La deuda de los Gobiernos se sigue acumulando, como una losa en la economía, a medida que la pandemia se acerca a su segundo año de vida con cada vez más negocios y hogares dependiendo del dinero público para mantenerse a flote, por lo que no parece que esta tendencia se vaya a frenar.
Una de las lecciones que muchos Gobiernos han aprendido de la última crisis financiera es que se arriesgan a hacer más daño si dejan de inyectar dinero antes de que la economía se recupere que si mantienen un flujo de dinero constante durante el tiempo que sea necesario. Pero, ¿por qué este cambio de estrategia frente a la austeridad que se promulgó tras la crisis del 2008?
La clave en la estrategia de austeridad que se usó para rebajar la deuda tras la crisis de 2008 se produjo en junio de 2010, cuando en la reunión del G20 en Toronto los países acordaron reducir a la mitad su presupuesto de deuda para 2013 y estabilizar el endeudamiento en una proporción a la producción económica en 2016.
La mayoría de las economías del G20 acababan de empezar a volver a ver crecimiento en el tercer trimestre de 2009 e hicieron la petición menos de un año después. Es como si a día de hoy se llegase a un acuerdo en junio de 2021 para reducir a la mitad los presupuestos de déficit en 2024. Es poco probable que llegue a pasar y no sólo porque a día de hoy parece difícil que los miembros del G20 lleguen a cualquier tipo de acuerdo.
Lo que ocurrió después de la disminución en el gasto es que el crecimiento también disminuyó así como la reducción de la deuda. Esto obligo a los Bancos Centrales a intervenir para estimular la recuperación manteniendo los tipos de interés a corto plazo más bajos de lo que estos hubiesen deseado y a aguantar las críticas de distorsión de los mercados y de la curva de tipos.
En 2009 y 2010 los políticos y los economistas temían que la deuda pudiese asustar a los inversores haciendo que los tipos de interés se disparasen. El Fondo Monetario Internacional y otras instituciones argumentaron que los Gobiernos debían comprometerse a recortar el endeudamiento para prevenir un círculo vicioso en la economía en el que los tipos altos llevasen a subir los niveles de deuda y esto a subir el precio de los intereses.
Estos temores no se han disipado completamente, especialmente para los países con niveles de deuda muy altos o que emiten deuda en moneda extranjera. Pero para los países ricos este riesgo se reduce, el FMI dice que la tasa de crecimiento de la economía post pandemia en estos países será probablemente superior al interés que pagarán estos gobiernos por su deuda. Si resulta ser cierto, la deuda disminuirá en proporción a la producción económica sin que los gobiernos tengan que cambiar sus planes de gasto ni de impuestos.
Sea como fuere mucho ha cambiado desde 2010 pero en lo que muchos están de acuerdo es que la austeridad no ayuda a la economía, siempre y cuando los tipos de interés permanezcan bajos.