El compromiso social y la rentabilidad animan al 45% de los inversores españoles a invertir en fondos sostenibles

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fondos sostenibles

Aunque la pandemia del Covid-19 ha sacudido la economía a nivel mundial, el interés por los productos de inversión sostenibles no ha decaído. De hecho, según revela la segunda parte del Estudio Global de Inversión 2020 de Schroders, que encuestó a 23.000 inversores de 32 lugares del mundo, ha aumentado el grado de compromiso a nivel global. Hasta un 47% de los inversores mundiales reconoce que invierte en productos sostenibles, frente al 42% de hace dos años.

Esta tendencia al alza también se ha visto en España, donde el 45% de los encuestados se vio animado a invertir de manera sostenible, lo que supone un aumento del 7% frente a los resultados de 2018 (38%) La razón que más motiva a los españoles a decantarse por fondos sostenibles es su mayor impacto ambiental (45%), seguido de la probabilidad de que aporten mayores rentabilidades (34%) y el hecho de que se alineen con sus principios sociales (28%).

Conocimientos en inversión y convicción personal

Es tranquilizador constatar que el 76% de los españoles no invertiría en contra de sus principios. Para aquellos que sí lo harían, la rentabilidad media de su inversión tendría que ser del 20% para compensar adecuadamente cualquier sentimiento de culpa. Curiosamente, por nivel de conocimientos, casi un tercio (32%) de los españoles que se describen a sí mismos como “expertos” en temas de inversión son significativamente más propensos a cambiar sus creencias personales por una mayor rentabilidad, en comparación con el 15% de aquellos encuestados con conocimientos básicos en inversión.

A nivel global, los habitantes de China (90%), Italia (82%) y Portugal (82%) son los que más probabilidades tienen de mantenerse fieles a sus principios personales. En contraste, Estados Unidos (67%) o Singapur (67%) son los que más prioridad dan a la rentabilidad.

El papel de los profesionales de la inversión en materia ASG

Cuando se les pregunta por los comportamientos más importantes de las empresas en las que invierten sus fondos, los españoles priorizan el compromiso social de las compañías, la atención a las cuestiones medioambientales y el trato correcto y profesional a los empleados. Además, también consideran que estos son los comportamientos que tienen un mayor impacto positivo en la rentabilidad de una empresa.

En este sentido, el 43% de los inversores españoles considera que los gestores de fondos y los accionistas mayoritarios de las empresas deberían ser responsables de llevar a cabo iniciativas orientadas a mitigar el cambio climático. Sin embargo, predomina la creencia de que este rol debe ser liderado por actores como los gobiernos (73%) y entidades intergubernamentales (67%).

Sobre a la forma en que los gestores de activos deberían abordar los desafíos que surgen de la industria de los combustibles fósiles, el 40% de los encuestados españoles cree que estos deberían deshacer sus posiciones en empresas pertenecientes a esta industria para limitar su crecimiento. En cambio, un 30% cree que deberían mantener la inversión para impulsar su transformación. No obstante, sólo el 18% considera factible retirar las inversiones de estas empresas por razones morales.

En cuanto al nivel de información sobre inversiones sostenibles que los españoles demandan a sus asesores financieros, sólo el 19% de encuestados afirma que frecuentemente pide información sobre estas estrategias. En cambio, llama la atención que un 24% nunca pregunta al respecto.

Carla Bergareche, directora general de Schroders para España y Portugal, comenta: 

«Es muy positivo comprobar que la mayoría de los inversores ya son conscientes de que invertir de forma sostenible no significa sacrificar la rentabilidad. La conciliación de los dos objetivos (contribuir a un mundo más sostenible y obtener rentabilidad) es posible y deseable. Cada vez más personas quieren que los valores en los que creen se reflejen en la forma en que invierten, y esta prioridad ya está bien presente en la construcción de nuestras carteras y en la importancia que damos a la información y la comunicación con nuestros inversores. La comunicación es, por lo tanto, un punto clave ya que los inversores necesitan entender lo que realmente significa e implica invertir de forma sostenible».

Para saber más sobre el Estudio Global de Inversores 2020 de Schroders, por favor haga clic aquí

*En abril de 2020, Schroders llevó a cabo una encuesta independiente online a más de 23.000 personas que invierten desde 32 lugares de todo el mundo. Esta encuesta abarca países de Europa, Asia, América y más. La investigación define al inversor como aquellas personas que invertirán al menos 10.000 euros (o el equivalente) en los próximos 12 meses y que han hecho cambios en sus inversiones en los últimos 10 años.

