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Banca privada vs. banca de inversión

Banca privada vs. banca de inversión

El sector financiero es infinito. Existen un montón de empresas dando servicio de todo tipo, desde pequeñas boutiques hasta enormes mastodontes financieros que abarcan casi la totalidad de actividades de este sector. Hoy queremos centrarnos en la banca privada vs. banca de inversión, dos industrias poco conocidas para aquellos que no trabajan en este sector y que a menudo se confunden con la banca comercial.

Empecemos por la banca de inversión. Es la gran desconocida para aquellos que no forman parte del mundo financiero. Este sector se centra principalmente en dar servicio a las empresas en cuatro aspectos financieros: ampliaciones de capital, fusiones y adquisiciones, compras apalancadas y reestructuraciones de deuda. Principalmente su labor se focaliza en acompañar a grandes empresas en operaciones corporativas, asistiéndoles a la hora de calcular los costes y buscar financiación para ejecutar dichas operaciones.

La estructura de un banco de inversión no está armonizada. Podemos encontrarnos con grandes corporaciones bancarias que ofrecen la totalidad de servicios de la banca comercial, banca privada y banca de inversión (como UBS, JPMorgan, Goldman Sachs…) y pequeñas boutiques especializadas en determinadas industrias, operaciones y áreas geográficas.

En cambio, la labor de la banca privada se centra en personas físicas, concretamente en la gestión de grandes patrimonios. Los banqueros que trabajan en este ámbito buscan grandes patrimonios para gestionar sus inversiones con el fin de obtener rentabilidad para el cliente, y a cambio cobran una comisión del monto a invertir.

Aportan una independencia a la hora de crear la cartera de inversión y un compromiso con el inversor como no lo hacen los bancos comerciales. Esto se debe a que, normalmente, solo cobran del cliente. No obtienen retrocesiones, ni ninguna comisión oculta por recomendar invertir en un producto financiero determinado. Esta independencia, la ausencia de conflicto de intereses y la individualización de la inversión, hacen de la banca privada la mejor opción para gestionar nuestro patrimonio. Eso si, siempre que dispongamos de un mínimo de un millón de euros para invertir.

En las últimas décadas no ha faltado negocio para la banca privada. Pero la crisis financiera y la revolución digital del sector financiero están complicando cada día más su negocio. El estrechamiento de márgenes y el abaratamiento del servicio de gestión del ahorro a través de herramientas como la de Feelcapital, hace peligrar la estabilidad de este sector. Ya se empieza a ver grandes fusiones dentro de la industria y una contracción de la cuota de negocio. Habrá que ver cómo evoluciona este sector y quién será el gran vencedor de la industria de la gestión de patrimonios.

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