pueden encontrar flujos de renta sostenibles a precios atractivos.


Las rentabilidades pasadas no son un indicativo de las rentabilidades futuras.

El valor y los ingresos de los activos del fondo podrían tanto aumentar como disminuir, lo cual provocará que el valor de su inversión se reduzca o se incremente. No puede garantizarse que el fondo alcance su objetivo, y es posible que no recupere la cantidad invertida inicialmente.

Los puntos de vista expresados en este documento no deben considerarse como una recomendación, asesoramiento o previsión. No podemos ofrecerle asesoramiento financiero. Si no está seguro de que su inversión sea apropiada, consúltelo con su asesor financiero.

Esta información no constituye una oferta ni un ofrecimiento para la adquisición de acciones de inversión en cualquiera de los fondos de M&G. Promoción financiera publicada por M&G International Investments S.A. Domicilio social: 16, boulevard Royal, L-2449, Luxembourg.

¿Es momento de invertir en el sector salud?

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sector salud

Aunque tradicionalmente se haya considerado una fuente de crecimiento relativamente defensiva, el rápido ritmo de cambio en el sector salud es su principal atractivo a la hora de invertir.

La pandemia de Covid-19 y las medidas de confinamiento extremas adoptadas en muchos países han afectado a los mercados de renta variable. Sin embargo, durante este período de volatilidad el sector de la salud ha actuado como un valor refugio. En este sentido, sigue registrando un crecimiento superior al de la economía en general, impulsado por las tendencias demográficas (como el envejecimiento de la población en muchos países) y los avances de la ciencia médica. Sin embargo, es el rápido ritmo del cambio que está experimentando el sector lo que hace más atractiva la inversión en salud.

Ventajas de invertir en el sector salud

El sector salud ha proporcionado, tradicionalmente, a los inversores una fuente de crecimiento relativamente defensiva. En otras palabras, ofrece exposición a empresas con un crecimiento de los beneficios superior al de la economía en general, con menos sensibilidad al ciclo económico que otras áreas de alto crecimiento del mercado, como las tecnologías de la información, los servicios de comunicación y el sector industrial. Muchos inversores consideran que estas características son atractivas, lo que puede explicarse en parte por el alcance y diversidad que existe en el sector. Un ejemplo de esta amplitud puede verse claramente en la tecnología médica o «med tech», un subsector del sector sanitario. Este sector abarca una amplia gama de empresas de productos y servicios que proporcionan a la industria todo tipo de productos, desde vendas y jeringas, hasta equipos de diagnóstico y tecnologías de imagen. En conjunto suministran más de 500.000 productos y servicios. Este pequeño subsector ofrece a los inversores el potencial de invertir en una serie de empresas con perfiles de rentabilidad y crecimiento muy diferentes.

Factores que impulsan el sector salud

Hay tres motores que harán de la sanidad un área de crecimiento sostenible durante muchos años. El primer factor es la demografía. El número de personas mayores en todo el mundo está impulsando una demanda acelerada de servicios sanitarios. En Estados Unidos, por ejemplo, los miembros de la generación del baby boom se acercan a los 75 años, una edad en la que aumenta la demanda de servicios como las operaciones de caderas, los audífonos y otras necesidades relacionadas con el envejecimiento. El segundo factor es la eficiencia. La carga financiera para los presupuestos nacionales y los seguros médicos de las empresas está creando la fuerza necesaria para el cambio. Por ejemplo, en EE.UU. entre el 30 y el 40% del gasto en salud se considera un desperdicio, lo que crea una tremenda oportunidad para impulsar la eficiencia. El último factor crítico es la tecnología. Hay un flujo constante de nuevas tecnologías disruptivas, tanto en medicamentos como en tecnología/datos que están proporcionando nuevos enfoques para la gestión de las enfermedades. Además, gracias a estas mejoras, se está proporcionando mejores resultados para los pacientes de una manera más eficaz desde el punto de vista del coste. La actual crisis de Covid-19 pone de relieve la importancia de estas tecnologías. Sin embargo, es el ritmo de cambios en todo el sector lo que constituye ahora la razón más convincente para que los inversores lo tengan en cuenta, ya que éste presenta un gran potencial de rentabilidad.

¿Cómo se está comportando el sector salud actualmente?

