LA FALTA DE GOBIERNO IMPIDE LA TRASPOSICIÓN A ESPAÑA DEL REGLAMENTO EUROPEO DE UN PRODUCTO PANEUROPEO DE PENSIONES INDIVIDUALES QUE PODRÍA BENEFICIAR A MÁS DE 9 MILLONES Y MEDIO DE AHORRADORES GRACIAS A UNAS COMISIONES MÁS BAJAS.
EL PARLAMENTO EUROPEO DA UN PLAZO DE 3 AÑOS A LOS PAÍSES MIEMBROS PARA APLICAR EL REGLAMENTO (UE) 2019/1238 DEL PARLAMENTO EUROPEO Y DEL CONSEJO DE 20 DE JUNIO DE 2019.
Si
teníamos la sensación de que el inversor español tendía a mirar demasiado a
corto plazo, el Estudio Global de Inversión de Schroders viene a confirmar este
dato. Así, el inversor español mantiene sus inversiones de media unos 1,9 años,
por debajo de la media europea y global de 2,6 años. De hecho, somos de los
inversores más cortoplacistas de Europa, sólo superados por Polonia (1,5 años).
Estamos muy lejos de los 5 años que los expertos recomiendan mantener las
inversiones. Sólo países como Japón, Estados Unidos o Canadá se acercan a esta
cifra, con una media de más de 4 años.
En
esta misma línea, el estudio muestra que los españoles son inversores con
tendencia a la impaciencia, ya que el 74% modificó el perfil de riesgo de sus
carteras en respuesta directa a la inestabilidad experimentada en los mercados
en el último trimestre de 2018. De ellos, sólo el 37% optó por inversiones de
mayor riesgo y el resto por opciones de menor riesgo (40%) o incluso efectivo
(23%). Si analizamos la muestra con mayor profundidad, percibimos ciertas
diferencias entre generaciones: los Millennials[1] se
muestran más inquietos (el 74% hizo cambios en su perfil de riesgo) que los
Babyboomers[2] (sólo el
59%).
Curiosamente,
casi la mitad (45%) de los inversores españoles consideran que el mayor peligro
para sus inversiones es no asumir el riesgo suficiente para alcanzar sus
objetivos de inversión. Estos, además, se revelan ambiciosos: los españoles
esperan que sus inversiones generen una rentabilidad media durante los próximos
5 años del 9,2% anual. Esta cifra es ligeramente superior a la media europea
(rentabilidad esperada del 9% anual) e inferior a la media mundial
(rentabilidad prevista del 10,7% anual). En términos generales, y teniendo en
cuenta que la rentabilidad media anual del S&P 500 desde su creación en
1957 es inferior al 8%, existe una tendencia global hacia un exceso de
optimismo. De nuevo aquí también se observan diferencias generacionales entre
los Millennials, más optimistas, que esperan rentabilidades medias del 10,3%, y
los Babyboomers, más cautos, que esperan un 7,1%, más en línea con los
rendimientos históricos del mercado.
El
estudio muestra que para más de dos quintas partes de los inversores españoles
(43%) la mejor estrategia para alcanzar estos objetivos es utilizar un fondo de
inversión multiactivos, con una cartera diversificada en varios mercados,
regiones y estrategias. Además, los fondos temáticos que más interés despiertan
entre los españoles son los dedicados a tecnologías disruptivas (56%).
Cuando
se les pregunta sobre la exposición geográfica de sus inversiones, sólo el 27%
de los inversores españoles prefieren invertir la mayor parte de su cartera en
el mercado local. En cuanto a su actitud hacia los mercados emergentes, las
respuestas son mixtas: casi el 30% cree que invertir en mercados emergentes
podría ser beneficioso para su cartera, aunque otro 27% cree que son demasiado
arriesgados para su perfil.
