Los procesadores, el nuevo recurso esencial para la economía

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La industria de los procesadores está en pleno auge. La capitalización bursátil de las empresas de semiconductores supera los 4 billones de dólares, cuatro veces más que hace cinco años. Los precios de las acciones de los fabricantes de procesadores se han disparado durante la pandemia de covid-19 mientras el trabajo se ha digitalizado y los consumidores han recurrido al streaming y a los videojuegos como forma de ocio. Cambios que han impulsado una ola de fusiones y adquisiciones entre empresas del sector

Esta situación se está produciendo dentro una confluencia de tendencias que está reorganizando esta industria y su peso en la economía global. En un extremo tenemos el diseño de los procesadores, donde hay un auge en la competencia y en la innovación desde las empresas tradicionales a los nuevos gigantes tecnológicos pasando por una miríada de start ups. Todas buscan capitalizar la nueva demanda de hardware que requiere la revolución de las Inteligencias Artificiales (IA), las nuevas redes de comunicación como el 5G y demás aplicaciones especializadas.  

Para cualquier sector serían grandes noticias si no fuese por lo que está pasando en el otro extremo, en la manufactura de estos procesadores. En las fábricas donde los procesadores tan cuidadosamente diseñados se hacen realidad, los costes de producción se están disparando para poder estar al día con los avances tecnológicos y los límites físicos de los mismos.  

La principal consecuencia es que la explosión en el diseño de los procesadores se está canalizando hacia un número cada vez menor de fábricas capaces de manufacturarlos. Sólo hay tres empresas en el mundo capaces de hacer los procesadores más avanzados: Intel, TSMC en Taiwan y Samsung en Corea del Sur. Esto supone que el 80% de la capacidad de manufactura de procesadores se encuentra actualmente en Asia. 

Dado el nivel de desarrollo actual, casi cualquier objeto es inteligente en mayor o menor medida por lo que necesitan procesadores. Como consecuencia, los procesadores se han convertido en un bien necesario para el normal funcionamiento de la economía y el problema que se plantea tiene un alcance global. 

Si los procesadores son un bien necesario para la economía y el 80% de la producción se encuentra en Asia los países desarrollados se juegan la escasez de estos bienes en el caso de un escenario adverso como por ejemplo el de una guerra comercial.  

Por este motivo EE. UU. ha dado prebendas a TSMC a cambio de que ésta monte una fábrica en Arizona y un paquete de subsidios e incentivos espera la financiación del Congreso para incentivar la creación de fábricas en suelo estadounidense. Por su parte la Unión Europea, que cuenta con hubs tecnológicos en Bélgica y Países Bajos, quiere que más países manufacturen procesadores. En diciembre de 2020 los 17 acordaron gastar decenas de miles de millones de estímulos post pandemia para la creación de fábricas capaces de desarrollar los procesadores más innovadores para mediados de esta década. 

Las nuevas tecnologías están reordenando la economía hasta niveles de crear nuevos recursos esenciales que hace unos años ni nos hubiésemos planteado y nos sitúan en un nivel de competencia que hace difícil a nuevas compañías la entrada al mercado por sus elevados costes. 

Economía: Cómo la inflación puede trastocar las políticas económicas mundiales

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La posibilidad de que aumente la inflación tras la pandemia es cada día más plausible. En enero los precios en la eurozona crecieron al mayor ritmo de los últimos cinco años y las estadísticas pronto contribuirán a la percepción del inicio del repunte de la inflación.  

El principal problema de la economía mundial durante la mayor parte de la última década, según los objetivos marcados por los bancos centrales, ha sido la escasa inflación, por lo que un aumento repentino puede ser visto, erróneamente, como un buen indicativo. Pero nada más lejos de la realidad, de hecho, podría suponer un grave problema para la economía mundial. 

Hay pocas perspectivas de que la eurozona pueda mantener una inflación creciente de manera sostenida. No ha reducido tipos durante la pandemia y su déficit público se mantiene en niveles inadecuados teniendo en cuenta sus perspectivas económicas y su escasa maniobrabilidad en políticas monetarias. 

En EE. UU. una alta inflación podría traer consecuencias ya que el alza de precios, de darse, podría mantenerse de manera consistente en el tiempo. La Reserva Federal (FED) ha prometido mantener los tipos de interés bajos y continuar con su programa de compra de bonos ya que quiere que la inflación supere su objetivo del 2% para compensar la falta de ésta en los últimos años. Pese a todo, no puede permitirse que supere este objetivo por un amplio margen y se vería obligada a subir los tipos para mantenerla bajo control. La subida de tipos vendría con un coste asociado. Por un lado, dado el momento actual de la economía estadounidense podría aumentar el riesgo de una nueva recesión. Por otro lado, habría un impacto directo en los mercados.  

La mayoría de análisis y expectativas en el panorama financiero actual se basan en la premisa de que los bancos centrales mantendrán los tipos de interés bajos a largo plazo. Esto permite, entre otras cosas, el gasto de dinero público por parte de los Gobiernos para facilitar ayudas sin que afecte sobremanera a sus deudas. 