Si bien el índice MSCI World Healthcare ha tenido un desempeño mucho mejor que el de los mercados en general, ha habido una marcada divergencia en la rentabilidad. Las medidas políticas adoptadas para frenar el Covid-19 han detenido gran parte de los procedimientos quirúrgicos en los hospitales, llevando a cancelar la mayoría de las visitas no esenciales de los pacientes a los médicos y dentistas. Como consecuencia de ello, las empresas expuestas a esto – los hospitales y sus proveedores (como las empresas de equipo médico) – han caído mucho. Por el contrario, las grandes empresas farmacéuticas han funcionado como activos refugio relativamente seguros, ya que los pacientes de todo el mundo todavía han podido obtener sus recetas y los tratamientos críticos, como el cáncer, han tenido una interrupción mínima.

Áreas del sector salud con mayor potencial de crecimiento

El brote de Covid-19 ha demostrado claramente lo importante que es la tecnología para el sector sanitario. En particular, la “telesalud” (servicios relacionados con la atención médica a través de dispositivos electrónicos, como teléfonos móviles y ordenadores) ofrece un importante potencial de crecimiento. Los pacientes se están dando cuenta ahora de los beneficios y la conveniencia de las consultas en línea con los médicos, y los proveedores también son conscientes de esto; sobre todo, a medida que reemplazan los ingresos perdidos por las consultas presenciales canceladas con consultas virtuales. La velocidad a la que el virus se ha propagado por todo el mundo también pone de relieve la necesidad de enfoques novedosos de los tratamientos con vacunas/medicamentos para combatir esas nuevas enfermedades.

Es un buen momento para invertir en el sector salud

Es un momento realmente emocionante para invertir en el sector salud. Estamos al comienzo de un cambio transformador en el conocimiento y la tecnología. El avance de la ciencia médica en los últimos años ha visto un cambio sin precedentes en el poder de los diagnósticos, el desarrollo de productos y las terapias personalizadas. Las tecnologías médicas están contribuyendo a procedimientos más eficaces y mejores tratamientos, mientras que la salud digital servirá para democratizar la gestión de la asistencia sanitaria y el bienestar, proporcionando a los individuos las herramientas y los datos para asumir una mayor responsabilidad respecto a su propia salud personal.

Si bien estos cambios han tardado un tiempo en producirse, nos encontramos ahora en un punto de inflexión positivo en el que empezaremos a ver una auténtica innovación y avances en todo el sector. Esto impulsará las rentabilidades de las empresas que están a la vanguardia de la innovación. Pronto veremos una serie de nuevos e innovadores medicamentos en áreas como la oncología y la terapia genética que están a punto de ser comercializados.


Información importante: Los puntos de vista y opiniones aquí contenidos son los de John Bowler, gestor de fondos especializado en innovación en salud de Schroders, y no necesariamente representan puntos de vista expresados o reflejados en otras comunicaciones, estrategias o fondos de Schroders. Este material tiene la intención de ser sólo para fines informativos y no tiene la intención de ser material promocional en ningún sentido. El material no pretende ser una oferta o solicitud de compra o venta de ningún instrumento financiero. El material no tiene la intención de proporcionar y no se debe confiar en él para la contabilidad, asesoramiento jurídico o fiscal, o recomendaciones de inversión. No se debe confiar en las opiniones y la información de este documento cuando se toman decisiones individuales de inversión y/o estratégicas. Las rentabilidades pasadas no son una guía para las rentabilidades futuras y es posible que no se repitan. El valor de las inversiones y los ingresos de las mismas pueden disminuir o aumentar, y los inversores pueden no recuperar las cantidades invertidas originalmente. Todas las inversiones implican riesgos, incluido el riesgo de una posible pérdida de capital. Se cree que la información aquí contenida es fiable, pero Schroders no garantiza su integridad o exactitud. No se debe confiar en las opiniones y la información de este documento cuando se toman decisiones individuales de inversión y/o estratégicas. Los dictámenes de este documento incluyen algunos pronósticos. Creemos que estamos basando nuestras expectativas y creencias en suposiciones razonables dentro de los límites de lo que sabemos actualmente. Sin embargo, no hay garantía de que se vayan a realizar previsiones u opiniones. Estos puntos de vista y opiniones pueden cambiar.

Covid-19: Por qué las gigantes tecnológicas resurgirán con más fuerza

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gigantes tecnológicas

Mientras que muchas empresas luchan por sobrevivir ante el confinamiento global, las mayores empresas de tecnología se mantienen a flote y en algunos casos, incluso están prosperando.

