Si algo ha caracterizado la evolución de los mercados en los últimos meses ha sido el notable incremento de la volatilidad en la práctica totalidad de los activos. La inestabilidad de las materias primas, las dudas sobre el crecimiento económico, la falta de liquidez de algunos mercados, el importante papel de los Bancos Centrales…Todos ellos han sido factores que han desencadenado uno de los períodos más volátiles desde los niveles de pánico alcanzados en la crisis subprime de 2008.
En nuestra opinión, la volatilidad debe ser aceptada como algo inherente a la evolución de los mercados financieros, especialmente ahora que las políticas monetarias laxas han traído la distorsión (y la correlación) a los precios de un gran número de activos financieros. La gestión activa no sólo es una buena herramienta para un entorno como éste, sino que nos atreveríamos a decir, es indispensable para un inversor que quiera vivir en un escenario de retornos bajos pero volátiles.
A la hora de enfrentarnos a estos períodos de volatilidad tenemos que entender que raramente son procesos puntuales, sino que su duración puede prolongarse semanas e incluso meses. Tiempo durante el cual la evolución de las inversiones va a fluctuar con una cierta violencia, incluso en los productos más conservadores.
La gestión activa, para nosotros, no consiste en intentar “clavar” los movimientos de mercado, puesto que se ha demostrado en la práctica como algo imposible. Más bien consiste en conocer cuál es el escenario de fondo en el que se mueven los mercados e intentar protegernos y aprovechar las oportunidades que nos ofrece la volatilidad.
Decimos esto porque si algo nos ofrece la volatilidad son oportunidades. Es sabido por todos el comportamiento no lineal de los mercados y que estas oscilaciones de los precios se suelen corresponder con variables exógenas que tienen incidencia en los mercados pero no tanta, o no tan significativa, en la realidad del día a día de las empresas que cotizan en estos.
En un mundo de retornos bajos como el que nos espera para los próximos años, estas distorsiones en el diferencial precio-valor de los activos deben ser considerados como oportunidades para maximizar la rentabilidad de nuestras inversiones. Es el momento para afrontar las inversiones con un horizonte temporal amplio e ir más allá de la incertidumbre que vivimos estos días.