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¿Qué hay que hacer cuando caen los mercados?

Qué hay que hacer cuando caen los mercados

La caída de los mercados provoca en muchas ocasiones a los inversores/ahorradores una angustia innecesaria. Como hemos visto recientemente, los índices tienen correcciones, algunas veces demasiado bruscas, pero esto no significa que volvamos a la crisis ni que se acabe el fin del mundo. Entonces, ¿qué hay que hacer cuando caen los mercados?

La volatilidad existe, los índices suben y bajan. Estas subidas y bajadas se pueden producir por muchas circunstancias. Hay que saber abstraerse del ruido y pensar en las necesidades de cada uno como inversor.

Cuando un mercado cae se pueden producir tres situaciones. La primera, es que se considere una bajada como una oportunidad de compra. El precio de un activo que es de nuestro agrado y que no comprábamos porque era demasiado caro baja, y aprovechamos para comprar una posición. La segunda situación que se puede producir es que la caída no influya en nuestra estrategia de inversión. Mantener la posición a toda costa y esperar a que lleguen tiempos mejores. La tercera, que nos abrume la pérdida de valor de nuestra inversión y vendamos la posición entera. Salir cuanto antes de ese mercado asumiendo las pérdidas que conlleve deshacer la posición.

Bien, de estas tres situaciones, en la medida de nuestras posibilidades, deberíamos evitar la última. La inversión, al fin y al cabo, se compone de tiempo y riesgo. Cuando invertimos en un activo lo hacemos con vistas a obtener una rentabilidad futura. Es por ello, que un movimiento del mercado no debería romper nuestros esquemas de inversión. A no ser que esta caída provoque un cambio en el riesgo que asumimos, lo más lógico sería aguantar hasta que pase la tormenta.

Como hemos escrito en multitud de posts en nuestro blog, lo más importante a la hora de invertir es conocer nuestro perfil de riesgo. Siempre hay que adaptar nuestra inversión a nuestras necesidades. Si queremos que se cumplan nuestras expectativas de rentabilidad no debemos nunca dejarnos llevar por los sentimientos de mercado. La inversión se hace a largo plazo y la especulación, a corto.

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