Cuando uno habla de geopolítica tiende a pensar en grandes rivalidades como EEUU vs URSS o más recientemente EEUU vs China, pero últimamente han sido los países medianos los que han puesto patas arriba la geopolítica internacional.
Turquía ha ocupado una parte de Siria, mandado tropas a Libia, ayudado a Azerbaiyán a vencer a Armenia y desplegado su armada para apoyar diversas disputas dudosas en el Mediterráneo. Irán apoya milicias que soportan al presidente de Siria, estrangulan al Líbano y fueron acusados de intentar matar al primer ministro de Irak con un dron-bomba. Pakistán ayudó a los yihadistas a hacerse con el control de Afganistán. Bielorrusia secuestró un avión y ha estado dando cizallas a los inmigrantes y ordenándoles que cortasen la verja fronteriza con Polonia. Cuba entrena a espías venezolanos. Arabia Saudita ha bombardeado Yemen. Todo esto son ejemplos de países medianos que están haciendo del mundo un lugar más confuso y peligroso.
Los motivos son variados. Algunos tienen preocupaciones de seguridad nacional como Pakistán que tenía miedo de la influencia india en Afganistán. Otros líderes, especialmente los autocráticos, utilizan estas acciones como distractores frente a los fracasos en sus políticas domésticas como Turquía que pese a los problemas económicos y la represión política consigue que la ciudanía aplauda sus victorias militares.
Los beneficios económicos, son otro de los motivos importantes. Algunos líderes ofrecen armas y préstamos a países con guerras y conflictos internos con la intención de que sus empresas sean las primeras en firmar los contratos para reconstruirlos siendo, habitualmente, los beneficiarios financieros de estas firmas allegados de los líderes y no sus conciudadanos.
Los resultados acaban siendo catastróficos para los países. En Venezuela, el régimen de Nicolás Maduro ha encogido la economía un 75%. En Etiopía, las armas y el dinero de países entrometidos dieron a su primer ministro, Abiy Ahmed, la confianza para librar una guerra contra los grupos rebeldes internos que ha causado decenas de miles de muertos y ha desplazado a millones de etíopes.
A nivel geopolítico, nada de esto es bueno para la estabilidad global por no decir que ejercer el poder con mano de hierro es caro y difícil de hacer de manera efectiva. Turquía ha ganado poder y territorio, pero ha perdido a casi todos sus aliados. Arabia Saudita está en un atolladero en Yemen y Emiratos Árabes Unidos ha fracasado en sus misiones en Yemen y Libia. Los líderes de todos estos países lo ven de otra manera, mantener un enemigo externo les permite ejercer el poder sin oposición así que no parece que haya razón para que abandonen sus tejemanejes militares. Pocos tienen en cuenta que otros líderes similares han caído en el pasado por sus errores y nada hace indicar que estos no vayan a recorrer el mismo camino.