Lecciones de una crisis financiera: las normas por sí solas no son suficiente

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Lecciones de una crisis financiera, las normas por sí solas no son suficiente

Diez años después de la crisis financiera, el peso de la regulación está dificultando el control de los bancos

Por estas fechas de 2007 se empezaba a hacer evidente que algo muy malo estaba pasando en los bancos norteamericanos. El mercado de la vivienda estadounidense estallaba y los bancos nacionales, los proveedores de hipotecas y los intermediaros inmobiliarios se llevaban la peor parte.

Uno de los prestamistas subprime más grandes en Estados Unidos, New Century Financial, se había declarado ya en quiebra. Bear Stearns acababa de rescatar uno de sus hedge funds que estaban expuestos al mercado inmobiliario estadounidense por la cantidad de 3.200 millones de dólares. El banco se vio obligado a liquidarlo hace ya cerca de diez años. Tal y como sabemos ahora, lo que empezó en Estados Unidos se extendería por el resto del mundo.

Parte de la respuesta a la crisis ha sido volver a escribir el reglamento de la banca global. Gran parte de esto ha sido sensible. Esto ha hecho a los bancos más seguros para la clase de fuga de capitales que sufrieron durante la crisis. Las grandes reservas de capital implican que los bancos más grandes no necesitarán recurrir a los contribuyentes si se repiten las condiciones de la crisis financiera.

La regulación también ha obligado a un cambio cultural sobre los bancos. Quienes dirigían los bancos en el camino hacia la crisis eran personas arriesgados por naturaleza. Dick Fuld, que llegó a lo más alto de Lehman Brothers hace cerca de 40 años, representaba la cultura bancaria en la medida en que era un producto de la misma. Ahora, toda la cultura gira en torno a la responsabilidad.

El interés de los reguladores y accionistas está generalmente alineado con lo anterior: interesa a todo el mundo evitar que se repita la crisis financiera. Y está claro que los accionistas generalmente no hicieron un gran trabajo actuando en favor del mejor de sus intereses a largo plazo antes de la crisis. Pero lo que es bueno para los reguladores –la minimización del riesgo a cualquier coste- no siempre va a ser del interés de los accionistas. Por el momento, la voz de los reguladores parece anteponerse a la de todos los demás.

Esto no es un argumento a favor de menos regulación. Pero la regulación tiene que tener sentido. Por ejemplo, los requisitos de transparencia de los bancos crean enormes cantidades de trabajo y material pero no obtienen necesariamente el resultado deseado. Proceden de Pilar III de los acuerdos de Basilea y obligan a los bancos a dar detalles exhaustivos sobre los instrumentos que poseen. La idea es que poniendo toda esta información en el dominio público se mejorará la vigilancia. Pilar III se basa en la suposición de que el escrutinio del mercado ayudará aplicar más disciplina en la toma de riesgos de los bancos. Pero no parece ser lo que está pasando.

Estas divulgaciones son en realidad enormes conjuntos de datos que pueden llegar a las 150 páginas, generalmente publicadas a la vez pero separadas del informe anual. El trabajo de bucear entre los datos es muy complicado. Pero no está claro quién está haciendo este análisis. Que los datos simplemente estén ahí no quiere decir que alguien se esté fijando en ellos.

Los bancos, los inversores, las agencias de calificación, los reguladores y los bancos centrales se culparon entre ellos durante la crisis financiera. Esto se debió en parte a que cada uno de ellos pensó que era responsabilidad de los demás entender los riesgos del sistema.

Tanto si se miran los datos como si no, el puro peso de la publicación también hace que sea más difícil detectar los problemas, que habitualmente quedan escondidos a la simple vista. Las publicaciones bancarias son ahora como una librería en incesante crecimiento en la que cada vez es más complicado encontrar qué libro está fuera de su sitio.

También hay una cuestión más amplia sobre cómo las partes interesadas de los bancos son escuchadas. En términos absolutos, los reguladores tienen una influencia mucho mayor sobre lo que hacen los bancos que sobre lo que hacen los accionistas. De nuevo, parte de esto es cierto. Los bancos, como todas las compañías, necesitan rendir cuentas más allá que a sus accionistas. Pero para los bancos, hay una parte interesada preeminente: la pura presión de la adherencia regulatoria está expulsando a todas las demás voces.

