El trabajo es una de las instituciones más importantes de la sociedad. Es el mecanismo principal por el cual se asigna el poder adquisitivo y provee a las personas de un sentido, una estructura y una identidad.
Un Robo Advisor en lugar del asesor físico
Debido al creciente número de tecnologías disruptivas que están cuestionando los modelos establecidos, como en el caso de los Robo Advisor y los asesores tradicionales, ha vuelto a saltar a la palestra un miedo recurrente como es el de la posibilidad de que una máquina acabe ocupando el puesto de trabajo de una persona.
Lo cierto es que el trabajo ya no es capaz de asegurar el mismo nivel de vida como lo hacía antes. Desde el 2000, el crecimiento económico de los países ricos no ha sido capaz de generar un incremento decente del salario de la mayoría de los trabajadores.
Estas preocupaciones han reavivado el interés en una vieja idea: El pago de una “renta universal”, una paga gubernamental incondicional para todos los ciudadanos que sirva como un suplemento o un complemento a los salarios.
La renta básica ¿solución?
El 5 de junio los suizos rechazaron en referéndum instaurar una renta universal. Finlandia y Holanda están planeando experimentos limitados en los que algunos ciudadanos percibirían una renta mensual de aproximadamente 1.000 €. En España, Podemos ha prometido instaurarla a aquellos que cobren menos de 900 € al mes. En este sentido, hay propuestas de varios partidos políticos de ideologías muy dispares que están a favor de esta idea pero no son del todo conscientes de las implicaciones que tendría para la economía de un país.
La renta básica no puede ser la solución a un problema que aún no se ha materializado. Las preocupaciones sobre los avances tecnológicos significando el fin del empleo, hasta la fecha, siempre se han quedado en agua de borrajas. Mientras se destruían puestos de trabajo en el sector agrícola, se creaban otros en las fábricas. El miedo actual a los robots, robo advisor y a la inteligencia artificial puede resultar un punto más en esa línea de miedos infundados.
Podemos calcular los costes de una renta básica. Su universalidad está diseñada para funcionar como un derecho básico y no incurrir en la injusticia de dejar alguien sin ella. Sin embargo, la universalidad también significa que la medida incrementa sus costes de manera exponencial.
Una economía tan rica como la americana podría permitirse pagar a sus ciudadanos una renta básica de 10.000 dólares al año si empezase a recaudar en impuestos la misma cantidad que el PIB de Alemania (el 35% versus el 26% que recaudan actualmente); y debería sustituir el resto de programas de bienestar social (incluyendo subsidios por desempleo o pensiones, sin incluir sanidad) con la renta básica.
Un salto tan grande en el volumen de recaudación del estado debería preocupar a cualquiera ya que, aún gravando de manera eficiente activos inmobiliarios, una subida de impuestos a esos niveles tendría unos efectos impredecibles en el crecimiento y la generación de riqueza. Por no hablar del hecho de que esos 10.000 dólares anuales, que ya a día de hoy es bastante bajo, dejaría a las personas peor de como están ahora porque los bienes estarían más gravados.
Hay que tener en cuenta también que una renta básica haría imposible a los países tener las fronteras abiertas. El derecho a recibir la renta básica alentaría a los gobiernos de los países ricos a cerrar las fronteras a los inmigrantes o bien a crear una “ciudadanía de segunda” sin acceso al apoyo estatal.
No hay que relajarse, queda mucho por hacer
No nos equivoquemos. Los países más ricos están lejos de asegurar una calidad de vida digna a sus ciudadanos. Sin embargo, en lugar de poner “patas arriba” la sociedad con una reforma radical del estado de bienestar bajo la premisa de una revolución digital que acabará eliminando el trabajo que todavía no tiene visos ni siquiera de comenzar en el futuro cercano, los gobiernos deberían hacer un mejor uso de las herramientas que ya tienen.
Ayudar al mercado laboral para impulsar el crecimiento del empleo o mejorar el subsidio por desempleo, entre otras medidas, facilitaría a las personas tener un nivel de vida decente que les permitiera estar holgadamente por encima del umbral de la pobreza.
Una renta básica universal puede que tenga sentido en un futuro, pero antes de que los gobiernos empiecen a planificar para ese mundo futuro deberían esforzarse para mejorar el funcionamiento del sistema actual.