Estudio Global de Inversión de Schroders 2020


Schroders plc

Como gestor de inversiones mundiales, gestionamos activa y responsablemente las inversiones de una amplia gama de instituciones y personas, para ayudarles a cumplir sus objetivos financieros y prepararse para el futuro. El mundo está en constante cambio, y con nuestros clientes en el centro de todo lo que hacemos, comprendemos la necesidad de seguir adaptando y evolucionando nuestro negocio en línea con lo que más importa a nuestros clientes hoy, y en el futuro.

Nuestro continuo éxito se basa en una historia de experiencia y conocimientos, por la que nos asociamos con nuestros clientes para construir productos y soluciones innovadoras a través de nuestras cinco áreas de negocio que consisten en Activos Privados y Alternativos, Soluciones, Fondos de inversión, Gestión Institucional y de Patrimonios e inversión en una amplia gama de activos y geografías. Combinando nuestro compromiso con la gestión activa y el enfoque en la sostenibilidad, nuestras capacidades estratégicas están diseñadas para ofrecer resultados positivos a nuestros clientes. 

Somos responsables de la gestión de activos por valor de 525.800 millones de libras esterlinas (578.400 millones de euros/ 649.600 millones de dólares a 30 de junio de 2020) de nuestros clientes, gestionados localmente por 42 equipos de inversión en todo el mundo. Como empresa global con más de 5.000 empleados en 35 lugares en todo el mundo, podemos permanecer cerca de nuestros clientes y comprender sus necesidades. Tenemos más de 200 años de experiencia en inversiones e innovación y seguimos comprometidos con la creación de un futuro mejor invirtiendo de forma responsable para nuestros clientes.

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La crisis está transformando el mercado High Yield

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sector sanitario

Si bien las tasas de impago de la deuda de las empresas siguen siendo relativamente bajas, y especialmente en Europa, un mayor deterioro del entorno económico y sanitario podría provocar un movimiento masivo de los emisores hacia el rango de high yield. Una situación que presenta riesgos pero también oportunidades.

Recientemente, un destacado gestor de renta fija llamado Jeffrey Gundlach concedió una entrevista en la que afirmaba que en su opinión las tasas de impago de la deuda High Yield podrían duplicarse en relación a los niveles actuales. Esta aviso llega a pesar de los importantes programas de ayuda del Gobierno y las actuaciones por parte de los Bancos Centrales para ayudar a las empresas que luchan por superar la recesión económica causada por el Covid.

Gundlach cree que la visión actual de los mercados financieros sobre las tasas de impago y su trayectoria a futuro están totalmente desconectadas de la realidad económica.  Afirma que las acciones de los gobiernos y de los Bancos Centrales han ayudado a crear una burbuja de activos de riesgo como el caso de la deuda high yield. Los mercados de bonos high yield están siendo distorsionados por las entradas masivas de liquidez  motivadas por los Bancos Centrales. La situación ha eliminado temporalmente la falta de liquidez que afectaba a los activos de riesgo, pero no ha mejorado los problemas de solvencia de estos emisores, que ahora tienen que luchar por repagar un volumen cada vez mayores de deuda en un entorno económico que se deteriora rápidamente. En conclusión, Gundlach es escéptico con que los programas de estímulo masivo sean suficientes para evitar que los impagos de high yield se dupliquen.

La tasa de default de los emisores mundiales en high yield es 6,1%

Para analizar mejor los puntos de vista de Gundlach, es importante analizar el estado actual del mercado High Yield. Si nos basamos en los datos de Moody’s a finales de julio, la tasa de impago de los emisores globales High Yield era del 6,1%. Este es el nivel más alto desde la última crisis financiera, y se compara con el 2,4% del año anterior. Si descomponemos estos números por la geografía, obtenemos una visión más matizada.  La tasa de impago de los emisores High Yield de EE.UU. es del 8,4%, mientras que la de los europeos está en un nivel relativamente bajo de sólo el 2,7%.

