Se acabó el dinero barato, suben los tipos de interés. Los mercados han pasado por momentos peores pero rara vez se han visto afectados tantos tipos de activos a la vez. Los inversores, de pronto, se encuentran en un mundo donde las reglas han cambiado y conviene analizar cómo.
El impacto ha sido peor de lo esperado porque los inversores estaban acostumbrados a una inflación baja. Después de la crisis financiera global de 2007, 2008 y 2009 los bancos centrales redujeron los tipos de interés con la intención de reactivar la economía. Con los tipos por los suelos, los precios de las acciones comenzaron a subir y se dio un mercado alcista generalizado en todos los tipos de activos.
El cambio dramático se ha desencadenado como consecuencia de la subida vertiginosa de los tipos de interés. Recordemos que la Reserva Federal (FED) ha subido los tipos al mayor ritmo desde los años 80 haciendo que otros bancos centrales se viesen arrastrados a lo mismo. Esto encarece el precio del dinero y fuerza a los inversores a cambiar la manera en la que se acercan a los mercados.
A priori, esto implica unos retornos esperados mayores. A la vez que los tipos de interés caían durante los años de los mercados alcistas en la década del 2010 los ingresos futuros se transformaban en plusvalías. El lado negativo de unos precios más altos son unos retornos esperados menores. Por simetría las minusvalías de este año hacen que el futuro depare unos retornos esperados reales más altos.
Los mercados muestran incertidumbre mientras esperan señales por parte de los bancos centrales del ritmo de las subidas de los tipos de interés ya que se teme que estas subidas causen una recesión que reduzcan los beneficios y provoquen una huida de los activos de riesgo haciendo que los precios de las acciones caigan.
Otra consecuencia de este nuevo paradigma de los mercados es que los horizontes temporales de los inversores se han acortado. Los tipos de interés altos provoca impaciencia ya que el valor presente de los flujos de ingresos futuros decae con cada subida de tipos. Esto afecta más a las empresas tecnológicas cuyos modelos de negocio prometen abundantes ingresos en el futuro. Hay que recordar que las cinco empresas tecnológicas más grandes incluidas en el S&P 500 suponen un quinto de su capitalización por lo que el índice bursátil estadounidense se ha resentido con fuerza. Los inversores deberán acostumbrarse a estas nuevas circunstancias con tipos de interés altos y con un capital más escaso. No será fácil y habrá que buscar la visión a más largo plazo. La nueva normalidad tiene más ejemplos históricos, lo anormal ha sido esta era de dinero barato.