Por ejemplo, Microsoft ha reportado un fuerte aumento en el uso de su servicio de nube Azure, ya que millones de personas trabajan desde casa.

Amazon, por su parte, está contratando a 75.000 trabajadores más, además de los 100.000 que contrató el mes pasado, para hacer frente al aumento de la demanda de su servicio online de entregas.

El número de videollamadas y mensajes en Facebook se ha disparado, mientras que un número récord de aplicaciones de juegos se han descargado en China en la tienda de aplicaciones de Apple.

Asimismo, YouTube Kids, propiedad de Google, ha sido la aplicación más utilizada en el primer trimestre de 2020 según un informe de Apptopia y Braze, tras el cierre de la mayoría de las guarderías y escuelas.

Las restricciones para viajar y las normas de distanciamiento social han incrementado nuestra dependencia de estas plataformas digitales para atender necesidades básicas, entretenernos y mantenernos conectados con amigos y compañeros de trabajo.

Sin embargo, hay ciertas sombras en su creciente control sobre la sociedad. A medida que las pequeñas empresas y las nuevas empresas se tambalean, esta pandemia probablemente hará que las empresas tecnológicas más grandes sean mucho más poderosas.

Las tendencias de las que ya se estaban beneficiando se están acelerando, como los efectos de red, las altas barreras de entrada y la creciente concentración del mercado.

La tecnología se ha mantenido mucho mejor que el resto del mercado

No es de extrañar que las acciones de «FAMAG» -Facebook, Amazon, Microsoft, Apple y Google- hayan superado ampliamente los índices de mercado como resultado de los pedidos del «quédate en casa». El acrónimo más común de «FAANG» incluye a Netflix pero no a Microsoft. Utilizamos una agrupación alternativa porque Microsoft es la empresa cotizada estadounidense de mayor valor – el total de sus acciones (su capitalización de mercado) la hace siete veces más grande que Netflix.

Cuando escribimos estas líneas, Amazon y Microsoft acumulaban una subida del 28,5% y del 13,3% respectivamente, mientras que el índice S&P 500 baja un 10%. Pero como el S&P 500 está fuertemente influenciado por las acciones FAMAG (constituyen el 20% del índice), es ligeramente circular comparar su rentabilidad con este índice de referencia (si tienen un mejor comportamiento, el S&P 500 tendrá una mayor rentabilidad).

Para comparar mejor la rentabilidad podríamos usar el índice S&P 500 equiponderado, que refleja la rentabilidad media de las empresas estadounidenses. Este ha caído un 19,4%, casi el doble que el índice ponderado por capitalización de mercado. Esto indica que las acciones más grandes registraron mayor rentabilidad que empresas más pequeñas. De hecho, aunque Facebook tuvo una rentabilidad inferior al resto de valores FAMAG y al S&P 500, superó, al promedio del resto de compañías.

El efectivo es el rey

Para muchos negocios que se han visto obligados a cerrar, las ventas se han desplomado hasta, literalmente, cero. Por tanto, lo que importa ahora no son tanto los ingresos, sino si una empresa ha acumulado suficiente efectivo para superar el parón global. En esta medida, los FAMAG son ganadores relativos – la mayoría de ellos tienen reservas de caja superiores a la media, pocos pasivos a corto plazo y una fuerte capacidad de generación de efectivo. Esto es cierto tanto en relación con el mercado amplio como con el resto del sector tecnológico.

Tomemos el ejemplo de Microsoft: dispone de 134.000 millones de dólares de efectivo y equivalentes de efectivo, lo que es suficiente para financiar 2 años y 4 meses de sus compromisos actuales (por ejemplo, deuda a corto plazo, salarios y otros pagos pendientes). Esto es significativamente superior a la media de 6.000 millones de dólares de saldo de caja y colchón de efectivo a 10,5 meses que tienen las empresas del S&P 500. Además, Microsoft cuenta con mayor capacidad para transformar sus ventas en efectivo que otras empresas. Por ejemplo, su flujo de caja operativo en relación con las ventas fue de 38, lo que significa que recaudó 38 dólares de efectivo por cada 100 dólares de ventas. Esto se compara con sólo 22 dólares de media de las empresas del S&P 500.

