David Saunders, director ejecutivo fundador de K2 Advisors, presenta una breve introducción a las alternativas líquidas y cuatro estrategias de cobertura comunes utilizadas para lograr lo que muchos pueden considerar un objetivo sorprendente: reducir el riesgo de la cartera.
David Saunders
Director Ejecutivo Fundador
K2 Advisors
Franklin Templeton Solutions
Algunos inversores consideran un misterio los fondos hedge, inversiones gestionadas de forma agresiva que pueden ser demasiado arriesgadas para la cartera convencional. Sin embargo, los escépticos pueden llevarse una sorpresa al descubrir que la mayoría de los gestores de fondos hedge, se centran en proporcionar valorización del capital con menor volatilidad que los mercados más amplios. Al fin y al cabo, el Merriam-Webster define “Hedge” como una barrera o límite, así como un objeto destinado a restringir algo, como los riesgos en una cartera, en este caso.
A pesar de los conceptos erróneos, la popularidad de los fondos hedge, sigue creciendo. Los activos de los fondos hedge, han aumentado de 38.000 millones de USD en 1990 a 2,8 billones de USD en 2015,[1] lo que representa un gran cambio en la asignación de activos, quizás el más significativo desde que muchos inversores comenzaron a trasladar su dinero de bonos a acciones a principios de la década de los ochenta.
Cabe señalar que no solo los inversores institucionales están cambiando activos a estrategias de cobertura, sino que los inversores individuales también se están trasladando al espacio. La llegada de estructuras de fondos de alternativas líquidas, que ofrecen estrategias de cobertura mediante un vehículo de fondos mutuos, ha contribuido a impulsar este cambio. Estas estructuras proporcionan un mayor acceso a las estrategias de cobertura y pueden ofrecer beneficios potenciales en cuanto a liquidez, comisiones y transparencia.
En términos generales, el acceso tradicional a los fondos hedge, a través de vehículos de asignación privada solía traducirse en una menor liquidez, con periodos de reembolso restringidos a periodos de uno o tres meses. Asimismo, la visibilidad de las participaciones en la cartera (o la transparencia) era limitada. Por el contrario, las alternativas líquidas ofrecen liquidez diaria, transparencia a nivel de valores y comisiones que suelen ser menores que las relacionadas con los vehículos de fondos hedge, tradicionales.
A diferencia de los fondos hedge,, las estrategias alternativas líquidas en Estados Unidos, por ejemplo, deben respetar los mismos requisitos legales que los fondos mutuos registrados en dicho país, compartiendo información que las colocaciones privadas no están obligadas a divulgar. Esta liquidez, flexibilidad y transparencia han convencido a un gran número de inversores para que utilicen estrategias de cobertura como complemento para carteras más tradicionales.
Últimamente se ha intensificado el interés en las estrategias de cobertura. Creo que se debe a que los inversores se están enfrentando a un dilema. Están buscando rentabilidad, pero los tipos de interés derivados de productos de renta fija suelen ser bajos, por lo que temen que los mercados de renta variable se estén acercando a un periodo de gran volatilidad. Asimismo, muchos inversores están buscando una mayor diversificación en sus carteras (es decir, una menor correlación[2] a las clases de activos tradicionales, como acciones y bonos gubernamentales). El uso de estrategias no correlacionadas en una cartera puede contribuir a allanar el camino cuando una clase de activos o estrategia concreta esté sufriendo un periodo de volatilidad. Además, los gestores de estrategias de cobertura pueden adoptar posiciones cortas que se beneficien de los declives del mercado, amortiguando así la cartera tradicional a largo plazo.
Renta variable a corto y largo plazo
Las estrategias de inversión de los fondos hedge, son diversas y sus rentabilidades suelen provenir de fuentes no tradicionales. En general, pueden tratar de beneficiarse de las ineficacias del mercado, como las diferencias de precios y las discrepancias relativas entre valores como acciones y bonos, movimientos técnicos del mercado, análisis profundos de valoración fundamental y otras tendencias cuantificables o contradicciones. La mayoría de las estrategias de cobertura tratan de obtener beneficios de las ineficacias del mercado mientras intentan reducir la exposición del mercado.
Las cuatro estrategias utilizadas por los gestores de fondos hedge, son: renta variable a corto y largo plazo, valor relativo, impulsado por acontecimientos y macro mundial.
A la hora de utilizar una estrategia de renta variable a corto y largo plazo, los gestores de los fondos hedge, adoptan una posición larga en una acción que prevén que superará la rentabilidad, al mismo tiempo que acortan las acciones[3] que creen que no van a superar la rentabilidad.
