Por Steven Andrew, gestor del fondo M&G Income Allocation
Desde mediados del siglo pasado, se ha producido un profundo cambio demográfico en términos de franjas de edad en la sociedad europea. Una población que envejece conlleva la presencia de más jubilados, que viven más tiempo y cuentan con el apoyo financiero de una población activa cada vez menor. Esto ha ejercido una presión potencialmente inviable en la sostenibilidad de los sistemas de pensiones tradicionales y ha aumentado la necesidad de que los individuos y sus familias autofinancien su jubilación mediante otros tipos de ahorros e inversiones.
Por ello, cada vez más personas comienzan a abrir los ojos ante la necesidad de buscar un nivel adecuado de rentas para un futuro financiero más prolongado y difícil. No obstante, esto ha resultado ser todo un desafío durante los últimos años, ya que muchas fuentes tradicionales de ingresos—como los instrumentos monetarios y la deuda pública europea— ofrecen ahora una rentabilidad muy baja de forma generalizada, tal y como ilustra el siguiente gráfico.
Fuentes tradicionales de rentas periódicas en Europa
Fuente: Bloomberg, a 12 de marzo 2015.
En mi opinión, la solución podría residir en las numerosas fuentes alternativas de rentas interesantes a escala mundial. Combinar las diferentes ventajas de los activos que distribuyen rentas periódicas en todo el mundo no sólo puede ofrecer a los inversores el potencial de generar unos niveles superiores de ingresos, sino también reducir los riesgos de invertir en una única clase de activo.
En busca de rentas periódicas sostenibles y crecientes en el tiempo
Fundamentalmente, creo que existen dos elementos clave para conseguir rentas periódicas sostenibles y disfrutar de un futuro financiero cómodo. El primero es la intención de revalorizar el capital. Si el capital crece, la cuantía de las rentas que se perciben también aumentará. Éste es un elemento de suma importancia para los inversores que buscan rentas periódicas, en especial aquellos que quieran ahorrar para la jubilación. Mientras estamos en activo, las subidas salariales anuales nos pueden ayudar a proteger nuestros ingresos de la inflación. En cambio, los jubilados se enfrentan al riesgo de que su poder adquisitivo se vea mermado debido al aumento del coste de los bienes y servicios con el paso del tiempo.
Es importante que los inversores eviten imputar esas rentas a su capital e intenten revalorizarlo y generar unos ingresos «naturales» invirtiendo en activos que brinden rentas periódicas (como acciones que distribuyan dividendos o bonos que paguen cupones).
El segundo elemento es buscar unos ingresos regulares deliberadamente modestos que sean sostenibles. Creo que los inversores que tienen como objetivo obtener rentabilidades altas podrían verse obligados a invertir en áreas con mayor riesgo, que podrían ser muy volátiles y perjudicar al capital y, por ende, a las rentas, especialmente en el actual contexto de bajas rentabilidades.
Así, es mejor estar posicionados en activos con fundamentales sólidos a medio plazo, que harán que la volatilidad futura sea mucho más fácil de tolerar, en vez de simplemente buscar rentabilidades altas en activos con un riesgo excesivo. Esto se debe a que los activos a los que todo el mundo recurre sólo porque nos encontramos en un contexto de tipos bajos tienen más posibilidades de ser los más perjudicados cuando esa coyuntura cambie.
Por tanto, una cartera diversificada que cuente con un enfoque flexible en términos de asignación para asegurar que invertimos en la combinación correcta de activos en el momento adecuado es, en mi opinión, la mejor manera de buscar, en el contexto actual, una fuente sostenible de rentas periódicas y que éstas aumenten con el tiempo.