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Estrategias de inversión: Vender volatilidad

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La Ley de Murphy dice que si algo puede salir mal saldrá mal, pero el mercado tiene su propia versión: los activos se moverán en la dirección que perjudique a más inversores. Este año se ha comprobado en un alza de las bolsas, que pocos previeron, en la que los grandes ganadores han sido los valores que estaban más  caros por la visión del mercado.

En abril, pocos inversores institucionales apostaban por las grandes tecnológicas, de hecho, las consideraban un valor a evitar y durante los siguientes meses su valor despegó hasta dejar al resto del mercado mordiendo el polvo.

¿Qué alternativa hay a pagar las altas valoraciones y rezar para que el rally continúe? Apostar porque el mercado se equivoca y ponerse “corto”. Esta estrategia, que ha sido utilizada por no pocos hedge funds les ha dejado buscando cobertura y deshaciendo posiciones al nivel más rápido de los últimos años según Goldman Sachs.

Si no crees que el mercado puede seguir creciendo mucho tiempo, pero no puedes aguantar ponerte corto ¿Cuál es tu mejor opción? Beneficiarte si el mercado se mantiene plano. Esto es lo que se conoce como vender volatilidad.

¿Cómo vender volatilidad?

La manera directa de hacerlo es comprando una cesta de acciones mientras vendes opciones de tipo Call sobre dicha cesta. Este tipo de opciones, las Call, otorgan al comprador el derecho, que no la obligación, de comprar las acciones a un precio fijo (llamado strike price) en el futuro. Normalmente el strike price se fija al valor de cotización de las acciones en el momento de la “creación” de la opción Call. Si su valor se incrementa, el comprador de la opción las podrá comprar por un valor inferior a su valor de cotización y si su valor decae el comprador de la opción dejará que la opción expire evitando pagar por encima del valor de cotización.

El inversor original, que vendió la Call y compró las acciones está “apostando” a que las acciones se mantendrán en valor ingresando el precio de la opción, el premium, sin tener que vender las acciones por un precio inferior a su potencial valor. Si las acciones suben, el vendedor de la opción seguirá ingresando el premium pero tendrá que renunciar al incremento del precio de las acciones vendiéndolas al precio inicial. Si su valor cae, el inversor asumirá la caída, pero las pérdidas se verán amortiguadas al haber ingresado el premium.

El problema de esta estrategia es que ofrece pérdidas potenciales similares a las de las acciones mientras que tus beneficios no superarán el ingreso mensual de la venta de las opciones. Este tipo de beneficios no dejan de parecerse a los que podría generar un bono y, además, rompen con la lógica que supone invertir en acciones. Uno invierte en acciones, pese al mayor riesgo de pérdidas, en comparación con los bonos, por el potencial crecimiento infinito del retorno.

Siendo su mayor riesgo que el mercado entre en un rally alcista que los “vendedores de volatilidad” no consigan capitalizar y, acto seguido, el mercado caiga obligándoles a soportar las mismas pérdidas que el resto.

En lo que llevamos de año el rally alcista ya ha ocurrido, así que no estaría mal que tuviesen cuidado con la Ley de Murphy.

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