En cambio, aunque Amazon tiene una cantidad sustancial de efectivo a su disposición, se ve empequeñecida por sus costes operativos, que son relativamente altos y sus pasivos a corto plazo. Pero dada la revalorización de sus acciones este año, los inversores no le están dando demasiada importancia. Además, se espera que las ventas se mantengan estables en comparación con la mayoría de empresas; asimismo, también puede recurrir fácilmente a otras fuentes de liquidez si es necesario, como los préstamos a corto plazo.

Sin embargo, los balances de otras empresas no están en tan buena forma. Una consecuencia es que las compañías vulnerables, pero prometedoras, que de otro modo podrían haber montado la competencia contra las grandes firmas dominantes del sector tecnológico podrían ser sacadas del mercado o compradas. Esto afianzaría aún más su dominio del mercado. La noticia de que el organismo de control de la competencia del Reino Unido haya aprobado la inversión de Amazon en Deliveroo para evitar el riesgo de su colapso sólo sirve para confirmarlo.

¿Son realmente inmunes las grandes tecnológicas?

Para nada, sin embargo, significa que las principales empresas tecnológicas están completamente protegidas de los efectos económicos del bloqueo global.

Por ejemplo, a pesar del aumento del tráfico en las plataformas de medios sociales, muchos anunciantes han recortado el gasto, ya que el hecho de que más gente esté en sus casas, se traduce en que no están gastando en productos y servicios que normalmente tendrían. Esto ha sido un problema para Google y Facebook porque generan el 83% y el 98% de sus ingresos por publicidad, respectivamente.

Apple también ha sufrido un duro golpe por su dependencia de la demanda del iPhone de los consumidores chinos y del suministro de las fábricas chinas, muchas de las cuales han sido cerradas temporalmente.

Las compañías tecnológicas podrían resurgir con más fuerza

Pero una vez que se levante el confinamiento y la economía global mejore, los FAMAG podrían beneficiarse de los cambios en el comportamiento de los consumidores adquiridos durante la crisis.

Las plataformas de medios sociales están ganando nuevas audiencias, la gente pasa más tiempo pendientes del teléfono y los compradores se están acostumbrando a pedir comida a domicilio. Estos cambios en las tendencias de consumo digital podrían dar lugar a disrupciones permanentes en los hábitos de consumo.

Para protegerse contra futuras paralizaciones y recortes de gastos, las empresas también están tratando de trasladar su carga de trabajo informático online para que los empleados puedan acceder a sus datos desde sus casas. Esto sería una gran ayuda para los principales proveedores de servidores en la nube, como Microsoft y Amazon.

Además, Apple y Google están desarrollando aplicaciones de rastreo de contactos, un sistema por el cual se puede alertar a aquellos que han entrado en contacto con una persona que ha dado positivo en el test de Covid-19. Juntos tienen acceso a alrededor de 1.500 millones de dispositivos en todo el mundo que son compatibles con el software de rastreo.

Aunque los gobiernos de China e Israel ya están utilizando los datos personales de los móviles para rastrear a las personas infectadas y sus interacciones, existe la preocupación de que estos datos puedan ser aprovechados una vez que la pandemia haya terminado.

Los mercados dependen cada vez más de las mayores existencias de tecnología

Sobre todo, lo más alarmante es la medida en que la rentabilidad de las acciones de EE.UU. se han vuelto tan dependientes de las grandes empresas tecnológicas. No obstante, esto ha beneficiado a muchos inversores. Entre 2015 y 2019, el índice S&P 500 subió un 74%, de los cuales las acciones de FAMAG – sólo cinco compañías de 500 – contribuyeron con un 22%, o alrededor de un tercio del rendimiento total. Estas compañías se han hecho tan grandes que están impulsando el mercado.

Sin embargo, desde el brote del virus, la mayoría de los precios de las acciones se han desplomado, mientras que FAMAG han resistido mucho mejor. Como consecuencia, su peso combinado de capitalización de mercado se ha más que duplicado, pasando de aproximadamente el 8% del índice S&P 500 en 2015 a casi el 20% en la actualidad. Las cinco acciones más grandes de EE.UU. representan ahora una porción mayor del mercado que en el pico de la burbuja de las puntocom en 1999.

Para poner esto en contexto, supongamos que, hipotéticamente, los FAMAGs cayeran un 10%. Eso significaría que las 455 acciones restantes en el S&P 500 tendrían que aumentar al menos un 2,5% sólo para que el nivel de todo el índice se mantenga igual. Así de importantes se han vuelto las acciones tecnológicas de las grandes compañías del sector.

