La próxima era de la computación en la nube tiene implicaciones significativas no solo para las empresas, sino también a nivel geopolítico y medioambiental. Desde Walter Scott nos explican porqué.
El ciclo vital de la computación moderna consta de múltiples periodos de innovación en un plazo temporal relativamente corto. En el marco de su aceleración continuada, se divisa otro movimiento sísmico en el horizonte.
Según Matthew Gerlach, gestor en Walter Scott, las empresas se adaptarán o quedarán rezagadas a medida que la cantidad de datos, la urgencia con la cual se transmiten y los dispositivos que los producen cambian ante nuestros ojos.
La primera era de gran innovación tuvo lugar en los años sesenta y setenta, durante el cambio de grandes computadoras centrales a miniordenadores. El segundo, ocurrido en los ochenta y los noventa, fue la transición hacia los ordenadores personales. Y el más reciente —hace muy poco tiempo— fue la adopción de la computación móvil y en la nube. No obstante, Gerlach afirma que ya hemos comenzado el siguiente capítulo: el llamado edge computing.
El Internet de las cosas (IdC) representa una red de dispositivos tecnológicos modernos equipados con sensores y software para comunicarse a través de internet. En opinión de Gerlach, la mayor adopción de estos aparatos ha conducido al nacimiento del edge computing, una arquitectura que permite la conectividad masiva a niveles
inauditos.
En el componente de “actores secundarios” de la estrategia, las empresas pueden ser de capitalización mediana a grande: Novartis, Roche y Sanofi son ejemplos de grandes firmas europeas en este espacio, según Mellon.
En el caso de las grandes empresas, participar en la creación de un fármaco genético es tan solo una pequeña parte de su negocio total, aunque potencialmente la de mayor crecimiento, añade el gestor. Estos “actores secundarios” también pueden ser bastante proclives a comprar otras empresas, con lo que en esta área abundan las oportunidades de fusiones y adquisiciones.
En esencia, el edge computing trata de responder las necesidades de más datos de los dispositivos tecnológicos de vanguardia (de IdC), desde teléfonos inteligentes y coches autónomos hasta sensores y robots para la automatización de fábricas. Dado que estos dispositivos generan más y más datos de creciente complejidad, el edge computing (o la descentralización del almacenamiento de datos) aumenta las capacidades de computación acercando dicho almacenamiento al usuario final. “Lo logra mediante servidores locales que actúan como conducto entre la nube (grandes centros de datos centralizados) y el usuario final —explica Gerlach— y la tecnología 5G es crucial en esta transición.”
Adaptación
Por lo que respecta al paisaje cambiante de la computación, Gerlach piensa que las empresas pueden dividirse en dos categorías: “La primera corresponde a aquellas que se adaptan con éxito y continúan floreciendo en la nueva era de la computación, y la segunda abarca a las que no lo logran y preparan el camino para que nuevos proveedores de soluciones obtengan cuota de mercado. Estos ciclos de innovación suelen expresarse como curvas en forma de S. Su adopción es gradual, y en cualquier caso más lenta de lo que anticipa la gente inicialmente; no obstante, una vez ganan tracción son casi imparables.”
En aquellas empresas que eligen adaptarse, Gerlach explica que los equipos directivos. La primera gira entorno a cómo adaptar con éxito plataformas que ya han desarrollado, mientras que la otra intenta identificar qué tipos de productos y estrategias serán importantes en la próxima era. Actualmente, esta próxima era estará dominada por la creciente complejidad y urgencia del os datos, opina el gestor.
Evolución de los datos
De momento, los dispositivos “edge” tradicional es como smartphones , cámaras de seguridad y ordenadores portátiles representan la mayor parte del crecimiento en transmisión y almacenamiento de datos. No obstante, Gerlach piensa que será necesaria nueva innovación en cuanto a la manera de gestionar datos para una nueva ola de dispositivos, entre ellos coches autónomos, robots colaborativos y ascensores inteligentes. Los nuevos dispositivos IdC operan mediante sensores, software y equipamiento que emplean datos del mundo real, con lo que generan datos mucho más complejos(temperatura, presión, velocidad, aceleración, ubicación, etc.).
