Fondos de inversión: ¿Se ha convertido la indexación en algo demasiado popular?

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La Indexación como estrategia de inversión (carteras pasivas que únicamente compran y mantienen los activos en un determinado mercado) sigue ganando popularidad.

Actualmente, más del 35% de las carteras de inversión utilizan fondos indexados para ganar exposición en el mercado estadounidense. Y de acuerdo con Morningstar Investment Research, más del 55% del dinero invertido en fondos de inversión de renta variable durante 2014 pasó de los fondos gestionados de manera activa a los fondos indexados.

Dado este éxito, las personas se preguntan si los fondos indexados no se han vuelto demasiado populares. ¿Podríamos estar comenzando un periodo en el que las carteras gestionadas de forma activa sean más rentables? Y ¿ podría el tamaño de un fondo de indexación interferir con sus habilidades para producir resultados excepcionales?
Mi respuesta a ambas preguntas es clara: NO.

Dos razones de que la indexación es eficiente.

La efectividad de la indexación descansa en dos argumentos. El primer argumento que apoya la indexación se basa en que todos los mercados de valores son eficientes.

Cuando se presenta información sobre una empresa determinada o sobre economía en su conjunto, esta información se incorpora rápidamente al precio de mercado, ya que traders e inversores que buscan lucrarse, tratan de aprovechar cualquier información adicional que creen que pueden tener. Si un nuevo medicamento se descubre, es probable que se doble el valor de la compañía que lo ha descubierto, el precio se ajustara de manera instantánea y no de forma progresiva. Esto no significa que los precios de mercado sean siempre los correctos. De hecho, las acciones no siempre son valoradas perfectamente, nadie sabe de forma segura si son muy altos o muy bajos.
Por lo tanto, tratar de ganar al mercado, como hacen los gestores activos, implica costes de gestión y transacción e impuestos adicionales que reducirán las rentabilidades.

Incluso si los mercados no fueran eficientes, hay una segunda razón por la cual la indexación es considerada una estrategia óptima. Todas las acciones de cualquier mercado deben estar en manos de alguien. Por lo tanto, si algunos gestores tienen solo las acciones que están subiendo implica que debe haber otros gestores que tienen acciones que están bajando más que la media. La inversión está equilibrada. Con la presencia de los costes, sin embargo, la gestión activa será en su totalidad negativa. Si los fondos indexados se pueden comprar con un coste cercano a 0 (fondos cotizados en el mercado de valores de EEUU se pueden comprar cobrando un gasto del 1/20 del 1% o menos) y de media los fondos de inversión gestionados de forma activa cobran alrededor de 1% por año, el gestor debe estar rindiendo menos que el índice por ese porcentaje de diferencia.

La evidencia en favor de la indexación es abrumadora. Cada año, 2 de cada 3 gestores activos no superan al índice y aquellos que lo superan en un año, no vuelven a obtener los mismos resultados el siguiente.

A principios de 2014, se dijo que un gestor activo registraría rentabilidades superiores. De hecho, de acuerdo con Lipper Analytic Service (servicio de búsqueda de Thompson Reuters), aproximadamente el 85% de las fondos de activos de gran capitalización fallaron al no batir o incluso igualar al benchmark el 25 de noviembre de 2014. De media, los fondos no superaron al benchmark por la cantidad de coste extra.

Finanzas personales: Evaluación de la tolerancia al riesgo

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En esta entrada de la serie, en la que evaluamos la tolerancia al riesgo en función de un cuestionario, vamos a ver más ejemplos documentadospor las finanzas conductuales de cómo nuestra toma de decisiones a la hora de invertir, aún pensando que la hacemos de manera correcta, hace que obtengamos más riesgo y peores rendimientos.

Una de las evidencias que las finanzas conductuales han señalado es que decisiones intertemporales presentan diversas anomalías que no pueden conciliarse con la teoría de la utilidad descontada. La tasa de descuento, de hecho, no parece ser estable, sino que depende del contexto (situación económica personal, la situación política, la situación macroeconómica, etc) y en el nivel de riqueza.

Por otra parte, los sujetos sobrestiman la paciencia en un futuro lejano, dando lugar a la reversión de preferencias a medida que pasa el tiempo. En otras palabras, al considerar dos opciones intertemporales con el mismo intervalo de tiempo entre dos recompensas alternativas, los individuos tienden a ser impulsivos en el problema más cercano a la actualidad, al preferir la pequeña recompensa inmediata, y ser más pacientes en el problema en el futuro lejano, al preferir las recompensas más grandes con retraso.

Este comportamiento se representa mejor a través del modelo de descuento hiperbólico, lo que puede explicar diversos comportamientos problemáticos, como la pérdida de autocontrol o un apuro de fecha límite debido a la dilación. Para contrarrestar la inconsistencia dinámica, la gente puede pre-comprometerse con alternativas «virtuosas». Sin embargo, cuando el compromiso «voluntario» no es suficiente, puede ser necesaria la intervención pública.

