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Fondos de inversión: Los rasgos psicológicos de la percepción del riesgo

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En cuanto a los rasgos psicológicos de la percepción del riesgo, el optimismo y el exceso de confianza aumentan las previsiones sesgadas y, por lo tanto, mayor asunción de riesgos. Esto implica que para poder medir la tolerancia al riesgo también debemos medir lo optimistas y lo excedidas de confianza que son las personas (Nosic y Weber, 2010).
Un rasgo psicológico adicional que afecta a la percepción del riesgo es el efecto de certidumbre.

Una serie de experimentos han demostrado que las personas asignan una importancia desproporcionada a la certeza. Los cambios en la probabilidad cuentan más si conllevan la eliminación de riesgos, y no otra cosa, en lugar de simplemente reducirlo. En otras palabras, un cambio en la probabilidad del 100% al 90% es más significativo que un cambio del 50% al 40%.

Esta preferencia tiende a hacer que la gente crea en cosas que sólo son probables, y a subestimar e incluso ignorar las cosas que son improbables (o que tienen poca probabilidad o suceso). En resumen, eventos considerados «poco probables» son considerados simplemente imposibles. Este proceso de simplificación está vinculado a la dificultad en la conceptualización de las diferencias en la probabilidad de los valores que se consideren contiguos (eventos con probabilidades del 70%, 80% y 90%, respectivamente, pueden ser percibidos como eventos que no son seguros, y sin embargo, igualmente probables).

A diferencia de los desafíos que se enfrentan en la teoría estándar, el efecto de certidumbre es cuestionado por los errores de los valores distorsionados de probabilidades objetivas que dependen del valor de las mismas probabilidades. Es decir, que una vez que las probabilidades se han ponderado de una manera no lineal de acuerdo a su «posición» en el intervalo (0, 1), el efecto de certidumbre introduce una distorsión en el proceso de toma de decisiones, que es diferente de- y adicional a- la que deriva de los errores de cálculo de probabilidad, porque se manifiesta incluso cuando se conocen las probabilidades (y por lo tanto, no necesitan ser estimados).
Otro factor que distorsiona la percepción del riesgo es la tendencia a medir las pérdidas y ganancias relativas con un punto de referencia, que puede ser la riqueza inicial, precios de las acciones en un cierto punto en el tiempo, la experiencia, etc. Este aspecto es una desviación de la teoría de la utilidad esperada y puede dar lugar a una inercia perjudicial.

La percepción y la asunción de riesgos, finalmente, parecen diferir en gran medida por el género. Generalmente, las mujeres son más prudentes al tomar decisiones de inversión y, como consecuencia, parecen ser mucho más propensas que los hombres a recibir consejos orientados hacia productos de menor riesgo (Eckel y Grosmann 2002; Merrill Lynch, 1996).

Las diferencias de género, sin embargo, parecen más pronunciadas entre las personas solteras. Una pareja casada alcanza un «término medio», influenciando y equilibrando entre sí de acuerdo a la dinámica de la que, según se detalla en algunos estudios recientes, dependen de la distribución de la riqueza financiera en la familia, la profesión y el nivel educativo de los cónyuges (Gilliam et al., 2010).

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