Teniendo este contexto en cuenta, un mercado tan dependiente debería ser motivo de preocupación. De hecho, los inversores creen estas compañías son imparables. Pero, ¿qué ocurrirá cuando dejen de funcionar tan bien? Quizá, las ganancias excesivas lleven a pérdidas excesivas.

Eventualmente, la regulación podría adaptarse a los gigantes de la tecnología

La disminución en ingresos por publicidad y la interrupción de la cadena de suministro son hechos negativos a corto plazo para los FAMAG, pero también se enfrentan a una serie de presiones que podrían tener un impacto disruptivo a largo plazo en sus modelos de negocio. La preocupación regulatoria sobre su creciente poder está en el epicentro.

En los últimos 18 meses, los FAMAGs ya han enfrentado un aluvión de críticas por su comportamiento anticompetitivo. Cuanto más grande sea el sector, es más probable que sea más estrictamente regulado. La historia está repleta de estos ejemplos. En algún momento, esto podría tener serias implicaciones para sus perspectivas de crecimiento.

Dado que varios gobiernos recurren a las empresas de tecnología para que ayuden a gestionar el brote del virus, una posibilidad es que las principales plataformas digitales se regulen como los servicios públicos, dado su creciente tamaño e influencia. En el pasado, los gobiernos no dudaron en regular los servicios que se consideraban bienes públicos esenciales, como los ferrocarriles y los proveedores de energía. Podrían imponerse nuevas reglamentaciones que limiten la forma en que esas empresas monetizan los datos y los mercados en los que pueden participar.

Los organismos reguladores estadounidenses ya han señalado que les gustaría ampliar su escrutinio antimonopolio de los FAMAG y ya están en marcha muchas investigaciones sobre el comportamiento anticompetitivo. Aunque es poco probable a corto plazo, un mayor escrutinio podría frenar la futura expansión de las fusiones y adquisiciones, que ha sido un ingrediente importante para su éxito.

La creciente concentración del mercado debería hacer sonar las alarmas

A pesar de la conmoción que la pandemia ha causado en el mundo de los negocios, las acciones de FAMAG han surgido como ganadoras en este contexto. Sus sólidos balances, combinados con el aumento de la demanda de sus servicios, se ha reflejado claramente en el precio de sus acciones.  

Los cambios en el estilo de vida podrían mantenerse después de la crisis, mientras que los negocios en crisis podrían abrir oportunidades de expansión. Si eso sucede, los FAMAG podrían resurgir con más fuerza que antes.

Esto, sin embargo, no significa que los reguladores vayan a mirar hacia otro lado. En todo caso, aumenta la probabilidad de que se tomen medidas en algún momento para reducir su control del mercado. 

También está el precario historial de las empresas dominantes que mantienen su posición de liderazgo con el paso del tiempo. Según el Instituto Global McKinsey, casi el 50% de todos los líderes del mercado dejan de estar entre el 10% más fuerte de su sector durante el ciclo de actividad. Las empresas dominantes de hoy podrían ser las Nokia o Blackberry de mañana.

Dadas sus altas ponderaciones de referencia, podría arrastrar a todo el mercado si la confianza en ellas se derrumba por cualquier razón. Cuanto más se acerquen las ponderaciones de una cartera al índice de referencia, mayor será el riesgo. Las estrategias pasivas son las más expuestas. Como mínimo, los inversores deberían ser conscientes del riesgo que corren en una cartera, de si se sienten cómodos corriendo esos riesgos e, idealmente, de si se les está recompensando por asumir esos riesgos.

