Vivimos tiempos convulsos y Europa se encuentra en una encrucijada en la que debe decidir cuál será su papel geopolítico en el futuro cercano. Podemos identificar tres desafíos cruciales, entre varios, que marcarán su devenir en el mapa global que se está conformando.
Seguridad
Sea quien sea el inquilino de la Casa Blanca en 2025 Europa debe desprenderse de la dependencia militar que arrastra desde hace décadas con EE.UU. La idea es no poner a Estado Unidos en el dilema estratégico de tener que decidir entre Europa y sus propios intereses respecto a China. Para esto es necesario que el bloque de países que forman la Unión Europea cree un marco de colaboración conjunta con países no miembros como son Reino Unido y Noruega.
Los principales desafíos a los que se enfrenta de manera inmediata derivan de la invasión de Ucrania. La guerra ha cambiado a Rusia. Burlando el derecho internacional, haciendo amenazas nucleares, invirtiendo fuertemente en armamento y tácticas híbridas ha abrazado la agresión en todos los ámbitos conocidos del conflicto.
Ahora Rusia no conoce límites y Moldavia, Lituania Polonia, Rumanía o cualquier otro país vecino puede ser un nuevo objetivo. Si gana en Ucrania la seguridad de Europa quedará muy mermada. Europa no debe tomarse a la ligera estos desafíos.
Producción industrial
Una enorme brecha se abre entre Europa y EE.UU. y China que se va acrecentando a medida que se va quedando atrás en materia de dependencia energética y tecnológica, especialmente en renovables e inteligencia artificial. Si no reacciona pronto, puede que no pueda cerrar dicha brecha.
EE.UU. ha cesado de intentar que China se atenga a las reglas de comercio internacional y ha empezado a copiar sus políticas de subsidio a industrias críticas. Europa puede seguir ignorándolo, pero para no quedarse atrás no bastaría con igualar la política de subsidios de los dos gigantes.
Europa debe cambiar radicalmente sus políticas en este ámbito. Doblar el gasto, desregular la industria, liberar los mercados y agudizar el apetito de riesgo de los europeos. Europa necesita especialización y escala y puede que no a todos los países les salgan las cuentas.
Fragilidad política
El último punto crucial al que debe enfrentarse es la fragilidad de la política europea, especialmente en lo concerniente a los populismos. En un mundo feroz las promesas vacías de los populistas de fortalecer sus propios países darán como resultado división, declive, inseguridad y, en definitiva, conflicto.
Una de las consecuencias directas sería el socavamiento de la seguridad de Europa, no solo supondría un distanciamiento con Estados Unidos sino que restaría credibilidad a Europa como alternativa. Esto dejaría al continente más vulnerable a injerencias rusas y también fortalecería a China que lleva tiempo buscando negociar con Europa y EE.UU. por separado y no como una única alianza.
Todos estos puntos pueden quedar en agua de borrajas por la propia estructura de la UE ya que se necesita que 27 gobiernos hambrientos de poder cedan soberanía, fiscalidad y política exterior en favor de la Comisión Europea. Como hemos visto, los desafíos están identificados y las soluciones sobre la mesa son ahora los países y sus políticos los que deben recordar los valores que después de la Segunda Guerra Mundial originaron la Unión Europea y trabajar para que Europa encare el futuro con grandes perspectivas.