La voz de los reguladores no solo se escucha en los consejos. Cada vez más, están físicamente presentes en los consejos y dejan claro lo que quieren escuchar cuando están allí. Son activos en el diálogo a todos los niveles de las organizaciones, especialmente con aquellos individuos sujetos a responsabilidad personal. En comparación, la voz de los accionistas está silenciada. Aunque los inversores de los bancos también necesiten ser capaces de dialogar con los equipos directivos y ser capaces de impulsar el cambio cuando consideran que favorece los intereses de sus clientes.

Siempre se pueden burlar las reglas y generalmente tienen consecuencias inesperadas. Esto se debe en parte a que las normas son por definición muy estáticas: algo se permite o no se permite. En cambio, el discurso de los accionistas se puede adaptar mucho más fácilmente a condiciones cambiantes. Las reglas de una industria tampoco discriminan entre compañías. Los accionistas impulsarán el cambio en los bancos por las características particulares de un banco. Su voz no debería ser silenciada.

Los bancos están en mejor forma que hace diez años. Pero la crisis se debió a errores colectivos. Fueron errores de los bancos, los inversores, los reguladores y los bancos centrales. Los inversores, como los reguladores, aprendieron importantes lecciones. Nadie debería ejercer una influencia desproporcionada sobre cómo se gestionan actualmente los bancos. La voz de los accionistas debería ser escuchada.

 

Paul Lee, Director de Gobierno Corporativo en Aberdeen Asset Management

 

 

¿Cómo puedes determinar tu tolerancia al riesgo?

Diario, Finanzas personales
Cómo puedes determinar tu tolerancia al riesgo

La palabra «riesgo»

La palabra «riesgo» tiene un significado diferente para cada persona y su nivel de tolerancia al riesgo es personal. Para algunas personas, el riesgo es intolerable y la preocupación de tener riesgo en sus inversiones es lo que les hace reticentes a invertir. Para otras, sin embargo, los riesgos son inherentes a la naturaleza de la inversión y son conscientes de que si quieren retornos no hay nada que pueda evitar la presencia de riesgos en la inversión. Por último, hay personas que aman y están fascinadas por la idea del riesgo. Estas personas ven una posibilidad de altos retornos si asumen un alto riesgo.

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¿Qué implica para el inversor MiFID II?

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Qué implica MiFID II para el inversor

¿Qué implica para el inversor MiFID II?

Empecemos por aclarar que MiFID II es una Directiva europea que persigue una serie de premisas como son la eficacia, la protección del inversor y, sobre todo, la transparencia. Es por tanto una continuación de su antecesora, MiFid I, aunque con novedades.

Uno de los puntos más importantes es la obligación por parte de las entidades financieras de indicar si se declaran como independientes o si, por el contrario, se declaran no independientes, forzando así a estas a informar a sus clientes de las retrocesiones que les vayan a cobrar y facilitando de este modo que los clientes sepan en cada momento cuánto pagan por qué servicio.

Esta Directiva pretende promover una mayor intervención de los órganos supervisores, dotándoles de la autoridad necesaria para prohibir determinados productos. El organismo regulador a nivel europeo es el ESMA, que busca una supervisión armonizada entre los organismos de los distintos países. En España el órgano encargado es la CNMV. Destacar también la ampliación del control sobre nuevas actividades y productos financieros.

¿Por qué se ha demorado tanto la aplicación de MiFID II?

Aunque la Directiva se acordó en 2014, el Consejo de la Unión Europea decidió retrasar su entrada en vigor debido a los retos que suponía su implementación. Este retraso tenía por objetivo la preparación de los actores que se verían afectados por la misma, así como eliminar los posibles vacíos jurídicos que se pudieran producir. No obstante, que haya transcurrido un período de tiempo tan largo desde que se crease hasta que finalmente vaya a ser aplicada, pone de manifiesto una clara presión por parte de las entidades financieras para retrasar la fecha y así poder seguir cobrando retrocesiones a sus clientes sin tener que informarles de ello. Finalmente, entrará en vigor, tras casi 4 años, el 3 de enero de 2018.

¿Cómo afecta a cada parte?

