- LAS COMISIONES DE GESTIÓN Y ADMINISTRACIÓN VARÍAN DESDE EL 0,64% HASTA EL 1,50%.
- ACUMULAN EL 17,01% DEL TOTAL DEL DINERO INVERTIDO EN FONDOS DE PENSIONES Y EL 15,40% DEL TOTAL DE PARTÍCIPES.
Durante más de una década empresas y fondos de inversión chinos han ido recorriendo el mundo con presupuestos casi ilimitados. En casi cualquier parte del mundo los resultados son difíciles de ignorar ya que China se ha reafirmado como una potencia mundial emergente. Pero menos conocido es el impacto del dinero chino en Europa.
China ha comprado o invertido en activos por un valor total cercano a los 318 mil millones de dólares en los últimos 10 años. En este mismo periodo Europa vio un 45% más de actividad que EEUU, según los datos disponibles.
Tanto las empresas privadas chinas como las respaldadas por el Estado se han visto envueltas en acuerdos por valor de, al menos, 255 mil millones de dólares en Europa. Aproximadamente 360 empresas han sido compradas, mientras que entidades y fondos de inversión chinos también poseen en parte o en su totalidad al menos cuatro aeropuertos, seis puertos, granjas eólicas en al menos nueve países y trece equipos de fútbol profesional.
El 2016 fue el año más prolífico para las empresas y los fondos de inversión chinos en Europa, coincidiendo con el anuncio de ChemChina de la compra de la empresa de pesticidas Syngenta AG por un total de 46.300 millones de dólares.
Excluyendo el aumento considerable producido por el acuerdo por Syngenta, hay una tendencia ascendente clara con unos datos inferiores a 20 mil millones de dólares antes de 2014 y un ascenso anual desde entonces. El problema reside en que el tamaño medio de los acuerdos para el que existe información financiera disponible se ha reducido.
En 2008 y 2009 el acuerdo medio era de casi 740 millones de dólares. En 2016 y en 2017 (excluyendo ChemChina comprando Synengta) era ligeramente superior a 290 millones de dólares. Y en lo que llevamos de año, el acuerdo medio se está registrando en 127 millones de dólares.
El volumen y la naturaleza de estas inversiones, que varían desde infraestructuras críticas en el sur y este de Europa hasta empresas de tecnología punta en el oeste, han levantado preocupaciones en el seno de la Unión Europea. Los principales líderes de estas naciones, incluyendo a la canciller alemana Angela Merkel y al presidente francés Emmanuel Macron, están presionando para definir una estrategia común a la hora de hacer frente al avance del capital chino en Europa.
Aunque escribir sobre la situación del mercado siempre es un ejercicio recomendable, lo es más aún cuando asistimos a un período como el actual, donde la volatilidad y la incertidumbre plantean dudas a los inversores sobre el futuro de los mercados.
En este sentido, los dos últimos meses ha habido varios acontecimientos que han despertado esa volatilidad que parecía adormecida a lo largo de 2017. El repunte de los tipos a largo en EEUU, las amenazas y contramedidas de una guerra comercial o el desplome de las compañías tecnológicas han sido argumentos más que suficientes para que veamos repuntes en la percepción de riesgo y, en algunos casos, empezar a cuestionarnos los fundamentales de un mercado que empezaba el presente año con síntomas muy positivos.
En un escenario así, el gestor tiene ante sí el no siempre fácil reto de separar lo que podemos calificar como “ruido” (entendido como las distorsiones de un mercado excesivamente corto- placista) de los fundamentales que deberían guiar siempre nuestras decisiones de inversión.
En ese análisis de los fundamentales, seguimos viendo como el crecimiento económico coordinado sigue siendo la tónica general para el presente año, los beneficios empresariales siguen manteniendo crecimientos notables, y las valoraciones de las bolsas son ahora más atractivas de lo que lo eran a principio de año.
En el caso de España, el IBEX 35 se ha situado en 12.86, muy por debajo de la media 16.89 en la que el índice se ha movido en los últimos diez años.
Por supuesto siguen existiendo riesgos para los mercados, pero quizás estos se localizan en algunas circunstancias que no tienen mucho que ver con lo que se está cotizando estos días. El enorme volumen de deuda sobre el que se están asentando las economías desarrolladas, el desacoplamiento existente entre la política monetaria europea y la economía real o la posibilidad de un repunte de la inflación, en absoluto descontado por los mercados, nos parecen amenazas más preocupantes que las amenazas de una guerra comercial que, en el fondo, nadie quiere.
Por supuesto que cualquier circunstancia que ponga en riesgo el libre comercio debe ser tomada en cuenta, pero por ahora el impacto real de las medidas anunciadas no es tan relevante como para justificar las caídas vistas, como tampoco lo son las amenazas de difícil aplicación. Para comprobar la dimensión de esta posible guerra comercial más que mirar a las Bolsas (mucho más nerviosas y sensibles) deberíamos centrar el foco en mercados como el de divisas o el de deuda pública que han recibido este proceso con mucha mayor frialdad que los de renta variable. Esta circunstancia nos lleva a dudar razonablemente de la probabilidad de que asistamos a una escalabilidad de las actuales tensiones.
Por lo tanto, seguimos manteniendo nuestras ideas de compañías como Europac, Cie Automotive o Dominion. En el caso de la primera, creemos que Europac se aprovecha de un escenario en el que algo que hasta ahora era coyuntural, el consumo de cartón, ha pasado a ser estructural gracias a factores demográficos y nuevos patrones de consumo. En este contexto, una compañía como Europac sigue siendo, a pesar de los avances, una excelente oportunidad.
Por otra parte, Cie Automotive se beneficia no sólo de la recuperación económica a nivel global (donde capitaliza su diversificación geográfica y de clientes), sino también de una industria en transformación (la automovilística), donde la necesidad de I+D de los ensambladores va a seguir favoreciendo el negocio de los fabricantes de componentes como Cie Automotive.
Los economistas entienden aún menos del crecimiento económico que de los ciclos de negocios, pero han hecho poco por corregir este déficit y tienen pocos datos sólidos al respecto.