Autor: Sean Marlowicz, Strategist, Research and Analytics Schroders


Información importante: Los puntos de vista y opiniones aquí contenidos son los Johanna Kyrklund, CIO y responsable de Inversiones Multiactivo de Schroders, y no necesariamente representan puntos de vista expresados o reflejados en otras comunicaciones, estrategias o fondos de Schroders. Este material tiene la intención de ser sólo para fines informativos y no tiene la intención de ser material promocional en ningún sentido. El material no pretende ser una oferta o solicitud de compra o venta de ningún instrumento financiero. El material no tiene la intención de proporcionar y no se debe confiar en él para la contabilidad, asesoramiento jurídico o fiscal, o recomendaciones de inversión. No se debe confiar en las opiniones y la información de este documento cuando se toman decisiones individuales de inversión y/o estratégicas. Las rentabilidades pasadas no son una guía para las rentabilidades futuras y es posible que no se repitan. El valor de las inversiones y los ingresos de las mismas pueden disminuir o aumentar, y los inversores pueden no recuperar las cantidades invertidas originalmente. Todas las inversiones implican riesgos, incluido el riesgo de una posible pérdida de capital. Se cree que la información aquí contenida es fiable, pero Schroders no garantiza su integridad o exactitud. No se debe confiar en las opiniones y la información de este documento cuando se toman decisiones individuales de inversión y/o estratégicas. Los dictámenes de este documento incluyen algunos pronósticos. Creemos que estamos basando nuestras expectativas y creencias en suposiciones razonables dentro de los límites de lo que sabemos actualmente. Sin embargo, no hay garantía de que se vayan a realizar previsiones u opiniones. Estos puntos de vista y opiniones pueden cambiar.

Paralelismos con la crisis financiera, ¿será diferente esta vez?

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crisis financiera

En las últimas semanas, los mercados de renta variable han sufrido las caídas más pronunciadas desde 2008. Esto ha dado lugar a comparaciones con la crisis financiera mundial, el acontecimiento que ha definido los últimos 12 años. ¿Es válida la comparación? ¿Qué es diferente esta vez, y cómo se podría reconfigurar a la economía mundial una vez que la pandemia haya pasado?

¿Similitudes?

Históricamente, los períodos de reducción del gasto de los consumidores o de recesión han estado precedidos por una combinación de factores: una política monetaria restrictiva, la debilidad de los balances de las empresas o un aumento de la aversión al riesgo que impulsaba a los hogares a ahorrar más. Los orígenes y los motores de la actual conmoción mundial son en cierto modo únicos. No obstante, es probable que tenga un calibre similar al menos a la crisis financiera mundial de 2008, por lo que sigue siendo útil comparar los factores causantes y las vulnerabilidades existentes al comienzo de cada uno de estos episodios.

Como regla general, las recesiones profundas suelen provocar que se pongan de manifiesto los grandes desequilibrios. Estos pueden ser, por ejemplo, un mercado inmobiliario sobrecalentado o niveles excesivos de deuda doméstica o corporativa. A su vez, esto limita la velocidad de cualquier recuperación una vez que la conmoción inicial ha pasado. A este respecto, hay varias diferencias claras entre los dos últimos períodos de crisis.

Los hogares están menos endeudados

En todo el mundo, la deuda de los hogares es por lo general menor que en 2007, incluido Estados Unidos y la zona euro, las dos economías más importantes desde un punto de vista sistémico. Por el contrario, el mayor aumento de la deuda se ha producido en las economías de mercado desarrolladas más pequeñas como Australia, Canadá, los países nórdicos y Suiza. Estas regiones sufrieron menos durante la gran crisis financiera y posteriormente aprovecharon  la barata y abundante oferta mundial de dinero durante los años siguientes.

Dentro de la zona euro, Francia sobresale ahora como una de las economías más vulnerables: el endeudamiento de los hogares se ha disparado, mientras que en muchos otros países ha disminuido o se ha estabilizado desde la crisis financiera mundial.

Los préstamos bancarios se están reduciendo

Es interesante observar que las condiciones de los préstamos (según las encuestas realizadas a los proveedores de préstamos) habían empezado a deteriorarse en varios países en 2007. En el caso de España, donde los desequilibrios relacionados con la burbuja inmobiliaria fueron especialmente importantes en 2007, tanto la oferta como la demanda de préstamos se habían deteriorado de forma considerable. De hecho, la economía española había empezado a entrar en recesión antes que otras economías de mercados desarrollados, y los datos relativos a ingresos y empleo ya se habían contraído con anterioridad al resto del ciclo mundial. España sufrió entonces una profunda y prolongada recesión de doble caída.

El endeudamiento de los hogares en España ha mejorado drásticamente desde esa fecha y no había grandes desequilibrios evidentes en el momento en el que ha emergido el brote de Covid-19. Ahora, al ser uno de los epicentros de la pandemia, probablemente experimentará una severa recesión. La esperanza es que el mejor estado de las finanzas domésticas permita una recuperación más fuerte de esta crisis actual.