Estos datos constituyen la serie histórica, lo que más nos interesa es la futura trayectoria de los defaults High Yield. Moody’s ha modelado las futuras tasas de incumplimiento usando tres escenarios diferentes de condiciones económicas. El escenario «base» corresponde al entorno económico actual, y dos variantes la «pesimista» y  la «optimista». Bajo el escenario base, Moody’s espera que los incumplimientos globales sean del 8,8% a finales de año, y que alcancen un máximo del 9,3% a finales del primer trimestre de 2021. El escenario pesimista, que abarca una caída más pronunciada del PIB mundial, la reanudación de medidas estrictas de confinamiento y distanciamiento social, y un retroceso de los programas de estímulo del gobierno, vería que las tasas de impago mundiales alcanzarían el 15,5%. En el escenario más optimista, que implica un repunte económico más pronunciado, basado en la disponibilidad mundial de una vacuna eficaz durante la primera mitad de 2021, la tasa de impago caería al 3%, que sería similar a los niveles de impago posteriores a la cobertura.

Cambios radicales en el universo High Yield

Sin embargo, lo que falta en el actual debate sobre las tasas de incumplimiento es cómo la crisis del Covid ha cambiado radicalmente el tamaño y la composición del universo High Yield.

La categoría de emisores conocida como fallen angels o «ángeles caídos» ha crecido constantemente desde el comienzo de la crisis. La gran mayoría de los emisores corporativos están clasificados como investment grade (grado de inversión). Sin embargo, una vez que su calificación crediticia baja del umbral BBB-/Baa3, el emisor se convierte en High Yield. En los últimos años, los tipos de interés tan bajos han hecho que el apetito de los inversores por la deuda corporativa aumente notablemente. Muchas empresas aprovecharon las condiciones de financiación para aumentar su apalancamiento, lo que ha dado lugar a un pronunciado cambio hacia las calificaciones BBB entre los emisores corporativos.

Cuando estalló la crisis de Covid-19 , los emisores de los sectores cíclicos más afectados, como automóviles, aerolíneas y hoteles con calificaciones de grado de inversión límite, corrieron mayor riesgo de entrar en el universo high yield. Hasta el mes pasado, había aproximadamente 246 mil millones de euros de deuda calificada como BBB- pendiente en el Universo investment grade Europeo. Un tercio de ese volumen está bajo «perspectiva negativa», lo que significa que una rebaja de la calificación a high yield podría ser inminente. Desde principios de año, 47.000 millones de euros de deuda han pasado de la categoría high yield, y esta cantidad podría aumentar hasta los 60.000 millones de euros a finales de año. Esta cantidad equivaldría a casi el 20% del tamaño actual del mercado europeo de High Yield, lo que distorsionaría el tamaño y la composición del universo de High Yield, e incidiría en las tasas de impago. Empresas como Accor y Valeo son ejemplos recientes de “ángeles caídos”.

Mayor hueco para seguir crecimiendo

La tendencia de los Ángeles Caídos tiene más espacio para crecer. Hasta ahora, el número de emisores en transición hacia high yield ha sido relativamente modesto. El repunte de la actividad económica en mayo después de los cierres, el apoyo fiscal continuo al sector privado, el préstamo de activos, el incremento de capital, el recorte de costes y los recortes de dividendos han mitigado la presión sobre la calificación de los emisores. No obstante, la rebaja de la calificación simplemente se ha retrasado hasta 2021.

El factor clave que determinará las tasas de impago y el tamaño del mercado high yield en 2021 es la rapidez y la sostenibilidad con que la economía mundial se recuperará de los mínimos observados durante el segundo trimestre.

Asumimos que los programas de estímulo de los gobiernos se mantendrán vivos tanto tiempo como sea necesario, incluso si en el futuro su impacto puede sufrir de retornos decrecientes.  También creemos que los Bancos Centrales seguirán siendo acomodaticios, y proveerán la liquidez necesaria a los mercados. Las perspectivas para el high yield Europeo mejorarían si el BCE siguiera el ejemplo de la FED, e incluyera a los «ángeles caídos» en su cesta elegible para las compras de PEPP. Esto serviría para reducir los costes de financiación de una gran cantidad del universo High Yield, y así reducir las tasas de incumplimiento de los emisores.

Escenario optimista o pesimista

En un escenario optimista en el que el PIB sigue repuntando y hay una amplia disponibilidad de una vacuna durante la primera mitad de 2021, esperaríamos que las tasas de impago de High Yield se mantuvieran prácticamente sin cambios con respecto a los niveles actuales. Los emisores tienen suficiente liquidez en sus balances y deberían poder «arreglárselas» hasta que la actividad económica repunte y la generación de flujo de caja libre les permita pagar su deuda.

