Hay tanta incertidumbre con la pandemia que nunca ha sido una tarea sencilla determinar con seguridad, a nivel económico, los pasos a dar a medio y largo plazo, pero en el último mes esta incertidumbre se ha acrecentado. Las bolsas han aumentado su volatilidad, la incertidumbre en torno a la inflación y el mercado laboral también ha aumentado. Todo esto ha hecho que la recuperación económica, que tan obvia era, ahora genera dudas: ¿La proliferación de la variante Delta va a descarrilar la recuperación mundial? ¿Qué pasará cuando los gobiernos retiren los estímulos económicos? ¿Cómo va a evolucionar el gasto de los hogares y de las empresas?
Las dudas vienen, en parte, porque los indicadores económicos están dando señales contradictorias como los Bonos del Tesoro Estadounidenses, que están viviendo tiempos inciertos. En marzo los inversores los vendieron por miedo al aumento de la inflación, lo que llevó el rendimiento del bono a diez años al 1,7%. Desde entonces ha ido retrocediendo poco a poco hasta el 19 de julio que llegó al 1,19% debido a las dudas sobre la fortaleza de la recuperación. Por su parte, el S&P500 cayó un 1,6% con las empresas pequeñas soportando las mayores caídas, el barril de Brent cayó un 7% hasta los 69 dólares y el dólar subió frente a las principales divisas.
Todo esto parece consistente con las dudas sobre la recuperación económica, en particular con una reevaluación de lo que se conoce como reflation trade, donde los inversores compran activos que se pueden beneficiar de un repunte económico. Sin embargo, al día siguiente el miedo pareció desvanecerse de un plumazo y los mercados recuperaron las caídas totalmente y el precio del petróleo, así como los retornos de los bonos se recuperaron parcialmente.
Otra fuente de incertidumbre son los datos brutos, que son aquellos que publican las agencias de datos estatales/oficiales, ya que todavía no reflejan el impacto de los nuevos aumentos de casos por COVID-19.
Sin embargo, los analistas de los principales bancos estadounidenses siguen siendo moderadamente optimistas. JPMorgan y Goldman Sachs siguen esperando una recuperación robusta de la economía global en 2021 pese a los posibles riesgos. Aunque suelen tener un sesgo positivo, los analistas bancarios no suelen alejarse de la realidad y sobre todo tienen datos que la mayoría no valoramos. Si juntamos todo esto, el panorama al que nos enfrentamos mantiene la incertidumbre sobre si la recuperación económica se mantendrá a la velocidad a la que inicialmente se anticipó o si le costará más tiempo retomar niveles previos a la pandemia.