Charles
Prideaux, director global de productos y soluciones de Schroders, comentó:
«Los
vaivenes de los mercados siempre van a mantener a los inversores alerta, pero
la clave es concentrarse en el largo plazo. Es probable que el recorte y los
cambios en las inversiones, en particular durante los mercados difíciles,
perjudiquen las carteras de los inversores y, en última instancia, den lugar a
rentabilidades decepcionantes. En vez de eso, es fundamental mirar más allá de
la incertidumbre: nuestro objetivo en Schroders es, por lo tanto, ofrecer
soluciones de inversión que reflejen las necesidades de los inversores a través
del tiempo y que también se adapten a su apetito de riesgo».
Carla
Bergareche, directora general de Schroders para España y Portugal, añade:
“El estudio muestra que los inversores
españoles tienen unas expectativas de rentabilidad excesivamente optimistas y
que es poco probable que alcancen sus objetivos de inversión. A pesar de que el
39% de los inversores españoles se definen como expertos o con un conocimiento
avanzado de la inversión, hay que hacer una gran labor de concienciación. En
primer lugar, debemos trabajar sobre los horizontes de inversión, que deben ser
mucho más largos, así como sobre su tendencia a tomar decisiones en momentos de
incertidumbre que puedan alejarlos más de sus objetivos de inversión.”
*En abril de 2019, Schroders encargó a Research Plus la realización de una encuesta independiente on line entre 25.743 personas que invierten en 32 países de todo el mundo. Los países incluyeron Alemania, Australia, Brasil, Canadá, China, España, Estados Unidos, Francia, India, Italia, Japón, Países Bajos y Reino Unido. Este estudio define a los «inversores» como aquellas personas que invertirán al menos 10.000 euros (o su equivalente) en los próximos 12 meses y que han realizado cambios en sus inversiones en los últimos 10 años.
Sólo para la prensa especializada. Para ver los últimos comunicados de prensa de Schroders, visite: http://ir.schroders.com/media
Schroders plc
Como gestor global
de inversiones, ayudamos a instituciones, intermediarios y personas a alcanzar
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medida que el mundo cambia, también lo hacen las necesidades de nuestros
clientes. Es por eso que tenemos una larga historia de adaptarnos a los tiempos
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Desde hace pocos años se comenzó a introducir la inversión automatizada en España de la mano de Feelcapital, primer Robo Advisor regulado en España y Europa. Esto ha abierto un mundo de posibilidades, sobre todo y principalmente para los inversores medios que no son suficientemente atractivos para las bancas privadas tradicionales por su bajo volumen de patrimonio, pero que cada vez tienen una creciente inquietud inversora para gestionar y hacer crecer su patrimonio.
Le remitimos al glosario para una explicación de los términos de inversión empleados en este artículo.
La disrupción es inevitable. Tras irrumpir en todo tipo de sectores, regiones, gobiernos, empresas y consumidores, está cambiando la manera en que vivimos y lo más probable es que se intensifique a medida que surgen tecnologías más avanzadas.
Aunque las empresas tecnológicas son el paradigma de la disrupción, el fuerte ritmo de innovación permite planteamientos radicalmente distintos y está trastocando el liderazgo del mercado en todos los sectores.
En un mundo de disrupción habrá inevitablemente «disruptores» y «disrumpidos». Un disruptor es una compañía innovadora que pone en peligro las perspectivas de crecimiento de un competidor —normalmente un gran operador consagrado— al cual le resulta difícil hacerle la misma propuesta de valor al consumidor. Empresas de este tipo pueden destruir modelos existentes y transformar industrias enteras. La disrupción aumenta a medida que las compañías se afanan por conseguir ventajas competitivas en una era digital donde un acceso más fácil a los consumidores (facilitado por internet) está poniendo en duda la validez de los antiguos modelos de negocio.