 Lo que tenemos que tener claro es que esta Directiva gira en torno a los clientes minoristas, al inversor medio. Busca, por lo tanto, beneficiarles en materias como son los fondos de inversión, a los cuales se les va a dotar de una total transparencia en lo que se refiere a ingresos y costes. El inversor en fondos va a conocer al detalle todos los costes derivados de su inversión. Esto le permitirá tomar una decisión conociendo todos los datos.

Todo lo contrario ocurre con la banca. Desde el momento en que entre en vigor esta normativa, las entidades financieras se verán obligadas a detallar la totalidad de los costes que tiene la operación para el cliente, mostrando incluso algunos que hasta ahora habían conseguido esconder, como son los costes de asesoramiento; por lo general, muy superiores a los de otros actores independientes como pueden ser los Robo Advisor, lo que puede propiciar que el inversor busque asesoramiento independiente.

Cómo aprovechar las oportunidades que ofrecen las bolsas europeas

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La renta variable global sigue registrando nuevos máximos, liderada por Estados Unidos y los mercados emergentes. Sin embargo, la bolsa estadounidense produjo un retorno negativo en euros, ya que la divisa europea se fortaleció significativamente. Las bolsas europeas registraron resultados mixtos, a pesar de que los indicadores de confianza económica alcanzaron sus niveles máximos en una década. Obviamente, el fuerte incremento en el euro está comenzando a tener un impacto en los mercados europeos, especialmente en los mayores exportadores.

Por su parte, el BCE se ha vuelto un poco más contundente en sus comunicaciones, alimentando la incertidumbre respecto a un posible tapering en las compras de activos hacia el final del año. En el lado político, las negociaciones del Brexit comenzaron con mal pie, mientras en Estados Unidos el presidente Trump sigue atascado en peleas políticas internas y no logró sacar adelante su reforma del sistema sanitario. En la renta fija, el rendimiento del bono alemán siguió aumentando y los diferenciales de la deuda periférica siguieron estrechándose, con un mejor resultado para los mercados español e italiano. El mes también estuvo marcado por el fuerte rebote del precio del petróleo.

A nivel sectorial, los materiales se beneficiaron de la estabilización en los precios de las materias primas y la recuperación en las acciones de compañías del acero y la minería, mientras el sector financiero contó con el apoyo del incremento de los rendimientos de los bonos. Los servicios de telecomunicaciones y la energía también estuvieron entre los mejores. Los sectores defensivos, como el consumo básico, la sanidad y los exportadores en general sufrieron. Los estilos cíclicos y factores como valor, alto riesgo y small-caps tuvieron un mejor rendimiento, mientras las acciones con alto rendimiento por dividendos tuvieron un momento más difícil debido al aumento de los rendimientos de los bonos y las grandes compañías de consumo básico y sanidad sufrieron con la fortaleza del euro.

En este contexto, el fondo DPAM Equities L Europe Behavioral Value tuvo otro mes fuerte en julio y superó al índice de referencia, MSCI Europe Net Return Index. También superó el índice equivalente value gracias a su mejor asignación por sectores y selección de compañías. El fondo se benefició principalmente de su selección de acciones en consumo básico, industria y el sector financiero. En general, la selección de acciones en cada sector contribuyó positivamente excepto para nuestras posiciones en servicios de telecomunicaciones, un segmento que tuvo un rendimiento relativamente plano para nosotros.

El objetivo de DPAM Equities L Europe Behavioral Value es el crecimiento del capital a largo plazo, invirtiendo en renta variable europea. La política de inversión se adhiere a los principios de las finanzas conductuales (Behavioral Finance), un campo académico basado en la psicología para el análisis de los mercados financieros. El fondo invierte en acciones que se consideran infravaloradas y muestran un buen precio.

La estrategia de inversión está guiada por la implementación estricta y disciplinada de una valoración propia y el momentum de los beneficios empresariales en cada grupo sectorial. El objetivo es estar completamente invertido (máximo 3% de efectivo), diversificado en cada sector e industria y respetar la disciplina de compra y venta del proceso. En lo que respecta al factor value, las evoluciones recientes de los mercados han empujado la dispersión en las valoraciones (esto es, el diferencial en la valoración entre la acción más cara y la más barata de cada sector) a niveles históricamente atractivos.

Philippe Denef, gestor de Degroof Petercam Asset Management