Sin embargo, si suponemos que el actual rebote económico se estanca, que hay una segunda ronda de debilidad económica, un aumento del desempleo y una recesión de «doble caída», la predicción de Gundlach de que se duplicará la tasa de morosidad puede materializarse fácilmente. Muchos de los emisores de los sectores más cíclicos estarían en riesgo de impago. Además, se produciría una migración masiva de ángeles caídos hacia el high yield, que tendría que ser absorbida por los inversores, lo que podría causar una dislocación del mercado que agravaría aún más la crisis.

Todas las crisis suponen una oportunidad

En conclusión, en lugar de reaccionar a los alarmantes titulares sobre los riesgos que enfrenta el conjunto de la clase de activos high yield, la lección que retenemos es que cada crisis tiene un resquicio de esperanza. La transformación del universo high yield debido a los ángeles caídos, presenta valoraciones interesantes y oportunidades para los inversores dispuestos a aprovechar estos movimientos. Independientemente de cómo evolucione la economía mundial en 2021, para aquellos inversores capaces de analizar a fondo los balances de las empresas individuales High Yield, las grandes dislocaciones del mercado pueden dar lugar a un potencial de rendimientos de dos dígitos. La clave es la «selección de bonos» activa que identifique las empresas que sobrevivirán y prosperarán después de Covid, frente a las que incumplirán.

Autor: David Diwan, CFA,  Senior Portfolio Manager at Edmond de Rothschild

Se espera una alta volatilidad hasta los resultados de las elecciones en EE.UU.

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alta volatilidad
  • Se espera una alta volatilidad del mercado hasta el resultado de las elecciones en los Estados Unidos
  • Falta de compromiso fiscal debido a la negociación con la jueza de la Corte Suprema Ruth Bader
  • El reemplazo de Ginsburg corre el riesgo de hacer mella en la actividad económica en el cuarto trimester
  • Un » Arrastre Democrata» tendría el impacto más negativo en los activos de riesgo pero beneficiaría a las empresas de servicios públicos y de energía removable
  • Un triunfo de Trump desencadenaría un rally de alivio en la renta variable y beneficiaría aún más a las grandes empresas de tecnología, salud y servicios de comunicación

Desde la desafortunada intervención de Richard Nixon contra John F. Kennedy en 1960, los debates televisivos han sido una parte vital de las campañas presidenciales de Estados Unidos. En este contexto, el debate de ayer no fue una excepción y representó el primer espectáculo público desde que Donald Trump y Joe Biden lanzaron sus respectivas campañas. Cuando sólo faltan poco más de cuatro semanas para el gran día, ambos partidos estaban presionados para dar lo mejor de sí mismos.

La crisis económica de la COVID-19 seguirá dominando los debates

Como suele ocurrir con la política, las elecciones de EE.UU. tendrán un impacto limitado en la economía del país a corto plazo, ya que la agenda del ganador suele tardar meses, si no años, en ponerse en práctica. Además, sabemos que las políticas y decisiones finales de un gobierno raramente se acercan al programa de la campaña. Dicho esto, las elecciones de 2020 se están celebrando en tiempos sin precedentes, ya que somos testigos de una combinación de una pandemia mundial, una de las recesiones más profundas de la historia moderna y protestas sociales y raciales internas. El reciente fallecimiento de la Jueza de la Corte Suprema Ruth Bader Ginsburg inició una batalla política para reemplazarla antes de los comicios. Está consumiendo un tiempo precioso en el Senado, lejos de acordar un nuevo y muy necesario paquete fiscal, retrasando las prestaciones de desempleo adicionales para millones de ciudadanos en condiciones precarias. Aquí la incertidumbre política está teniendo un impacto directo en la recuperación de la crisis de COVID-19 y, en nuestra opinión, la falta de compromiso fiscal hará mella en la actividad del cuarto trimestre.

Los escenarios más extremos tendrán serán los que más impacten en el mercado

A diferencia de lo que ocurre en la economía,  los mercados son mucho más rápidos en digerir los cambios políticos. Si bien existen múltiples escenarios posibles, creemos que los inversores deberían centrarse en los tres más extremos, ya que es probable que éstos generen el impacto positivo o negativo más pronunciado en los mercados.

