A medida que el ciclo económico madura y envejece pasa por diferentes fases y éstas se reflejan en los mercados financieros. A los analistas les gusta referirse a las distintas fases del ciclo económico como temprana, media y tardía. Es complicado saber cuándo termina una de estas fases y cuándo empieza otra, pero los mercados ofrecen algunas pistas en forma de indicadores. La pendiente de la curva de los tipos de interés es uno de estos indicadores.
Un aumento en la pendiente de la curva de tipos, es decir cuando aumenta la diferencia entre los tipos a largo plazo respecto de los tipos a corto plazo, indicaría que la economía se acelera y, por lo tanto, debería aumentar la inflación. Este movimiento se pudo apreciar en el primer trimestre del 2021.
Si este aumento de la pendiente se invierte, se aplana la curva, se podría interpretar como el fin de la etapa temprana del ciclo económico.
Una medida estándar de la pendiente de la curva es la diferencia entre los tipos de interés a dos y a diez años, cuanto mayor es la diferencia, mayor la pendiente de la curva.
No siempre movimientos en la pendiente de la curva se deben a variaciones del ciclo económico, factores técnicos pueden estar detrás de estos movimientos. Por ejemplo, operaciones con bonos por razones de gestión de riesgo, de rebalanceo de carteras o de “momentum” pueden alterar la pendiente de la curva. Los factores macroeconómicos también modifican la curva: los tipos de interés ultra bajos que hay en Japón y Europa actúan como control en los retornos de los bonos de EE. UU. ya que inversores que buscan retornos de bajo riesgo se lanzarían a comprarlos si subiesen por encima de determinado nivel empujándolos de nuevo hacia abajo. La aparición de datos inflacionistas también actúan sobre la diferencia entre los tipos a largo y a corto.
Si nos fijamos en el mercado de bonos estadounidense podemos intuir que el ciclo económico temprano, en el que los activos de más riesgo como las acciones se compran sin mucho miramiento, puede haber llegado a su fin lo que implicaría que el pico del crecimiento económico habría pasado.
Como los mercados miran al futuro, si el pico de crecimiento ha pasado, el margen para nuevas revisiones al alza de las previsiones de beneficios sería limitado y la falta de estímulos para que los precios de las acciones suban implicaría que pueden experimentarse caídas. ¿Qué quiere decir esto? Como ya hemos dicho, es tan solo un indicador que pueda estar moviéndose por factores externos, pero nunca viene mal estar pendiente de las señales que nos dan los mercados. Adelantarse a estas señales y posicionar las carteras en función del ciclo económico es la parte más importante de los asesores automatizados que utilizan los algoritmos para poder interpretar los movimientos del mercado y su evolución.