Los bancos centrales deben inspirar confianza a la economía manteniendo la inflación baja y estable. La Reserva Federal Estadounidense (FED), paradigma de los bancos centrales, ha sufrido un descarrilamiento preocupante. En marzo, IPC de EE.UU. se situaba un 8,5% por encima de hace un año, el crecimiento anual más rápido desde 1981. La FED tiene un problema con la inflación.
La Reserva Federal tenía las herramientas para frenar la inflación, pero no ha sido capaz de hacer uso de ellas a tiempo. El resultado es el mayor alza en la inflación de un país “rico” en los 30 años que hace que los bancos centrales tienen un objetivo de inflación fijado. La buena noticia es que parece que ha tocado techo, pero su objetivo del 2% queda bastante lejos por lo que tendrá que tomar decisiones difíciles. Los defensores de la FED apuntan a una subida de precios del 7,5% en la zona euro y un 7% en Reino Unido como evidencia de un problema global, en gran medida consecuencia de la subida de los precios de las materias primas por la invasión rusa de Ucrania.
Hay que tener en cuenta que casi tres cuartas partes de la inflación en la zona euro se deben al gran aumento del precio de la energía y de los alimentos por culpa de la guerra. EE.UU., por su parte, tiene abundantes reservas de gas y al gozar de unos ingresos más altos los alimentos básicos tienen un efecto menor en el promedio de los precios. Si sacamos la energía y la alimentación de la inflación de la zona euro se quedaría en un 3% mientras que la de EE.UU estaría en el 6,5%.
El camino de la inflación de EE.UU. es único respecto a otros países, en gran medida, por los 1,9 billones de dólares en estímulos fiscales que se aprobaron en Marzo de 2021. Esta inyección supuso que el total de estímulos para combatir los efectos de la pandemia llegasen al 25% del PIB, la cifra más alta entre los países “ricos”. Mientras desde la Casa Blanca se pisaba el acelerador, la FED debería haber contemporizado y pisado el freno. No fue así.
En septiembre de 2020 la FED, buscando entrar en una retórica más allá que la puramente económica, prometió no subir tipos hasta que el desempleo hubiese llegado a un nivel más sostenible e inclusivo, el problema viene porque el ratio de desempleo en el que la inflación se empieza a disparar no es algo que pueda prever ni controlar un Banco Central.
El resultado es un desastre con el que tiene que lidiar ahora la FED ya que su previsión de subida de tipos en diciembre era de 0,75 puntos básicos para 2022 y hoy se espera que la subida sea de 2,5 puntos básicos. El principal problema es que la manera habitual de controlar la inflación es subir los tipos por encima de su nivel neutral, que se estima en el 2-3%, al menos tantos puntos como la subida en la inflación subyacente lo que, a día de doy, implicaría unos tipos al 5-6%, unas cifras que no se ven desde 2007.
Unos tipos tan altos controlarían la inflación a costa de una probable recesión. En los últimos 60 años, la FED sólo ha conseguido frenar la economía de EE.UU. sin llegar a causar una recesión en tres ocasiones y en ninguna con la inflación tan alta como la que hay hoy. Un panorama nada alentador.
Una contracción en la economía estadounidense se cierne como uno de los tres mayores riesgos sobre la economía global junto con la seguridad energética de Europa y los esfuerzos de China para controlar la COVID19.
Para los países emergentes y en vías de desarrollo sería especialmente problemática una subida tan elevada de tipos por parte de la FED ya que ahuyentaría el capital y debilitaría sus tipos de cambio, especialmente si una recesión global reduce la demanda de sus exportaciones al mismo tiempo.
Una inflación estable y ligeramente por encima del 2% sería tolerable por la economía real pero no hay garantía de que la FED a día de hoy pueda proporcionarla. Incumplir este objetivo tiene graves consecuencias. Afectaría a los tenedores de bonos de largo plazo, incluyendo a otros bancos centrales y gobiernos que tienen 4 billones de dólares en bonos del tesoro estadounidense. Para hacernos una idea se calcula que una década con la inflación al 4% en lugar de al 2% reduciría el poder adquisitivo del dinero reembolsado al final de ese periodo en un 18%.
Cada mes que la inflación sigue a niveles tan altos la credibilidad de la FED, que tanto ha costado ganarse, se desvanece un poco más.