Allá por el lejano 1985 la UE puso la primera piedra para homogeneizar el mercado de fondos de inversión en la UE y, de esta manera, permitir a los inversores del Viejo Continente contratar productos financieros de cualquier país comunitario sin ningún tipo de restricciones. De esta manera nacieron los fondos UCITS.
El pasado 20 de junio se cumplió el primero de los tres años de
plazo que el Parlamento Europeo ha dado a los Estados de la UE para aplicar el
Reglamento.
Las gestoras españolas y las de los países de la UE accederían a un mercado de 3 billones de euros.
La excepcionalidad del mercado de
renta variable de EE.UU. ha sido una de sus principales características durante
la última década. Desde la crisis financiera mundial, la bolsa estadounidense
logró una rentabilidad anualizada del 13%, superando con creces la rentabilidad
anualizada del 6% de las bolsas mundiales (medida por el índice MSCI USA y el
índice MSCI AC World ex US, respectivamente, en términos de dólares
estadounidenses). Incluso a raíz del brote de Covid-19, esta tendencia se ha
mantenido intacta, lo que ha llevado a algunos inversores a preguntarse si
deberían siquiera molestarse en invertir en otras acciones que no sean
estadounidenses.
Sin embargo, los que esperan que
esta tendencia continúe en la próxima década podrían llevarse una decepción.
Después de todo, los ganadores y perdedores, tanto dentro como a lo largo de
los mercados, fluctúan con el tiempo. Esta vez no debería ser diferente.
Además, una rotación hacia acciones no estadounidenses es algo que llevamos
tiempo esperando. Y aunque es difícil hacer cálculos sobre cuándo se dará este
punto de inflexión, todas las señales nos dicen que la fuerza de la gravedad
hará que las acciones de EE.UU. vuelvan a tocar tierra.
La ventaja en beneficios
empresariales de Estados Unidos ha desaparecido
La principal razón por la que las acciones de EE.UU. lo han hecho tan bien es por su mayor crecimiento de beneficios. Por ejemplo, de 2009 a 2014, los beneficios por acción (BPA) de EE.UU. aumentaron un 17% anual, en comparación con sólo el 7% de otros mercados, como se puede ver en el siguiente gráfico.
El problema es que esta ventaja ha
desaparecido casi por completo. Desde 2015, casi todo el exceso de rentabilidad
ha sido impulsado por la combinación del aumento exponencial de las
valoraciones y la fortaleza del dólar. Las valoraciones y el dólar siempre
pueden subir más, pero no indefinidamente. Los mercados han justificado esta
prima de valoración porque las empresas estadounidenses han podido reinvertir
sus beneficios a tasas de reinversión cada vez más altas. Sin embargo, las
fuerzas seculares que apoyan esta tendencia, como la globalización, la
aplicación laxa de normas antimonopolio y el arbitraje fiscal internacional se
han estancado o se están revirtiendo.
Los precios de las acciones ya
no están sincronizados con los beneficios empresariales
Durante la mayor parte del período posterior a la crisis, el exceso de rentabilidad de la bolsa estadounidense se ha movido en paralelo con las expectativas de beneficios. Sin embargo, recientemente la brecha entre las rentabilidades y las expectativas de beneficios se ha ampliado considerablemente.
Esto no es sostenible. En algún
momento, o bien las expectativas de beneficios tendrán que ponerse al día o
bien los precios de las acciones de EE.UU. deben corregirse.
El precio que se paga es clave
para la rentabilidad futura
Una consecuencia de esto es que las valoraciones se extienden a niveles que históricamente habrían presagiado una baja rentabilidad de las acciones de EE.UU. frente al resto del mundo. Por ejemplo, los precios de las acciones estadounidenses se negocian a 25 veces sus beneficios históricos ajustados en función del ciclo (CAPE), en comparación con las sólo 13 veces de las acciones mundiales. Las perspectivas a largo plazo para EE.UU en relación con otros mercados ya no parecen atractivas.
La maldición del ganador
EE.UU. acoge algunas de las
empresas más exitosas del mundo, incluyendo compañías como Amazon, Microsoft,
Apple, Google y Facebook. Juntos, han proporcionado un crecimiento
significativo de las ganancias y de la innovación tecnológica. Sin embargo,
estas empresas se han vuelto tan grandes que son las que prácticamente están
impulsando el mercado. Su peso combinado por capitalización de mercado se ha
más que duplicado, desde aproximadamente el 8% del índice S&P 500 en 2015 a
casi el 20% en la actualidad. Un mercado tan estrecho debería ser motivo de
preocupación. Cuanto más grandes se hacen las empresas, más difícil les resulta
seguir replicando esas rentabilidades. Esto es porque una vez que una compañía
domina una industria, sólo puede crecer tan rápido como crezca el tamaño del
mercado.
La única manera en que pueden
seguir justificando sus múltiplos de crecimiento es desarrollando otros
productos que revolucionen el panorama, o aprovechando sus recursos existentes
para ramificarse en otros servicios. Pero, para eso, no hay garantía de éxito.
Para conseguir una exposición
a la recuperación más barata, mejor fuera de EE.UU.
Las acciones mundiales son
especialmente atractivas ahora, dada su mayor sensibilidad económica. Por
ejemplo, a 31 de mayo de 2020, las acciones cíclicas representaban el 58% del
MSCI All-Country World ex US Index, pero sólo el 36% del S&P 500.
Normalmente, los valores cíclicos ofrecen mejores rentabilidades después de que el ciclo económico haya tocado fondo, por lo que una menor ponderación relativa en este segmento podría limitar el rebote de las acciones estadounidenses una vez que se recupere el crecimiento mundial.
Evita poner todos tus huevos
en la misma cesta
La última década ha pertenecido a
EE.UU. pero la historia muestra que el liderazgo en rentabilidades es cíclico.
Los inversores deben prestar atención a esta advertencia.
Aunque nunca podemos saber con
certeza qué ocurrirá, teniendo en cuenta el pasado, si podemos afirmar que se
dan las condiciones para una reversión de esta ventaja de rentabilidad.
Los diferenciales del crecimiento
de los beneficios se han aplanado, las valoraciones parecen elevadas, la
concentración del mercado ha aumentado y la exposición cíclica de EE.UU. a una
recuperación mundial es limitada.
En este contexto, sería sensato que, durante la próxima década, los inversores diversificaran su cartera fuera de EE.UU.
AUTOR: Sean Markowicz, responsable de estrategia, estudios y análisis de Schroders
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