Para elecciones de pensión, por ejemplo, la pertenencia por defecto de los planes de pensiones de empleo ha demostrado ser eficaz en asegurar que la gente ahorre para la jubilación (por supuesto sigue siendo posible optar explícitamente).

En futuras entradas veremos que en las finanzas del comportamiento una cosa es la percepción que tenemos del riesgo y otra muy distinta, la actitud que tomamos frente a él.

Finanzas personales: Evaluación de la tolerancia al riesgo VII

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La tolerancia al riesgo varía según el contexto: la gente puede apreciar riesgo en sus actividades de ocio, pero huir de ella al tomar decisiones financieras. Por lo tanto, la actitud real de las personas a un riesgo financiero debe ser medida de forma explícita en el contexto económico. Incluso en el contexto económico, las personas pueden presentar diferentes actitudes hacia el riesgo en función de la forma en que enmarcaron sus activos y sus opciones.
De hecho, ha sido ampliamente documentado que las personas tienden a codificar, clasificar y evaluar los resultados económicos en función de la «cuenta mental” en cuestión. Es decir, sobre si los activos provienen de ingresos actuales, de la riqueza actual o ingresos futuros y en las necesidades para las que se necesitan esos activos en tus finanzas personales.

Las cuentas son en gran parte no fungibles y el comportamiento de cada cuenta es diferente (Thaler, 1985 y 1989). Una cuenta mental es objeto de varios sesgos. Por ejemplo, el llamado «efecto del dinero de casa » predice que los inversores estarán más dispuestos a comprar acciones de riesgo después de haber experimentado una ganancia. Dado que todavía no consideran ser dueños del beneficio, están dispuestos a tomar más riesgos con él.

Por otro lado, cada vez que una cuenta mental detecta una pérdida, los individuos pueden exhibir una mayor aversión al riesgo o ser alentados a asumir mayores riesgos con la esperanza de poder recuperar el importe inicial (efecto de «punto de equilibrio»). En otras palabras, las oportunidades que permitan a los individuos volver al punto de equilibrio pueden llegar a ser más atractivas. La superación de estos prejuicios puede ayudar a los inversores beneficiarse más a largo plazo (Thaler y Johnson, 1990).

La contabilidad mental tiene mucho en común con la pirámide de inversión, a menudo recomendada por los planificadores financieros. Según este enfoque, las asignaciones de cartera se pueden representar como una pirámide cuya capa inferior se llena con los activos más seguros para alcanzar los objetivos más importantes del cliente, mientras que las capas superiores se asignan para inversiones progresivamente de mayor riesgo para los objetivos menos críticos del cliente hasta que se completa la cartera.

Las capas son segmentos de cartera, es decir, cuentas mentales. Cada una destinada a cumplir con los objetivos específicos en función de si se satisfacen las necesidades de seguridad o la necesidad de «potencial» (Shefrin, 2000). Este enfoque es fácil de entender y de manera intuitiva parece «responsable». Puede, sin embargo, conducir a una estrategia de inversión en general deficiente. Al segmentar sus activos, el inversor no podrá tener en cuenta las correlaciones entre estos activos y puede tomar demasiado riesgo o ser excesivamente conservador.

Finanzas personales: Evaluación de la tolerancia al riesgo VI

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La teoría del comportamiento en las finanzas personales se basa en observar que las decisiones individuales bajo incertidumbre contradicen sistemáticamente el supuesto de racionalidad en que se basa la teoría clásica. De hecho, la gente es incapaz de procesar la información disponible correctamente, sino que se basan en la heurística; es decir, las reglas que permiten que los problemas complejos que deben ser resueltos y los juicios, se solucionen rápidamente mediante reglas metodológicas positivas y negativas.

Además, algunos rasgos psicológicos, tales como el exceso de confianza, aversión a las pérdidas, etc. nos hacen dependientes del contexto de nuestras preferencias individuales, violando así el supuesto de racionalidad de las percepciones. Estos factores llevan a la gente a cometer errores sistemáticos en sus intentos de maximizar sus preferencias. El comportamiento financiero argumenta que la psicología cognitiva se puede utilizar para explicar las desviaciones observadas desde la racionalidad (llamadas anomalías).

Los economistas conductuales parten de la noción del riesgo objetivo mediante el apoyo a la idea de que el riesgo es multidimensional y se ve afectado por diversos factores emocionales, limitaciones cognitivas y rasgos psicológicos. Elementos como los sentimientos, el pavor, el conocimiento, la confianza, el optimismo, el exceso de confianza… hacen que la percepción del riesgo difiera del riesgo objetivo, medido por eruditos de finanzas estándar.
Otros factores relevantes destacados por la investigación empírica y experimental incluyen el llamado efecto de certidumbre, que sobrestima o subestima la probabilidad asociada a un caso posible, aun cuando se sabe y ninguna estimación es requerida.

El efecto de certidumbre tiene en cuenta: el género y el estado civil; el punto de referencia inicial utilizado por los individuos para evaluar opciones de inversión; el formato en que se presenta una situación o decisión (framing); las asimetrías en las evaluaciones de las pérdidas y ganancias, y los resultados de las decisiones anteriores.