Los disruptores tienen distintas maneras de precipitar este cambio y poner en jaque a los grandes operadores:
Adoptar un modelo de negocio distinto para ofrecer un producto o servicio más conveniente o más barato, a costa de modelos existentes. Un buen ejemplo de ello es Netflix, que se dirigió a segmentos de la población que sus competidores habían pasado por alto, dándoles un fondo de catálogo muy extenso a cambio de una pequeña cuota mensual. Con el tiempo, Netflix se ha desplazado a segmentos más altos del mercado añadiendo el contenido nuevo y exclusivo que querían la mayoría de sus clientes. Este servicio de suscripción utiliza la distribución por internet para ofrecer un contenido ilimitado a los consumidores en el momento y el lugar que elijan, desviándose así del modelo «lineal» tradicional de servicios televisivos.
Evitar la competencia directa al satisfacer necesidades diferentes de los clientes finales. Por ejemplo, los procesadores ARM (y no los procesadores más potentes x86) han terminado monopolizando el mercado de los dispositivos electrónicos portátiles, pues se han centrado en la sencillez y en alargar la vida de las baterías al consumir menos electricidad. Esto es mucho más apropiado para un cliente que se desplaza continuamente de un lugar a otro.
Acelerar el ritmo de innovación. Tomemos por ejemplo a SpaceX, que mediante rápidas iteraciones ha aumentado el ritmo de lanzamiento de cohetes a la vez que ha reducido los costes por lanzamiento. En 2019, SpaceX ha puesto en órbita 19 satélites, casi el doble que su competidor más próximo (Arianespace).
Aunque la disrupción puede representar un reto para algunas empresas, también puede ofrecer oportunidades de crecimiento y progreso. Para los inversores, la búsqueda de los «ganadores del mañana» exige un análisis de tipo bottom-up de los méritos de compañías individuales, acompañado de prudencia para evitar pagar en exceso por su potencial de crecimiento futuro. Adoptando un enfoque activo de selección de valores y manteniendo una perspectiva largoplacista, podemos aspirar a beneficiarnos de la disrupción. A este respecto cabe tener en cuenta ciertos puntos clave:
Mantener la disciplina. Al intentar valorar empresas de alto crecimiento es importante incorporar un gran margen de seguridad en la valoración, a la luz de la incertidumbre particularmente elevada en torno a la trayectoria de crecimiento del beneficio. Otro factor a tener en cuenta es el coste de conseguir clientes y su grado de «permanencia» en base a su fidelidad a la marca.
El flujo de caja manda. Los ingresos son fundamentales a la hora de valorar cualquier compañía. Si una empresa tecnológica aún no genera liquidez, comparar otras medidas «cliente por cliente» puede aportar una idea de su potencial de ingresos futuros.
Concentración en la creación de valor. Identificar una tendencia a largo plazo se remonta al análisis sectorial y a determinar si se crea valor en última instancia. La capacidad de una compañía para mantener una ventaja competitiva determinará en gran medida si genera o no beneficios a largo plazo.
¿Qué descuenta la cotización actual de una acción? ¿Descuentan las valoraciones actuales unas expectativas demasiado elevadas de beneficio futuro? Aunque evaluar los flujos de caja esperados forma parte del proceso de valoración, también es importante considerar qué crecimiento obtenemos en el presente. En este sentido, los ratios de precio/beneficio (PER) –una medida clave que compara la cotización de una acción con el beneficio por acción de la compañía– de algunos grupos tecnológicos quizá no parezcan elevados dado el ritmo al que crecen. No obstante, las tasas de crecimiento elevadas no suelen continuar indefinidamente y unas valoraciones altas crean vulnerabilidad. Es por ello que el análisis de acciones individuales puede ser valiosísimo.
Autores: Ritu Vohora, Directora de inversión, renta variable en M&G y Jasmeet Chadha, Analista, renta variable en M&G.
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El valor de los activos del fondo podrían tanto aumentar como disminuir, lo cual provocará que el valor de su inversión se reduzca o se incremente. Es posible que no recupere la cantidad invertida inicialmente.
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