Un ejemplo hipotético: Si está previsto que aumenten las ventas de tabletas y que caigan las ventas de ordenadores de escritorio, un gestor de fondos hedge, comprará acciones de una empresa que desarrolle tabletas y venderá acciones prestadas de una empresa que fabrique ordenadores de escritorio. El gestor de fondos hedge, trata de beneficiarse del aumento previsto en ventas de tabletas, así como cualquier aumento correspondiente del precio por acción de la empresa de tabletas, a la vez que aprovecha una caída prevista de las ventas de ordenadores de escritorio y cualquier descenso resultante del precio por acción del fabricante de ordenadores. Dentro de la estrategia de renta variable a corto y largo plazo hay generalistas, especialistas en geografía, como los mercados emergentes asiáticos, y especialistas en sectores, como fondos hedge, del sector tecnológico y del sector de servicios sanitarios. La estrategia de renta variable a corto y largo plazo suele obtener buenos resultados en mercados de renta variable en aumento impulsados por fundamentales empresariales.[4]
Valor relativo
La estrategia de valor relativo abarca una amplia gama de técnicas de inversión que se centran en las ineficacias de los precios entre dos valores parecidos. En ocasiones, los gestores de fondos hedge, utilizan bonos convertibles para implantar esta estrategia. Los bonos convertibles, que son bonos intercambiables por una cantidad concreta de acciones de una empresa en el futuro, pueden valorarse equivocadamente, en comparación con el valor de las acciones de una empresa o sus bonos directos. Si todo fuese igual (si, en otras palabras, los cupones fuesen iguales), si las duraciones[5] fuesen iguales, un bono convertible debería valorarse a una prima a deuda directa ya que, supuestamente, hay valor en el potencial para la opción de renta variable subyacente integrada en el convertible.
Un ejemplo hipotético: Durante la crisis financiera de 2008, los convertibles de un gran fabricante estaban obteniendo una rentabilidad del 14%, mientras que su deuda directa registraba un 11%. Este escenario presentaba una oportunidad de valor relativo, puesto que el mercado estaba valorando el convertible a 300 puntos básicos por debajo (3%) que la deuda directa de duración equivalente. Los gestores de valor relativo habrían adoptado una posición larga simultánea en los bonos convertibles del fabricante y la habrían compensado con una posición corta en la deuda directa de duración equivalente para obtener la diferencia de precio de 300 puntos básicos.
La estrategia de valor relativo suele obtener buenos resultados durante periodos de incertidumbre del mercado de renta variable y se mantiene sin cambios en los mercados de bonos en crecimiento.[6]
Impulsado por acontecimientos
Los inversores impulsados por acontecimientos invierten en valores de empresas en medio de acontecimientos empresariales como quiebras, cambios en la estructura del capital o fusiones y adquisiciones.
Por ejemplo, cuando una empresa anuncia que planea adquirir otra empresa, las acciones de la empresa objetivo aumentarán su valor, mientras que las de la empresa compradora caerán, normalmente debido a la incertidumbre que rodea a cualquier tipo de adquisición y a que el comprador normalmente tiene que pagar una prima sobre el valor de la empresa objetivo. El gestor impulsado por acontecimientos adoptará una posición larga en las acciones de la empresa objetivo y venderá al descubierto las acciones de la empresa compradora.
Tenga en cuenta que la actividad comercial comenzará tras el anuncio, no debido a la especulación por rumores de los gestores. El riesgo principal de dicha posición es que el acuerdo no salga adelante. Las estrategias impulsadas por acontecimientos tienden a registrar mejores resultados cuando los mercados han repuntado, pero también pueden funcionar cuando hay una alta actividad empresarial.[7]
Macro mundial
Las estrategias macro mundiales se centran en oportunidades macroeconómicas descendentes con numerosos mercados e inversiones, incluidas divisas y materias primas. A la hora de considerar sus elecciones de inversión, los gestores macro mundiales tienen en cuenta muchos factores, entre los que se encuentran los indicadores económicos del país o la región, así como las tendencias y divergencias del mercado central.
Una temática popular para los gestores macro mundiales en 2014 podría resumirse con el título “Los mercados desarrollados sienten el estruendo del desplome de los mercados emergentes”. Por su parte, el gestor macro global habrá adoptado una posición larga en un fondo cotizado en bolsa (ETF) MSCI World Index y una posición corta en un ETF MSCI Emerging Markets Index.[8]
La estrategia macro global puede utilizarse junto con las otras tres estrategias descritas, y normalmente obtiene buenos resultados en periodos en que los mercados han marcado tendencias, ya sean alcistas o bajistas.[9]
Enfoque multigestor
Mientras que las estrategias utilizadas por los gestores de fondos hedge, son diversas, los fondos hedge, tradicionales suelen ofrecer un solo gestor y una sola estrategia. Sin duda, algunos gestores de fondos hedge, pueden invertir en numerosas estrategias, pero, al final, un inversor se queda con el estilo de un solo gestor. Por el contrario, muchos fondos alternativos líquidos son fondos multiestrategia que invierten en distintos gestores con la misma estrategia, o distintos gestores con estrategias distintas.