Consideramos que el hecho de que Joe Biden gobierne desde el Despacho Oval y que los demócratas se aseguren las dos cámaras del Congreso con él es lo que impactaría a la renta variable de forma más negativa en el corto plazo. Esta «barrida demócrata», actualmente el escenario más probable, le daría a Biden el poder legislativo para aumentar los impuestos y la regulación de las empresas, lo que probablemente afectaría negativamente a sectores como las grandes empresas de tecnología, financieras y de salud. Su plan de invertir en grandes infraestructuras ecológicas y energía limpia probablemente beneficiaría a las empresas de servicios públicos, mientras que su objetivo de abordar el cambio climático y fortalecer la reglamentación ambiental reorientaría la inversión de los sectores orientados a los combustibles fósiles hacia las tecnologías de energía renovable. En cuanto a los bonos del tesoro, un déficit fiscal cada vez más profundo con Biden impulsaría su rendimiento, aunque creemos que el temor a cambios inmediatos de política y el cambio en los flujos desde la renta variable a la deuda limitaría los movimientos bruscos en las rentabilidades. Además, la potencia de fuego de la Reserva Federal domina la trayectoria de los rendimientos.

¿Qué pasa si Biden gana pero se enfrenta a un Congreso dividido? La mayor parte de su agenda legislativa no sería implementable. Aquí el sentimiento del mercado es probable que torne a posturas neutrales o ligeramente positivas, ya que las continuas peleas políticas en el Congreso equilibrarían una postura más suave en el comercio exterior y la cooperación internacional que surja de la Casa Blanca.

El último desenlace implica que Trump se asegure cuatro años más en la Casa Blanca con un Congreso dividido y la continuación de las políticas actuales, algo que beneficiaría a la renta variable. Los activos de riesgo probablemente gozarían de un repunte de alivio dada la esperada continuación del actual régimen fiscal y las leves regulaciones domésticas. Las grandes compañías de tecnología, las empresas de salud y los servicios de comunicación podrían ser los ganadores (todos los sectores que particularmente disfrutaron de las políticas anteriores de Donald Trump). En el lado negativo, la dura retórica de Trump sobre la política exterior y las posiciones anti-comerciales seguirán siendo claves para el mercado y un riesgo global durante su segundo mandato. En 20019 hemos visto cómo el anuncio de los aranceles comerciales ha cambiado radicalmente el sentimiento negativo. Los nuevos tendrían aparentemente el mismo impacto.

Como se demostró en la carrera de 2016, cuanto mayor fuera la incertidumbre sobre los resultados de las elecciones, mayor sería la reacción del mercado por la victoria de cualquiera de los candidatos y las políticas esperadas. Una clara ventaja en los sondeos de opinión para un escenario específico hasta la noche de las elecciones probablemente haría que los analistas políticos y, por tanto, el mercado valoraran el resultado de forma justa. Pero cinco semanas es mucho tiempo en una campaña electoral, más aún en el contexto de una pandemia mundial y la votación por correo que puede retrasar los resultados. Hasta que sepamos con certeza el resultado permanecerá una mayor volatilidad.

Autor: Sandrine Perret, Senior Economist de Vontobel Wealth Management

Bonos de China: Refugio en la tormenta

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Bonos de China

Unos 140.000 millones de dólares pueden entrar en el mercado chino de bonos onshore después de que el proveedor del índice, FTSE Russell, incluya la deuda emitida por el gobierno chino a uno de sus índices de referencia más seguidos, según un reciente estudio.

Se espera que el FTSE Russell haga un anuncio inminente sobre estos cambios en su Índice de Bonos del Gobierno Mundial (WGBI). La inclusión de los bonos del gobierno chino (CGB) pondrá a la compañía en línea con los encargados de elaborar el Índice Bloomberg Barclays Global Aggregate y el Índice J.P. Morgan Government Bond Index – Emerging Markets.

Parece que una mayor inversión internacional en China es algo que va en contra de la intuición en estos tiempos difíciles de creciente rivalidad entre EE.UU. y China. Se trata de una rivalidad estratégica que conducirá a una mayor desvinculación de las dos economías más grandes del mundo, lo que planteará obstáculos al comercio y la inversión. En vísperas de una de las elecciones presidenciales más polémicas que se recuerdan, parece ser que el único tema en el que demócratas y republicanos están de acuerdo es la necesidad de una postura más firme respecto a China.

Dicho esto, hemos visto un gran interés de los inversores internacionales, como los fondos soberanos de inversión y los fondos de pensiones australianos, en los bonos del tesoro chinos denominados en renminbi. El interés ha llevado a las posiciones extranjeras a niveles récord, aunque desde un nivel muy bajo. A finales de agosto, los inversores extranjeros representaban unos 2,8 billones de yuanes (413.800 millones de dólares de EE.UU.) de un mercado de 110 billones de yuanes.   

