Los inversores apuestan por los hedge funds en escenarios donde el mercado está bajando. Hace unos días nos topábamos con esta noticia que así lo confirmaba: «Los inversores huelen el miedo: vuelven a buscar el ‘paraguas’ de los hedge funds«. Efectivamente, hoy explicaremos qué son los hedge funds o como también son conocidos: fondos de cobertura o fondos de inversión libre.
La principal característica de estos fondos es la de maximizar la rentabilidad como sea. Se vieron por primera vez en EEUU, en 1949, cuando Alfred Winslow utiliza por vez primera herramientas de inversión como el apalancamiento financiero.
Se trata de productos financieros dirigidos a inversores que puedan ser capaces de soportar un gran riesgo. Para comprender este riesgo que supone invertir en un hedge fund basta con ver sus principales características y estrategias.
Características de los hedge funds
No existen unas características determinadas atribuibles a todos los hedge funds. Sin embargo, en general, los fondos de cobertura no siguen un índice. Buscan ineficiencias del mercado para obtener beneficios. Son productos poco líquidos y, de forma genérica, poco transparentes. Una prueba de ello es que no están obligados a publicar un valor liquidativo diario. Tampoco tienen como obligación cumplir el principio legal de diversificación y, además, tienen completa libertad para endeudarse hasta el límite de 5 veces el valor de su patrimonio.
Estrategias que usan los hedge funds
Las más destacables son cuatro:
– Fondos neutrales: Pretenden cubrir el riesgo de mercado, el objetivo es ofrecer rentabilidad suba o baje el mercado.
– Fondos globales: Se seleccionan diferentes países del mundo de manera macroeconómica para encontrar oportunidades financieras.
– Fondos distressed o buitres: Invierten en activos o empresas que están extremadamente infravalorados, casi rozando la quiebra.
– Fondos bajistas: Aquellos que toman posiciones cortas, es decir, apuestan en contra de un activo o empresa.
Sus características, las estrategias que toman y sus antecedentes históricos, hacen de los fondos de cobertura un producto financiero no apto para todos los inversores. Su falta de transparencia, las altas inversiones mínimas que requieren y sus elevadas comisiones, se contraponen a las impresionantes rentabilidades que han logrado algunos de estos fondos. Se trata sin duda de fondos muy particulares, donde la enorme libertad de la que gozan los gestores es la clave.