“En los orígenes dela creación de datos, la información constaba de largas series de texto y números. En el mundo actual del as redes sociales, incluye miles de millones (si no billones) de imágenes, audio e incluso vídeo”, explica.
Dicho esto, no solo está aumentando la complejidad de los datos, sino también su urgencia. “Si uno considera los requisitos de toma de decisiones de un vehículo conectado, una fábrica conectada o un sistema de monitorización de pacientes a distancia, el riesgo y el coste de eventuales errores es mucho mayor”, afirma el gestor. Dado que un error puede ser literalmente de vida o muerte, la ciber seguridad ha sido otro beneficiario del avance de los datos. Las empresas que juegan un papel en la facilitación, protección y transmisión de información estarán a la vanguardia de la transición. No obstante, la nube no basta para hacer realidad la visión de conectividad masiva entre un amplio rango de sectores, de ahí la necesidad del edge computing, opina Gerlach.
“En la práctica, esto se traduce en una densa red de torres de telefonía móvil, estaciones base y centros de microdatos —todos respaldados por 5G—que traslada las funciones de almacenamiento, computación y análisis, alejándolas de la nube y acercándolas a los dispositivos propiamente dichos”, explica. “Creemos que, a su vez, la nube se convierte en un almacén para los tipos de datos más valiosos y en un lugar donde la inteligencia artificial (IA) se implementará a escala.”
Aunque esto pueda sonar futurista, Gerlach opina que la transición es muy real y determinará el futuro de muchas compañías tecnológicas.
Áreas a seguir de cerca
Gerlach cree que cuatro tipos de empresas están especialmente bien posicionadas para beneficiarse de esta tendencia:
1 . Innovadoras de equipamiento de detección y visión artificial.
2 . Fabricantes de semiconductores/chips analógicos.
3 . Inteligencia artificial.
4 . Ciber seguridad.
En la primera categoría, el equipo de análisis de Walter Scott está siguiendo a dos fabricantes, uno japonés y otro estadounidense. Ambas empresas apuestan fuerte por la automatización de fábricas, pero también han encontrado otros canales de venta para sus productos, como la automatización de la logística, del comercio minorista y de las ciencias biológicas, explica Gerlach. “Cerca de un 70% delos productos dela japonesa son los primeros de su clase, mientras que la estadounidense se gasta de un 15% a un16% de sus ventas en investigación y desarrollo cada año. Así,
creemos que ambas compañías están bien posicionadas para beneficiarse de estas tendencias”, afirma.
La segunda área de interés, la fabricación de chips analógicos, está dominada por un actor clave estadounidense, opina el gestor. Esta empresa tiene el doble de cuota de mercado que su competidor más cercano.
Los chips analógicos son esenciales para la próxima era de la computación, porque convierten señales analógicas del mundo real en señales digitales, comprensibles para los dispositivos edge.
Últimamente, esta compañía ha gozado de una amplia adopción de sus chips, “desde aeroespacial y defensa hasta automoción (donde se beneficia especialmente de los vehículos eléctricos) y otros mercados como electrodomésticos, automatización de fábricas y mucho más. La empresa ha invertido de forma significativa en varias iniciativas directas al cliente, tratando de sacar partido a su escala sin precedentes para capturar cuota de mercado y mejorar tanto sus beneficios como su rentabilidad del capital invertido.”
La tercera área a seguir de cerca, en torno a la inteligencia artificial, ha obligado a muchas de las grandes tecnológicas a diseñar sus propios chips, al darse cuenta de la importancia estratégica de esta tecnología en el largo plazo. La competencia en este segmento también ha propiciado la llegada de varias empresas excepcionalmente bien capitalizadas.
“En una fase tan temprana del desarrollo de la IA y con una competencia tan intensa, es muy difícil identificar a los futuros ganadores, pero creemos que existen algunos candidatos probables”, afirma Gerlach.
“El futuro es muy excitante. Esta próxima era de la computación en la nube tiene implicaciones significativas no solo para las empresas, sino también para otras áreas como la geopolítica, el diseño de medidas y regulación, e incluso el medioambiente”, concluye.
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