Los inversores de Europa, América Latina y Australia han ampliado su actual interés en las acciones A -las que cotizan en las bolsas de China continental- a los bonos del Estado del país. Estos inversores reconocen el valor relativo de la oferta. Por ejemplo, los bonos del tesoro chino a 10 años tienen una rentabilidad del 3,12 por ciento, frente al 0,67 por ciento de los bonos del tesoro estadounidense a 10 años denominados en dólares.

Los rendimientos son más altos, aunque parece que China será la primera gran economía en recuperarse de los confinamientos inducidos por la pandemia que han golpeado el crecimiento este año. La política monetaria de China está volviendo a centrarse en la estabilidad financiera (en lugar de en el estímulo). En los últimos meses, el endurecimiento de la política monetaria -restringiendo la oferta de dinero en el sistema financiero- ha hecho que el rendimiento de los bonos chinos supere los niveles anteriores a la pandemia. En cambio, los rendimientos de otros grandes mercados de bonos se han visto reducidos por la expansión monetaria en esas jurisdicciones.

Es cierto que la rentabilidad relativa puede no parecer tan atractiva después de que se incluyan los costes de cobertura de la compra de instrumentos financieros para mitigar el riesgo cambiario. Pero el rendimiento adicional que ofrecen los bonos del tesoro chino frente a los bonos de los mercados desarrollados proporciona un amortiguador contra una mayor volatilidad del mercado. Esto no ocurre en las economías maduras, donde los tipos de interés ya están cerca de cero, los rendimientos de los bonos del Estado son insignificantes y los bancos centrales se están quedando sin opciones en lo que respecta a la política monetaria.   

China tiene un gran incentivo para mantener estable el renminbi. Desde 2014, se ha permitido que el valor del yuan fluctúe más en línea con las fuerzas del mercado, ya que China quiere que su moneda juegue un papel más importante en el comercio y la inversión internacionales. Aún así, se negocia dentro de las bandas establecidas por los responsables políticos que tratan de amortiguar cualquier volatilidad excesiva. Una fuerte depreciación del yuan alimentaría las acusaciones de manipulación de la moneda, amplificando las tensiones existentes con Estados Unidos.  

Mientras tanto, el Banco Popular de China, el banco central del país, tiene las herramientas para compensar cualquier drenaje de liquidez en caso de que los inversores extranjeros se retiren repentinamente del mercado de bonos. La dirección del Estado dentro del sistema bancario sigue siendo una poderosa palanca de política que puede ayudar a sostener los precios de los bonos en caso de que se produzcan perturbaciones en el mercado causadas por las salidas de capital.

Hasta ahora, el mercado de bonos ha escapado al escrutinio y la censura del extranjero dirigida a las empresas chinas en los mercados de valores. Es concebible que el foco de atención se dirija eventualmente hacia los bonos del tesoro público del país, en caso de que la relación entre EE.UU. y China se deteriore aún más. Sin embargo, es probable que las inversiones en acciones sigan siendo más sensibles, dada la política en torno a la cuestión de la reorientación, es decir, el retorno de la fabricación al país de origen de una empresa.

De hecho, nuestros colegas de Multi-Asset piensan que los bonos del tesoro del país ofrecen la mejor cobertura contra las acciones A. tanto y las acciones A pueden utilizarse para mitigar el riesgo de unos y otros a corto plazo, al tiempo que se generan rendimientos potenciales positivos a largo plazo. La situación no es muy distinta de la relación histórica entre el S&P500 y los bonos del Tesoro de los Estados Unidos.

Existe el riesgo de que los mercados subestimen (o se esfuercen por fijar los precios de manera adecuada) la profunda desconexión estructural que se está produciendo entre los Estados Unidos y China. Se trata de un proceso a largo plazo que tendrá repercusiones en la globalización, los flujos de capital y el desarrollo tecnológico.

Sin embargo, los bonos del gobierno chino siguen estando relativamente protegidos. Si bien la esperada inclusión de estos valores en el WGBI provocará una mayor inversión pasiva, hay muchas razones mejores para que los inversores se sienten y tomen nota.

Autor: Edmund Goh, Investment Director – Asian Fixed Income de Aberdeen Standard Investments.

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