La estafa de la matanza del cerdo, llamada así por su traducción directa de la jerga china sha zhu pan, es un complejo fraude que consiste en: crear la pocilga con perfiles falsos de redes sociales, elegir un cerdo (víctima), engordarlo ganándose su confianza a lo largo de meses, tentarlo para que invierta y luego exprimirle todo lo que se pueda.
La industria crece a un ritmo muy rápido. En Singapur las estafas online se han convertido en el delito más común. Las Naciones Unidas cifran en 250.000 las personas que se dedicaron a estas estafas durante 2023 en Camboya y Myanmar. Otras estimaciones hablan de 1,5 millones de estafadores a nivel global.
Las estafas online se comparan en tamaño y alcance con la industria de las drogas, pero en muchos casos resulta ser más peligrosa. La principal razón es que cualquiera es una potencial víctima sin que tenga que hacer nada.
Es un error pensar que estas estafas se circunscriben al ámbito romántico. Los estafadores atacan todas las fragilidades humanas incluyendo miedo, soledad, avaricia, duelo y aburrimiento.
Otra de las razones por las que las estafas online son peores que las drogas es porque habitualmente las primeras están más allá del alcance de la ley. En el mundo real estos estafadores trabajan en complejos que alojan cadenas de producción de estafadores en una mezcla entre campos de concentración y ciudad empresarial con supermercados, burdeles y casinos junto a cámaras de tortura para los trabajadores que causan problemas. Parte de los beneficios son usados para pagar la protección de políticos y funcionarios de remotas poblaciones.
La última de las razones que hacen de las estafas online algo más peligroso que las drogas es su capacidad de usar la innovación. Los delincuentes son capaces de recopilar datos confidenciales de las víctimas usando malware avanzado en sus dispositivos digitales y la IA sólo acelerará lo que son capaces de hacer.
Para poder luchar contra estos estafadores las autoridades deben crear sus propias redes en las que trabajen mano a mano con bancos, con plataformas de criptomonedas, con proveedores de internet, con las grandes Telecos, plataformas de redes sociales y empresas de comercio electrónico. También tienen que mirar más allá de sus fronteras. Ningún país ha trabajado más en contra de estas estafas el año pasado que China, arrestando a cientos de miles de estos estafadores. Es hora de dejar las guerras comerciales a un lado y trabajar por el bien común.