Para la mayoría de los países, las condiciones de concesión de préstamos estaban en niveles neutrales durante el primer trimestre de 2020. Sin embargo, se espera que durante el próximo mes se deterioren, ya que los bancos reaccionan al descenso de la actividad y la demanda de préstamos se contrae. Esto ocurre a pesar de las medidas destinadas a alentar a los bancos a que apoyen más a las empresas y los particulares.

Cabe señalar que estas encuestas sobre las condiciones de los préstamos han actuado en el pasado como indicador principal del gasto de los hogares. Por lo tanto, vale la pena vigilarlas durante la futura fase de recuperación.

Patrimonio – ¿Fuerza o debilidad?

Así como clasificamos el exceso de deuda como un factor negativo para el consumo, tendemos a tratar la riqueza como un motor positivo. Sin embargo, como aprendimos durante la crisis financiera, cuando hay una sobrevaloración de los activos (y por lo tanto una sobreestimación de la riqueza), este catalizador positivo puede convertirse rápidamente en una vulnerabilidad.

De hecho, la posición de riqueza de los hogares era en general mejor antes de la crisis del coronavirus que antes de la gran crisis financiera. Esto es evidente tanto en términos de la tasa de crecimiento de la riqueza como de la relación entre riqueza y producción económica.

La reciente caída  en los precios de los activos (véase el gráfico 1) cambiará fundamentalmente ese panorama en los próximos meses, en particular en países como Estados Unidos y Reino Unido, donde la exposición al mercado de acciones es especialmente elevada.

Se avecinan tiempos más difíciles para el mercado laboral

A pesar de las tasas de desempleo históricamente bajas de las economías desarrolladas, el crecimiento del empleo y los salarios ya era más moderado en el primer trimestre de 2020 que en 2007. Aunque todavía es pronto, los datos recientes apuntan a un aumento del desempleo en las economías en las que es más fácil prescindir de los trabajados (por lo general, los países de habla inglesa). Sin embargo, la duración de la actual crisis y sus efectos más duraderos determinarán en qué medida dicho aumento del desempleo se revertirá y con qué rapidez. Incluso aunque sea posible retirar de forma rápida las medidas de contención, la reactivación del mercado laboral puede llevar algún tiempo. Además, es posible que muchos de los que recuperen el empleo no lo hagan con el salario que ganaban antes de la crisis.

En muchos países europeos -incluida Alemania- los esquemas de trabajo temporal facilitan a las empresas la absorción de las disrupciones de corta duración de la actividad sin necesidad de despedir a los trabajadores. Sin embargo, estos esquemas son más difíciles de mantener durante períodos de tiempo más largos. El desempleo también puede aumentar dado que las tasas de vacantes y de contratación también están descendiendo. Por lo tanto, parece poco probable que se vaya a producir un rápido regreso a los bajos niveles de desempleo de los últimos años.

Los bancos centrales cuentan con menos arsenal

Otra diferencia llamativa entre los dos episodios es la política monetaria de los bancos centrales. Antes de la gran crisis financiera mundial, los tipos de interés reales («reales», es decir, después de tener en cuenta la inflación) estaban en niveles restrictivos. Cuando ha surgido la actual crisis, la postura de los bancos centrales era bastante más neutral. Pero, incluso con el paquete de medidas monetarias no convencionales que se está poniendo en marcha y que cada vez es más amplio, la capacidad de los bancos centrales para amortiguar la crisis del Covid-19 se verá muy limitada. Con los tipos de interés mundiales ya en niveles  muy bajos  – negativos en algunos países – la munición restante es escasa.

Salvavidas procedentes de los gobiernos

Todo esto sirve para subrayar la importancia de los programas fiscales que los gobiernos y las autoridades están poniendo en práctica. Con el fin de atenuar el impacto de las medidas de contención, están poniendo en marcha  una serie de programas. Éstos van desde inyecciones de efectivo, ampliación de las prestaciones por desempleo y subsidios salariales hasta moratorias en las deudas para los ciudadanos. El objetivo es mantener a flote a las empresas y los hogares mientras duren las disrupciones en el mercado de trabajo, para que puedan reanudar fácilmente la actividad una vez que se levante el confinamiento.

Es probable que los países que más intensifiquen estas políticas y que las mantengan en vigor el tiempo necesario, salgan de la crisis actual más fuertes en términos relativos, especialmente en los casos en que el sector doméstico ya era fuerte antes de la crisis.

Autor: Sree Kochugovindan, Senior Research economist de Aberdeen Standard Investments