Un enfoque de multiestrategia lucha por proporcionar un nivel constructivo de diversificación dentro de una cartera.[10] Una mayor diversificación mediante la selección de varios gestores dentro de cada estrategia puede contribuir a mitigar los riesgos vinculados a los gestores. Los gestores pueden tener diversos estilos o enfoques dentro de la misma estrategia de cobertura, con experiencia en un sector determinado (como la región, el sector o el instrumento financiero). Entre los distintos tipos de estrategias de cobertura, cada una puede comportarse de forma distinta en un entorno de mercado específico, por lo que creo que es fundamental contar con profesionales con experiencia inclinados hacia estrategias que tengan la mayor oportunidad para obtener rentabilidad en un entorno de mercado tanto actual como futuro.
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¿Cuáles son los riesgos?
Todas las inversiones implican un riesgo, incluida la posible pérdida de capital. El valor de las inversiones puede experimentar oscilaciones al alza o a la baja, y cabe la posibilidad de que los inversores no recuperen el capital total que invirtieron. Los valores de mercado de los títulos mantenidos en la cartera sufrirán oscilaciones, en ocasiones de forma rápida o impredecible. La rentabilidad de la cartera depende de las habilidades del gestor en seleccionar, supervisar y asignar activos a los subasesores. La cartera está gestionada de forma activa y podría sufrir pérdidas si el criterio del gestor de inversiones y los subasesores acerca de inversiones concretas realizadas para la cartera no fuese el correcto. Hay subasesores con poca o ninguna experiencia en gestionar los activos de una empresa de inversiones registrada. Las inversiones extranjeras están sujetas a un mayor riesgo de inversión, tanto político, económico, crediticio e informativo como de fluctuaciones de divisas. Las inversiones en derivados implican gastos y crean apalancamiento económico, lo que puede dar lugar a una importante volatilidad y provocar que la cartera sufra pérdidas (u obtenga beneficios) que superen de forma significativa la inversión inicial de la cartera. Los valores de deuda con menor calificación o de alta rentabilidad implican un mayor riesgo crediticio, incluida la posibilidad de default o quiebra. Las estrategias de gestión de divisas podrían provocar pérdidas para la cartera si estas no obtienen los resultados esperados por el gestor o el subasesor. La cartera puede adoptar ventas de valores cortas, lo que se traduce en un riesgo de que las pérdidas puedan superar el importe invertido inicialmente. Las inversiones en arbitraje de fusiones se arriesgan a sufrir pérdidas si se vuelve a negociar o se anula una reorganización propuesta en la que la cartera invierte. El riesgo de liquidez surge cuando aumenta la dificultad de venta de valores (o cuando ya no se pueden vender) al precio que fueron valorados.
[1] Fuente: © HFR, Inc., HFR Industry Reports, enero de 2015, www.hedgefundresearch.com.
[2] La correlación oscilará entre 1 (correlación positiva perfecta, hacia la misma dirección) y -1 (correlación negativa perfecta, hacia direcciones opuestas).
[3] Una venta corta es una venta de un valor que el vendedor ha tomado prestado, normalmente de un agente, y que promete devolver en el futuro. El agente vende las acciones prestadas y los beneficios se ingresan en la cuenta del vendedor. En una fecha futura establecida, el vendedor deberá comprar el mismo número de acciones que ha tomado prestadas y devolvérselas al agente. Si el precio por acción ha caído durante ese periodo, el vendedor podrá volver a comprar las acciones a un coste menor y obtener beneficios de la diferencia de precio. Si el precio por acción aumenta en ese periodo, el vendedor pagará un precio mayor por las acciones, lo que le supondrá una pérdida.
[4] La rentabilidad pasada no es garantía de resultados futuros.
[5] La duración es una forma de medir la sensibilidad de un bono, o una cartera, a los movimientos de los tipos de interés. Mide el número de años necesarios para recuperar el coste real de un bono, teniendo en cuenta el valor actual de todos los cupones y los principales pagos que se recibirán en un futuro. En general, cuanto más alta sea la duración, más caerá el precio del bono (o el valor de la cartera) mientras que los tipos suben debido a la relación inversa entre la rentabilidad y el precio de los bonos.
[6] La rentabilidad pasada no es garantía de resultados futuros.
[7] Ibíd.
[8] Los índices no son regulados y no se debe invertir directamente en uno.
[9] La rentabilidad pasada no es garantía de resultados futuros.
[10] La diversificación no garantiza beneficios ni protege frente al riesgo de pérdida.