Para los mercados emergentes, una subida de tipos en EE. UU. supondría un duro golpe ya que la mayoría han estado experimentando con políticas monetarias no convencionales y con mayores déficits presupuestarios como han hecho los países desarrollados. Una subida de tipos supondría un dólar fuerte lo que implicaría una casi segura salida de flujos desde las economías emergentes como ya pasó en 2013. Con la situación actual sería una complicación más para lidiar con la pandemia. 

Hay muchas razones para querer escapar del paradigma de tipos bajos y baja inflación, pero hay que tener cuidado para que esta no se dispare porque abocaría a la economía mundial a un nuevo problema con el que lidiar. 

In Memoriam, Ángel Varela Varas.

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In Memoriam, Ángel Varela Varas. 

El jueves 4 de marzo fallecía nuestro Consejero y Socio Ángel Varela.  

Ángel ha sido, ante todo, un gran amigo con el que he compartido los últimos 31 años. Desde nuestros comienzos en la primera promoción del IEB, donde empezamos la formación con los primeros ordenadores personales, hasta estos últimos meses en los que seguía compartiendo con criterios claros y serenos cómo incorporar la tecnología al Derecho, siempre ha destacado por su capacidad de búsqueda de la oportunidad en todo tipo de negocios.  

Como profesional, sus conocimientos legales eran insuperables y su capacidad de análisis única. Siempre dispuesto, nos sorprendía con soluciones legales que resultaban la mejor respuesta a nuestros problemas. 

Como amigo, siempre presente, y con Marta formaba una pareja feliz que aprovechaba todo el tiempo que su dedicación al despacho le permitía. Su swing era bastante defectuoso pero certero, gran “disfrutón” en las comidas con amigos, que siempre alargábamos para que luego se volviese al despacho.  

Un despacho donde él también disfrutaba, porque ante todo Ángel ha sido un gran hombre del Derecho Financiero en España con todo lo que ha aportado en tantas operaciones donde su presencia marcaba la diferencia. 

Angelote, nos acordaremos de ti siempre y en la memoria está el cariño. 

Antonio Banda 

CEO Feelcapital 

¿Qué pasa con las Opciones?

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El mercado de opciones está experimentando un crecimiento significativo en los últimos tiempos. De media en 2020 se negociaron 30 millones de opciones sobre acciones cada día en las bolsas estadounidenses, un crecimiento de más del 50% respecto a 2019 según datos de OCC, la mayor cámara de compensación de opciones del mundo. Con la polémica relacionada con el grupo WallStreetBets de Reddit y la subida del precio de las acciones de GameStop el volumen se incrementó hasta los 40 millones diarios. 

Es habitual que se hablase de las opciones como un seguro o una forma de cobertura, de hecho, su precio se conoce como “prima”. La necesidad de buscar un seguro o cobertura para las inversiones ha sido lo que ha marcado el crecimiento del mercado de opciones hasta que su demanda se ha visto alterada por pequeños “inversores” que las han usado como apuestas si de apuestas deportivas con pronósticos en contra se tratase. 

Para ponernos en contexto debemos saber que las opciones son derechos sin obligaciones. Una opción financiera es el derecho de comprar o vender un activo a un precio determinado (el strike price o precio de ejercicio) antes de una determinada fecha. Las opciones de tipo Call llevan derechos de compra y son rentables si el precio del subyacente supera el strike price. Las opciones tipo Put llevan derechos de venta y dan beneficios cuando el precio del subyacente cae. El dueño no tiene obligación de ejercer el derecho de la opción, lo ejecutará sólo cuando la opción esté en lo que los anglosajones llaman, in the money, que es cuando se rompe el strike price y se obtienen beneficios. 

Lo que determinará la prima de una opción será la diferencia entre el precio actual del subyacente y el strike price de la opción, así como la volatilidad esperada de este. Obviamente una diferencia pequeña hará que la opción sea más fácil de rentabilizar y de estar in the money por lo que su precio será mayor que una con una diferencia más grande. De igual manera las opciones con una mayor fecha de ejecución serán más caras ya que tendrán más posibilidades de estar in the money. La clave está en la volatilidad del precio del subyacente, cuanto más fluctúe el precio del subyacente más probabilidades de que se rompa el strike price. Cuando tienes opciones, la volatilidad juega a tu favor. 

Existen un tipo de opciones tipo Call, de compra, que están muy lejos de su strike price y cuya fecha de expiración está próxima en el tiempo que muchos pequeños inversores, especialmente en EE. UU. pero también en otras partes del mundo, están comprando. Por una pequeña cantidad de dinero una de estas opciones puede pagar una cantidad nada desdeñable si el precio del subyacente se dispara. Si no se da el caso, la opción caduca y sólo se pierde una cantidad pequeña, vendrían a funcionar como una apuesta deportiva combinada. 

En el mercado de derivados siempre hay una contraparte. Los brókers, hedge funds y otros actores especializados suelen aceptar las primas de los compradores de opciones y gestionar el riesgo de grandes pérdidas ocasionales si la apuesta le funciona al comprador. Una cobertura habitual para una opción tipo Call es simplemente comprar el activo subyacente. Con el acceso de los inversores retail a los mercados de opciones gracias a las nuevas plataformas tecnológicas los inversores institucionales están actuando casi como corredores de apuestas lo que está haciendo de este mercado un lugar cada vez más complejo.