La mayoría de los mercados descuentan bajadas de tipos hacia finales de este año 2023 lo que permitiría a las principales economías mundiales evitar una recesión.
Anticipándose a este giro favorable de los acontecimientos, el S&P500, índice de referencia de las acciones estadounidenses, subió a principios de febrero hasta un 9% desde el inicio del año y la valoración de las empresas de EE.UU. llegó a ser de 18 veces sus beneficios futuros.
No solo el mercado estadounidense ha subido, las acciones europeas subieron incluso más gracias, en parte, a un invierno suave en cuanto a temperatura se refiere que ha permitido limitar la subida de los precios de la energía. El dinero también entró en las economías emergentes que están beneficiándose del fin de la política del “Covid Cero” en China y de un dólar más barato como resultado de unas expectativas de una política monetaria más laxa en EE.UU.
Desafortunadamente es más que probable que la batalla contra la inflación y por ende de la posible recesión esté lejos de acabar. Si esto fuese así supondría que estaríamos por enfrentarnos ante una corrección severa de los mercados ya que la principal fuente de inflación es el sector servicios que está más expuesto a los costes laborales.
Debemos tener en cuenta que seis miembros del grupo de países del G7 tienen una tasa de desempleo cercana a sus niveles más bajos del siglo. Es difícil imaginar una reducción en la inflación subyacente mientras los costes laborales se mantienen elevados.
Lo más probable es que los tipos de interés se mantengan altos y esto afecte a la economía. En la era moderna de los bancos centrales a estos no se les han dado bien los conocidos como soft landings en los que se completa un ciclo de subidas de tipos sin que se produzca una recesión.
Cuidado con la euforia desmedida y con pensar que se ha evitado una recesión porque es una opción todavía vigente.