La primera mitad del 2022 será recordada por los inversores en acciones y deuda por las ventas generalizadas. Pero esta situación turbulenta en los mercados no se ha contagiado, todavía, al capital privado. La captación de fondos se mantiene y se siguen cerrando grandes acuerdos comerciales, pero la caída parece que está próxima a llegar.
La cantidad de dinero invertida, o esperando para ser invertida, por los fondos de capital riesgo se ha disparado desde los 1,3 billones de dólares en 2009 a los 4,6 billones a día de hoy. Este aumento viene, en parte, por una búsqueda cuasi desesperada de retornos por parte de los grandes fondos de pensiones, aseguradoras y fundaciones durante un periodo prolongado de bajos tipos de interés que se mantiene desde la crisis financiera de 2007-09.
La caída bursátil de este año tardará en reflejarse en el mercado de capital privado, pero se vislumbra en el horizonte. El capital privado, debido a su falta de liquidez inherente, refleja una demora entre la valoración “real” y la valoración que dan los fondos de capital riesgo. La ausencia de la liquidez que otorgan los mercados hace que los fondos de capital riesgo contabilicen una valoración estimada de su cartera basándose en el precio que supondría una “transacción ordinaria”, la cual se establecería promediando las valoraciones de compañías similares cotizadas.
Si nos fijamos en la cotización de empresas similares para calcular los retornos de empresas de capital privado el panorama no es alentador. Otro indicador puede ser el precio de la participación de sociedades de inversión (como pueden ser las SICAVs) que inviertan en capital privado. Este tipo de sociedades dan una valoración de sus participaciones basándose en las valoraciones estimadas por los fondos de capital riesgo y en sus propias valoraciones. Si el primer indicador no auguraba un buen futuro este segundo tampoco ya que los diferenciales entre las valoraciones dadas por los fondos de capital riesgo y el dado por estas sociedades es cada vez mayor.
Los tipos de interés se antojan un desafío más perdurable para las adquisiciones de empresas, la deuda barata es un aliciente para los compradores ya que normalmente la mitad de la operación se paga con deuda para aumentar los retornos sobre el capital invertido y con los tipos de interés subiendo, deja de ser barato emitir deuda por lo que deja de haber aliciente.
El boom de los mercados y unos tipos de interés anormalmente bajos habían espoleado el mercado de capital privado pero la situación actual se ha dado la vuelta y va a hacer que el mercado de capital privado entre en un entorno desconocido por muchos de sus actores. Ante esta situación, el capital privado que hasta ahora había sido un destino importante de las inversiones de los fondos de banca privada empiece a considerarse como un activo con mayor problema que rentabilidad y puede dejar de ser en un futuro cercano el lugar donde descansa el dinero de los grandes patrimonios. Lo difícil es encontrar un nuevo destino para estas inversiones ante la clara situación de la evolución común de los distintos tipos de activos.